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EL RINCÓN DEL DIRECTOR DE RESIDENCIAS

Tocamientos

miércoles 15 de marzo de 2017, 19:10h
Opina sobre este caso práctico en la gestión de residencias de mayores y envíanos lo que harías tú en esta situación.

Algo le ha amargado la mañana a la directora de la residencia las Marismas (que por cierto, eres tú, sea quien sea que esté leyendo este caso práctico). Tras haber resuelto hace unos meses el asunto “grupitos y problemas” las cosas han ido bastante bien. Hasta ahora.

Sentada en el despacho está Margarita, una gerocultora joven, con un grado medio en atención sociosanitaria que lleva dos meses trabajando en el turno de mañana y de la que hemos recibido comentarios muy positivos por parte de compañeras, equipo y algún familiar. Todos dicen que es muy simpática y dicharachera y que hace reír mucho a los residentes. Sólo una residente se ha quejado una vez de que Margarita siempre la trataba de tú a lo que ella respondió que nunca había tratado a nadie de usted pero que lo intentaría.

Lo que no nos ha hecho reír es que nos acaba de decir que el señor Crisantos Gutiérrez, mientras ella iba a atender una llamada le ha parado en un pasillo le ha “metido mano” y la ha intentado besar. Cuando ella se ha resistido y se lo ha quitado de encima él le ha dicho que es “una guarra” y que “lo va pidiendo”.

Margarita está, naturalmente, alterada y molesta por lo pasado y nos lo ha venido a explicar (sabemos que según el protocolo debería haber rellenado el registro de “incidencias de turno” y hablado con la responsable de turno pero la tenemos delante). No sabe si tiene que poner una denuncia ante la policía o qué. Nos dice que lo ha comentado con algunas compañeras antes de venir a explicárnoslo y que las respuestas que ha recibido han sido contradictorias: unas le han dicho que eso “viene con el sueldo” y que “ya se acostumbrará”; otras que “sólo se puede tolerar si el que se propasa sufre demencia”; y otras que debe denunciarlo y que la empresa debería hacer más para proteger a las empleadas.

Le hemos ofrecido un vaso de agua, le hemos dado tiempo para que nos explique todo escuchando atentamente y le hemos pedido un segundo en el que hemos llamado por teléfono a un miembro del equipo interdisciplinar pidiéndole que hable un momento con Crisantos Gutiérrez. La situación nos ha chocado mucho ya que Margarita y Crisantos parecían llevarse bien y más de una vez les habíamos visto cruzándose comentarios jocosos.

Crisantos Gutiérrez es un residente de 85 años que ingresó en la residencia ocupando una plaza concertada hace dos años. Anda con bastón por una lesión antigua en la pierna pero mantiene la capacidad cognitiva. Según podemos ver en su documento de historia de vida, es soltero y, salvo un hermano con el que ha discutido y no viene a verle no tiene familia. En su infancia apenas acudió a la escuela y encadenó trabajos subalternos en la construcción y en servicios, casi siempre sin contrato por lo que ahora ingresa una pensión mínima. Ha vivido muchos años en pensiones o alquilando habitaciones en casas y pasó unos meses en una residencia de estancia temporal de transeúntes antes del ingreso en la residencia. No nos ha hablado nunca de haber tenido una relación de pareja. Su vida en la residencia es bastante normal, participa en las actividades, se muestra comunicativo aunque hay que insistirle mucho para que se duche y suele esconder comida por la habitación que a veces encontramos en lugares inimaginables estropeada.

La versión de Crisantos ante el profesional es que Margarita es una “calientabraguetas” que siempre se le está insinuando diciendo cosas picantes y actuando de forma zalamera; que le dice que el es muy guapo y que más de una vez le ha dicho “¡Ay si tuvieras unos años menos…!” así que él ha dado el paso. El “numerito de la chica” demuestra que es una comprometedora y que ahora ve el “tipo de mujer que es”.

Nosotros conocemos a Margarita en el trabajo y sabemos que sí que es dada a hacer comentarios que hacen reír a los residentes y a sus compañeros. Que a veces éstos son un poco subidos de tono y en ocasiones algo vulgares pero todo el mundo sabe que son bromas, a muchos residentes les gusta y el ambiente suele ser distendido. No nos cabe en la cabeza que la actitud de la gerocultora pueda haber sido considerada como una insinuación.

Por otro lado viendo la historia de Crisantos nos imaginamos que posiblemente nunca antes una chica joven le ha dicho cosas bonitas y ha bromeado con él. O sea, que puede ser un mal entendido. Aún así no vemos que eso pueda excusar la actitud del residente.

Margarita es técnicamente buena en su trabajo, tiene conocimientos y competencias de forma que cumple bien sus cometidos. No queremos perderla como trabajadora y sentimos lo que le ha pasado pero ¿qué hacemos?

Notas:

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Autor del caso: Josep de Martí. Profesor en cursos de postgrado de Gerontología Social y Dirección de Residencias en varias universidades.
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