El verdadero reto de la atención a la dependencia va a comenzar: ¿con qué servicios contará la generación del baby boom en España?
Con una población cada vez más envejecida y con la inminente llegada a la vejez de la generación del mayor baby boom en nuestro país (los nacidos entre 1958 y 1975) se hace urgente el debate para llegar a soluciones que puedan satisfacer las necesidades que tendrá este grupo poblacional (y que serán muy diferentes de las necesidades que presentan los mayores en la actualidad).
No me gustaría resultar pesimista, pero si hoy en día sabemos que mueren personas estando en la LISTA DE ESPERA (con mayúsculas, porque es larga) de la Ley de Dependencia, es un hecho sopesable que este sistema pueda colapsar con la entrada progresiva de este baby boom. Y, por favor, focalicemos bien el concepto de personas (seres humanos, como tú y como yo, con los mismos derechos, que mueren cada día en su quinto piso sin ascensor, encerrados en su casas y esperando en LA LISTA).
Tampoco pretendo caer en una utopía, pero me va a ser complicado no pecar de ello; al menos así mantendré viva la esperanza.
Hacen falta camas
Los inversores en el sector residencial, son principalmente:
- El sector privado. Este es un sector que a la empresa privada le genera grandes beneficios.
- Las CCAA. La mayoría del capital que gastan en ello va a manos del sector privado, aunque reporta suficientes recursos a las personas beneficiarias del sistema de dependencia. Otras, como ya he comentado, se quedan a la espera.
- La iglesia.
Yo propondría un modelo de gestión mixto porque, puestos a creer que, de manera individual, algunos de las tres entidades anteriores va a poder solucionar el problema que se nos viene encima, prefiero creer en una gestión diferente, al que he llamado Modelo H, en honor a Josep de Martí Vallés, quien me ha brindado la oportunidad de publicar este artículo.
Modelo H: gestión mixta municipal, autonómica y privada
Este modelo parte de la posibilidad de un pacto social donde se proteja a la vejez, de igual manera que se hace con la sanidad o la educación.
Lo bueno de todo esto es que ya se destina una gran cantidad presupuestaria a los mayores y, cuando casi todos lo seamos, seremos la mayor cantidad de votantes, por lo que esto jugará a nuestro favor.
El sector residencial actual es muy atractivo para los inversores y una gestión público-privada mucha más estrecha que la actual también podría obtener beneficios para las partes: beneficios netos para el sector privado y beneficios que se deberían reinvertir en el sector público y en la Iglesia.
La entrada en el juego de los ayuntamientos, que podrían invertir en un sector que es más que rentable, podría ser la clave para llegar a más usuarios en un futuro.
El reparto de funciones de cada uno sería otro debate extenso y que podría dar lugar a múltiples posibilidades. Plantearé algunas más adelante.
El actual modelo de reparto de prestaciones podría, incluso, seguir dándose de igual manera a la actual: financiación total, financiación parcial o cofinanciada y la prestación económica vinculada al servicio, o cheque servicio.
Me parecería muy interesante la entrada en este modelo de entidades sin ánimo de lucro. Y es que creo que hay dos sectores de población que entran casi "por error" en dependencia de mayores. Estos serian las personas que no tiene más de 65 años, pero que tienen un 65% de discapacidad y las personas con trastornos mentales.
Los primeros son, por ejemplo, personas jóvenes que sufren las secuelas de un ICTUS o que tienen una discapacidad cognitiva. Los segundos son personas que presentan una clara dificultad de convivencia en este tipo de centros.
Para procurar entornos más adecuados para unos y para otros sería indispensable, en mi opinión, la entrada en este nuevo sistema de dependencia de algunas ONG como La Cruz Roja (que ampliaría su trabajo con personas dependientes) o el Grupo 5, que ya cuenta con la única residencia en la CAM para personas mayores con trastornos psiquiátricos.
Zonas urbanizables en zonas urbanas
Los emplazamientos donde se construyen las residencias son vendidos por los ayuntamientos. Obviamente, no se pagan al contado: según obtienen beneficios, van pagando la renta del suelo que se ocupa. Y he aquí la primera inversión que pueden hacer los ayuntamientos (utilizar su propio terreno y liberar a la empresa de un gasto, que puede emplear en la mejora de sus servicios: comidas, personal, animadores socioculturales, etc).
Las personas que viven en las residencias de mayores sufren una fuerte institucionalización. Es una población excluida de la sociedad, lo que les convierte en ciudadanos de segunda, son infantilizados y víctimas principales del edadismo actual.
Necesitan que las residencias sean construidas en zonas urbanas. Lo ideal sería que estuvieran al lado de un parque, cerca de un colegio, de unas instalaciones deportivas y/o de un centro cívico.
En el parque habría contacto social intergeneracional todos los días de sol, os lo aseguro. Y con zona de deporte y un centro cívico donde poder hacer actividades se podría avanzar hasta una plena inserción comunitaria.
La falta de personal sanitario
En mi modelo, el personal sería contratado en primera instancia por la empresa privada, pasando a formar parte de la plantilla de la pública en condición de funcionario pasado un tiempo estimado y si su trayectoria laboral es compatible. Pensar en un futuro mejor palpable es un incentivo esencial para el ánimo de los trabajadores.
Se ofrecerían becas a las auxiliares de geriatría/clínica para hacer estudios de enfermería en la universidad. Para devolver esas becas, deberán trabajar como DUEs por años con trabajo remunerado en el centro privado. Esta podría ser una buena idea para solucionar uno de los grandes problemas del sector.
Siento hurgar en la herida, pero hace falta más personal. Los ratios actuales son irrisorios. Los pliegos que firman los grandes grupos con la CAM incluyen en los ratios pactados a mantenimiento, el trabajador social y el director, por poner un ejemplo, como personal de atención directa al residente. Seamos serios.
Y es que los residentes que padecen un deterioro severo y que no pueden seguir pautas ni realizar terapias serían los grandes beneficiarios de esta medida: necesitan compañía, levantarse de vez en cuando y dar unos pasos, caminar por el centro sin perderse, estar un rato al sol. Cosas muy sencillas que les podrían aportar una mayor calidad de vida y un deterioro más lento de sus capacidades.
Sin más personal esto no sería posible, pues los cuidados básicos diarios ya suponen toda la jornada de cada turno de auxiliares en la actualidad.
Los cuidados en el hogar
Me he centrado en este artículo en las personas que quieren o necesitan un centro residencial. Por supuesto, lo ideal es que la persona permanezca en su entorno, siempre que se pueda y que haya verdaderos recursos para que esto pueda suceder así.
Hoy en día la mayor carga se la lleva el cuidador principal, que en muchas ocasiones es también una persona mayor que intenta hacer todo lo posible para mantener unos cuidados impecables hacia su esposo o esposa.
Existe cierta tendencia para municipalizar el servicio de atención domiciliaria. Tendencia que intentan frenar los ayuntamientos. Quizá el beneficio que pueda ocasionar la inversión de los mismos en el sector residencial pueda hacer que esa idea sea factible y conseguir que, la que puede ser la etapa más larga de nuestras vidas, sea un bonito final que merezca la pena vivir. Al menos es lo que todos merecemos.
Lo fundamental es que toda idea es poca para solventar los problemas que se nos vienen encima. Y tú, ¿qué otros modelos o soluciones propondrías?
Alicia López, trabajadora social sociosanitaria