Parece que las abuelitas chinas están empezando a hablar claro y lo que están diciendo no es muy del agrado de sus hijos. Quizás hoy mismo la señora Duan está sentada con sus amigas, también abuelas, en un parque de Sichuan charlando animadamente: "¡Mi nieto es un amor!, pero ya estoy un poco cansada". Duan lleva cinco años cuidando a su nieto ¡de cinco años! Los padres de la criatura trabajan mucho en una ciudad a más de mil kilómetros y están intentando ahorrar.
De vez en cuando ponen en las redes sociales alguna foto en la que aparecen de fiesta en los pocos días de descanso de que disfrutan. Cuando la abuela ve esas fotos en el teléfono que le dio su hijo para poder ver al nieto por videoconferencia, piensa: Y yo, ¿por qué no puedo ir de fiesta?
Esta imagen se está repitiendo en China, y como todo lo que pasa en China, ¡está pasando muchas veces! Lo que todavía es excepcional es que una abuela haya decidido demandar a su hijo para que le pague por la dedicación que ha ofrecido en el cuidado de su nieto. Siguiendo con la excepcionalidad, no sólo se ha aceptado la demanda sino que, además el juez le ha dado la razón y ha obligado a los padres a rascarse el bolsillo y pagar 82.500 yuanes (¡11.300 dólares!) a la abuela.
Como resultado, en China unos cuantos miles de personas mayores tienen la calculadora en la mano. Las redes sociales están que arden con historias de abuelos cansados de ser la "Guardería Gratis de los Abuelitos".
En las ciudades chinas, los abuelos (y especialmente las abuelas) llevan tiempo convertidos en el equivalente a Mary Poppins, pero con menos magia y más arrugas. Un estudio de 2017 reveló que, en las grandes metrópolis, 8 de cada 10 abuelos se habían convertido en niñeros a tiempo completo. Mientras los papás se aventuraban en la gran urbe, los abuelos del campo se quedaban con la tarea de criar a unos pequeños traviesos.
La política impulsada por el Partido Comunista Chino del “hijo único” lleva años generando familias en las que un afortunado niño (hay más niños que niñas por oscuras razones) ha tenido la suerte de ser mimado y, a menudo, consentido por cuatro abuelos.
Algunos se han ido mudando desde la China rural a las grandes ciudades, dejando atrás a sus amigos y aficiones. Y con el fin de la política del hijo único, muchas abuelas ahora tienen que afrontar el cuidado de más de un nieto. Mientras tanto, los padres vuelven a casa cansados del trabajo, confiando en que los abuelos hayan guardado un poco de energía para el siguiente round. ¡Es el círculo de la vida... y de la niñez en la China post industrial!
Hasta aquí lo que he leído en algunos medios. Ha pasado en China pero, ¿podría pasar en España? Aquí las abuelas esclavas también son una realidad. El éxodo rural a las ciudades pasó hace unos cincuenta años, pero la cantidad de personas que cuidan de sus nietos de forma habitual es elevadísima. Muchas lo hacen alegremente y encontrando en esa actividad algo que les lleva a realizarse como personas, pero ¿son todas?
He estado intentando encontrar datos y he dado con algunos interesantes. Me ha llamado la atención que en 2016 un 80% de los abuelos manifestasen ayudar económicamente a sus hijos, he leído sobre el “síndrome de la abuela esclava” y sobre cómo la decisión de convertir a un mayor en “cuidador esclavo” la toman en el 30% de las veces los hijos y no las propias personas. He sabido que en España, la mitad de los abuelos cuida a sus nietos casi todos los días y el 45% lo hace casi todas las semanas. Las abuelas los atienden diariamente 6,2 horas al día y los abuelos las siguen de cerca, con una dedicación de 5,3 horas al día. Es decir, ese "trabajo invisible" equivale casi a una jornada laboral.
He encontrado cuánto se estima que supone económicamente el cuidado informal que se presta a personas dependientes, pero no el cuidado de los abuelos.
No sé si en España prosperaría una demanda como la de China, pensemos que en ese país hace diez años que tienen leyes que obligan a los hijos a visitar a sus padres ancianos so pena de recibir una multa, por lo que queda claro que son amigos de las vías punitivas. De todos modos, siento curiosidad por saber lo que pasaría si alguien llegase a presentar esa demanda o si a nuestro gobierno se le ocurriese gravar de alguna forma esos “servicios no remunerados”.
Lo que queda claro es que, cuando hablamos de abuelos y nietos no hay chinos, occidentales o africanos. Sólo personas que un día pueden cansarse y sorprendernos a todos con una demanda.