Tras el anuncio del ministro de Sanidad, José Manuel Miñones, de que el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud debatirá a finales de este mes la eliminación de la obligatoriedad de la mascarilla en centros sanitarios, sociosanitarios y farmacias, el Círculo Empresarial de Atención a la Dependencia (CEAPs) exige al Gobierno que retire de forma inmediata su uso obligatorio en las residencias de personas mayores y denuncia que “España vuelve a estar a la cola de Europa en la actualización de políticas Covid”.
“Somos los últimos de Europa”, lamenta la presidenta de CEAPs, Cinta Pascual, quien recuerda que, al menos, 18 países europeos ya se han sumado a la retirada de las mascarillas en los centros residenciales. Ante esta discriminación que sufren los 400.000 usuarios de residencias en España, reclama que “las personas mayores vuelvan a estar en la cabeza del Ministerio y no a la cola de Europa”.
Por ello, solicita al ministro de Sanidad, en nombre de las personas mayores que viven en centros, que apruebe de manera urgente la orden que elimine la obligación de portar la mascarilla a los profesionales que trabajan en las residencias, así como a las visitas, para que las Comunidades autónomas puedan modificar sus respectivos protocolos Covid. “Es una medida ya innecesaria”, sostiene la presidenta de la patronal, teniendo en cuenta el control actual del Covid y el grado de vacunación de las personas mayores.
La opinión de CEAPs sigue la línea de ocho sociedades científicas que ya pidieron, sin éxito hasta el momento, la retirada de las mascarillas en hospitales y centros sanitarios en un artículo publicado en la revista 'Annals of Internal Medicine'. “Y, sin embargo, desde que el pasado 7 de febrero el Gobierno eliminase el uso obligatorio de las mascarillas en el transporte público, nada se ha movido”, asegura.
Para Pascual, seguir manteniendo su uso en el interior de los centros “perjudica a las personas mayores y a las personas con Dependencia que residen de ellos”, en su mayoría, más del 64% mujeres, mayores de 85 años, con pluripatologías y en gran parte de los casos con algún tipo de demencia.
Y perjudica en primer lugar, porque les acarrea problemas de comunicación, en especial a aquellos usuarios que presentan problemas auditivos. “El hecho de que los profesionales deban llevar tapada la boca les impide comprender con claridad sus mensajes”. En segundo lugar, porque ver a su alrededor mascarillas les ocasiona “problemas psicológicos y les recuerda constantemente la situación vivida durante la pandemia”. Y, en tercer lugar, porque los familiares, desacostumbrados ya a su uso, acortan las visitas a los residentes ante la incomodidad que provoca llevarla puesta.
“Las personas mayores necesitan ver sonreír a quienes les cuidan. Es una cuestión de satisfacción de los propios usuarios”, sostiene la presidenta, quien no comprende que persista esta obligación en el interior de los centros, máxime cuando las personas mayores salen al exterior y se rodean de personas que no portan mascarillas. “Es un sinsentido”, concluye.
Para terminar, Cinta Pascual era muy clara al respecto: “Exigimos que se elimine la mascarilla en los centros geriátricos en este país. En estos momentos sólo quedan cinco países que llevan la mascarilla, en los demás, toda Europa prácticamente, ha quedado eliminada. ¿Saben por qué? Porque sus políticos valoran la comunicación que nosotros tenemos que tener con los mayores. Hay que poderles hablar, hay que poder interpretar nuestra boca, nuestros gestos, porque la mayoría tienen demencia y la mayoría tienen problemas de oído y oye muy bajito. Por lo tanto, seamos prudentes y no lo hagan por los profesionales que nos dedicamos a esto, que no somos importantes. Los que realmente son importantes son las personas”.
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