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Cuando el robot se parece a ti

Por Josep de Martí
lunes 08 de diciembre de 2025, 15:53h
Josep de Martí, fundador de Inforesidencias.
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Josep de Martí, fundador de Inforesidencias. (Foto: JC/Dependencia.info)

Hace ya un tiempo que circulan informes sobre el auge de los robots humanoides. Uno de ellos, publicado en 2024 por Goldman Sachs y titulado The AI accelerant: Humanoid robots and the next productivity frontier (El acelerante de la Inteligencia artificial: robots humanoides, la próxima frotera de la productividad), planteaba que el mercado de robots con forma humana alcanzaría los 38.000 millones de dólares en poco más de una década. Y lo más importante: que estos robots no verán limitadas sus tareas al ámbito de la industria, sino que entrarán en hospitales, domicilios y residencias para personas mayores.

No es el único. El Foro Económico Mundial recientemente publicó un artículo titulado 6 ways that robotics are transforming healthcare (6 formas en que la robótica cambia la atención sanitaria), donde avanza que el mercado de robótica médica crecerá de 16.600 millones USD en 2023 a 63 800 millones en 2032, señalando usos ya reales como cirugía robotizada, entrega de medicamentos y triage asistido.

Otro informe del mismo foro describe cómo los robots humanoides podrían convertirse en presencia habitual en ámbitos sanitarios, logísticos y domésticos en los próximos diez años.

Lo que más me llama la atención no es tanto la tecnología en sí como la velocidad con la que parece estar evolucionando. Durante años, la robótica asistencial ha sido un campo lento, lleno de prototipos simpáticos que apenas sabían mantener una bandeja. Pero de repente, con el empujón de la inteligencia artificial generativa, todo se ha acelerado. Lo mismo pasó con otras tecnologías: los teléfonos móviles tardaron décadas en implantarse, pero el smartphone lo cambió todo en muy pocos años.

El reconocimiento facial, las traducciones automáticas o incluso los vehículos autónomos han seguido trayectorias similares. Parece que lo que ha producido el empujón es que alguien ha llegado a la conclusión de que los robots que van a trabajar en la industria, hospitales y residencias tienen que tener apariencia humana, o sea, tener cabeza, tronco y extremidades. Esto no siempre se había pensado así.

Hay varios campos de investigación que están avanzando mucho y que combinados empujan la robótica, sobre todo la inteligencia artificial, las baterías y la ingeniería robótica. Pero esos avances no pueden hacernos olvidar que, cuando hablamos de robots humanoides para la atención a personas mayores, hay algo más que tecnología.

Hay preguntas que todavía no sabemos responder. ¿Qué pasa si un robot lesiona a una persona? O, más bien, “cuando la lesione”, ¿quién deberá responder? ¿La residencia que lo compró? ¿La empresa que lo fabricó? ¿El desarrollador del software de IA? ¿Qué tipo de seguros se necesitarán? ¿Cómo se asegura un fallo de programación? ¿Y si ese fallo no es técnico sino una mala interpretación de la emoción humana?

Las residencias y centros asistenciales, que ya conviven con normativas cambiantes y exigencias cada vez mayores, tendrán que incorporar nuevos protocolos, prever coberturas y formar a sus equipos para entender cómo se trabaja codo con codo con una máquina que habla, mira, se mueve y hasta sonríe.

Todo esto me ha hecho recordar dos tribunas que he escrito sobre estos temas en los últimos años. En 2019, antes de la pandemia, escribí 'La botella medio llena o vacía de robots'.

Allí describía esta situación: “Imaginemos una residencia de aquí a unos años en la que un robot con aspecto “semi humano” entra en la habitación de una persona mayor con deterioro cognitivo. Gracias al brazalete que el residente lleva puesto el sistema sabe muchas cosas sobre la persona, como si ha dormido bien o cómo se encuentra; el robot también conoce todo lo que aparece en el informe social y sanitario del residente, su historia de vida, sus preferencias, lo que le disgusta.

El sistema del que se alimenta el robot ha sido completado con los principios de la Atención Centrada en la Persona, con todos los manuales de buenas prácticas publicados y con cientos de horas de grabaciones de vídeo de observaciones de personas con demencia y sus reacciones ante diferentes estímulos. Inmediatamente recoge datos sobre la posición de la persona, gesto de la cara y cualquier sonido que haya emitido desde que ha abierto la puerta.

En milisegundos puede comparar la situación actual con todas las situaciones anteriores recogidas de éste y otros residentes y eso le hace elegir una frase determinada con el contenido y la entonación que más probablemente generen bienestar en el mayor. Quizás combine sus palabras con un fondo musical o con la proyección en el techo de unas imágenes determinadas. Si no lo consigue, el sistema registrará lo sucedido y planteará otra forma de actuación. Sorprendentemente, no le hará falta hacerlo, ya que lo que habrá hecho es lo que objetivamente ofrecerá mejor resultado”.

Más recientemente he publicado 'El robot que me cambiará los pañales'. En esa tribuna digo que no sé si llegaré a viejo, ni si seré incontinente, pero si lo soy, es probable que sea un robot quien me atienda. Y no porque lo prefiera. Sino porque, para entonces, no habrá personas que quieran o puedan hacerlo. Si en 2019 imaginaba cosas, en 2025 sé que esto no es una broma.

La distancia entre la ciencia ficción y el presente se acorta cuando la necesidad empuja. No es que queramos robots humanoides. Es que quizás no tengamos alternativa. Porque los cuidadores son personas jóvenes, algo que será cada vez más escaso. Y porque la dignidad de quien cuida exige condiciones laborales que muchos no podrán pagar.

Así que sí. El informe de Goldman Sachs lleva un tiempo publicado. Y algunos lo leímos como quien hojea una revista futurista. Pero, como pasa a veces, lo que parecía lejano se ha colado por la rendija del presente. Y ahora el robot que camina, habla y observa en una fábrica, se prepara para que una nueva generación mejorada, nos acompañe mientras envejecemos.

No sé si me gusta. Pero lo que tengo claro es que conviene pensarlo bien antes de que sea él quien nos haga las preguntas.

Autor del texto Josep de Martí Vallés. Jurista y Gerontólogo. Fundador de Inforesidencias.

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Fuente de la imagen: https://www.linkedin.com/posts/zeiss_robots-sciencenotfiction-ai-activity-7211654473914413057-n8nr?utm_source=share&utm_medium=member_desktop&rcm=ACoAAAeRRLABSPllyWyD8bmAhhH-tWc2rRNBu7E

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