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Errores comunes en la nutrición de personas mayores y cómo evitarlos

Una persona mayor comiendo.
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Una persona mayor comiendo. (Foto: Campofrío Healthcare)
Por Equipo Health Care
miércoles 09 de julio de 2025, 15:13h

Alimentar a una persona mayor no es solo cuestión de seguir una rutina o servir una cantidad determinada. Requiere saber qué necesita, cuándo lo necesita y cómo lo acepta mejor. Lo vemos cada día: una buena planificación nutricional puede marcar la diferencia en su fuerza, en su estado de ánimo… incluso en su autonomía.

A continuación, repasaremos algunos errores frecuentes, a veces fáciles de pasar por alto, y propondremos soluciones prácticas para el día a día.

Cuando la alimentación no cubre lo que debería

Con la edad, comer deja de ser algo automático y puede llegar a convertirse en un reto diario. La pérdida de apetito, los cambios fisiológicos y la fragilidad hacen que muchos mayores no cubran sus necesidades nutricionales, aunque hagan sus cuatro-cinco comidas al día.

“Cuando se come poco, lo importante es que cada bocado cuente”.

Una ingesta insuficiente (en cantidad o calidad) puede acelerar el deterioro funcional, aumentar el riesgo de caídas e infecciones, y reducir la calidad de vida. Por eso es clave detectar y corregir pequeños errores que, si se acumulan, terminan teniendo consecuencias importantes.

Error 1: Reducir la ración sin control

Cuando una persona tiene poco apetito, es habitual servirle menos cantidad para evitar que se agobie o rechace la comida. Aunque la intención es buena, reducir la ración sin atender a su contenido nutricional puede ser contraproducente: puede favorecer la pérdida de peso, acelerar la pérdida de masa muscular y, con ello, comprometer la funcionalidad y la autonomía. Justo lo contrario a lo que buscamos. Hay que evitar la restricción dietética. Aunque los requerimientos energéticos van disminuyendo con la edad, la necesidad de la mayoría de los nutrientes se mantiene relativamente sin cambios.

Crédito: Kampus Production / Pexels

¿Qué podemos hacer? En lugar de ofrecer más cantidad, que probablemente no comerá, podemos enriquecer lo que ya toma con alimentos habituales y fáciles de integrar, priorizando aquellos ricos en proteínas y energía. Por ejemplo, una sopa ligera se puede enriquecer añadiendo un poco de leche entera o una cucharada de queso curado rallado justo al final.

Las cremas de verduras aceptan muy bien el añadido de leche, una cucharada de mantequilla o un chorrito generoso de aceite de oliva virgen extra. También podemos añadir una cucharada de queso de untar a la crema donde, además de suavizar la textura, aporta calorías sin modificar apenas el sabor. En los purés salados, funcionan bien las legumbres cocidas trituradas (como lenteja roja sin piel o garbanzo) o un poco de jamón cocido muy picado.

Error 2: Concentrar toda la proteína en la comida del mediodía

Es bastante habitual que la mayor parte del aporte proteico del día se concentre en la comida principal: un filete con guarnición, pescado con arroz…En cambio, el resto de las ingestas como el desayuno o la cena, suelen ser pobres en este nutriente clave.

“Para mantener la masa muscular en personas mayores, no solo importa la calidad y cantidad de proteína total, sino también cómo se reparte a lo largo del día”.

Existe numerosa evidencia científica y recomendaciones de organismos oficiales sobre la ingesta óptima de proteínas en la dieta de personas mayores, donde reflejan que no es suficiente alcanzar una cantidad total de proteínas al día: es clave distribuirlas adecuadamente a lo largo del día, para asegurar al máximo la síntesis de proteína muscular.

¿Qué podemos hacer? Incorporar alimentos ricos en proteínas también en desayunos y meriendas. Algunos ejemplos sencillos podrían ser: un vaso de leche entera con pan y queso tierno, una rebanada de pan con hummus, un yogur entero con frutos secos o un batido casero con leche y fruta. También se puede recurrir a soluciones comerciales ya adaptadas cuando la persona tiene baja ingesta o necesidades elevadas.

Error 3: No individualizar horarios ni patrones alimentarios

Tanto en residencias como en casa, es habitual mantener horarios fijos para las comidas. Pero no siempre coinciden con el ritmo real de la persona. Algunas tienen más apetito a media mañana que al mediodía, otras necesitan tiempo tras despertarse para desayunar con apetito... Si no se tiene en cuenta, es fácil que dejen parte del plato… o que lleguen con hambre a deshoras.

¿Qué podemos hacer? Hay que evitar la rigidez de horarios. Vaya por delante que no siempre se pueden mover los horarios del centro, pero sí podemos adaptarnos a lo que vemos cada día. Si una persona no desayuna bien recién levantada, plantear un refuerzo a media mañana puede ser una opción inteligente. Si llega a la comida sin hambre pero por la tarde merienda con gusto, aprovechemos ese momento para introducir alimentos clave.

Incluso tener preparados platos sencillos; como cremas proteicas o postres enriquecidos listos para ofrecer fuera de horario. Lo esencial es observar, registrar y ajustar: no todas las personas mayores comen igual, ni a la misma hora, ni con el mismo ritmo y de esta manera podemos evitar pérdida de peso innecesaria.

Error 4: No registrar ni comunicar cambios en la ingesta

Quienes están más cerca en el día a día —auxiliares, cuidadores, personal de cocina— son los primeros en detectar cuándo algo no va bien. Si una persona empieza a comer menos, a rechazar ciertos alimentos o simplemente “ya no es la misma” a la hora de sentarse a la mesa, eso hay que contarlo. No siempre es fácil, pero no hacerlo a tiempo complica la intervención.

¿Y qué podemos hacer? Lo primero: observar. Lo segundo: compartir lo que observamos. Un comentario apuntado en una libreta o transmitido al profesional de referencia puede ser clave para evitar un problema mayor. Cuando algo cambia conviene no dejarlo pasar. Herramientas existentes para el cribado nutricional en personas mayores como el MNA-SF (Mini Nutritional Assessment – Short Form) nos permiten valorar la situación de forma rápida y tomar decisiones antes de que el deterioro sea evidente.

Error 5: Monotonía en sabores, colores y texturas

Cuando las dietas se centran en preparaciones demasiado blandas o con poca gracia, algo común en personas con dificultades para masticar o deglutir, es fácil perder el interés por la comida. Esto no solo afecta a la ingesta, también lo hace al estado de ánimo, especialmente en quienes ya presentan deterioro cognitivo o apatía.

“El sabor, el color y el aroma también forman parte del cuidado: despiertan recuerdos, emociones y apetito”.

¿Qué podemos hacer? Hay formas sencillas de mejorar esto. No hace falta cambiar el menú entero, pero sí introducir pequeños detalles que mejoren la organolepsia y aumenten la apetencia. Por ejemplo: añadir especias, hierbas aromáticas suaves como la albahaca o perejil pueden dar vida a un puré; un toque de curry suave o pimentón dulce que aporta calidez y color sin resultar agresivo en el sabor.

También conviene jugar con los colores de las verduras: una crema de zanahoria no despierta lo mismo que una de coliflor. Y, si es posible, dar forma al triturado con moldes o emplatar con algo más de mimo, cambia la percepción del plato.

La aportación de Campofrío Healthcare

Muchos de los errores repasado; baja ingesta, meriendas poco nutritivas, texturas mal adaptadas, sabores monótonos…tienen difícil solución cuando faltan recursos o tiempo en cocina. Por eso, contar con productos ya preparados, seguros y pensados para personas mayores puede ser una gran ayuda.

Por ejemplo, la nueva línea de productos Vitalizat+, una gama innovadora de desayunos y meriendas pensada para personas con problemas de masticación y/o deglución. Incluye dos variedades - sabor galleta María y café, y Fruta y cereales -, y están elaboradas a base de fruta, leche y cereales. Son fuente de proteínas y fibra, no contienen gluten y están pensadas para garantizar una ingesta segura, placentera y nutricionalmente completa.

Campofrío Healthcare cuenta también con Triturados enriquecidos en proteínas, elaborados con ingredientes naturales de la dieta mediterránea, especialmente indicado para pacientes con disfagia que necesitan texturas modificadas para garantizar una ingesta segura, constante y equilibrada, pero no aceptan bien los purés estándar, ya sea por monotonía, su aspecto poco apetecible o el rechazo a ciertos sabores.

Conoce todas las soluciones disponibles en: https://www.campofriohealthcare.es/

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