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Reír más para vivir mejor: Ronda de Dalt Residencial abre las puertas a la risa

Taller de risoterapia en el centro Ronda de Dalt Residencial.
Taller de risoterapia en el centro Ronda de Dalt Residencial. (Foto: Ronda de Dalt Residencial)
Por Dependencia.info
martes 31 de mayo de 2022, 20:08h

El ser humano trabaja hasta 400 músculos con cada carcajada y sus efectos beneficiosos sobre el organismo son incuestionables: se lubrican los ojos, se despejan la nariz y los oídos, se oxigenan los pulmones, se consigue un efecto analgésico... La lista es extensa. Sin embargo, a medida que pasan los años, perdemos esta sana costumbre. Sonreír es un simple ejercicio que se realiza más de 300 veces al día en la etapa infantil y acaba decreciendo hasta las 60 veces de media en la edad adulta.

Cada vez que se produce este fenómeno el organismo reacciona positivamente, lo que hace de este acto natural una herramienta perfecta para aprovechar en terapias con ancianos. De esta premisa nace la nueva actividad de Ronda de Dalt Residencial: un taller de risoterapia confeccionado a medida para sus residentes.

La risoterapia, entendida como actividad de estimulación afectiva, cognitiva y física, produce una mejoría tanto en la respiración como en la circulación al beneficiar la oxigenación en sangre. La razón reside en la bioquímica: “la risa aumenta la producción de endorfinas en el cerebro, las llamadas hormonas de la felicidad, con un potencial analgésico que genera una sensación de felicidad y bienestar”, argumenta el equipo de psicólogos del Residencial, encargado de crear el taller acorde a su propia metodología basada en el bienestar personal.

Reír es mucho más que un gesto. Desde el centro apuntan que “la risa limita la producción de cortisol, neurotransmisor asociado al estrés, y favorece la liberación de dopamina, estimulando funciones cognitivas como la memoria, el aprendizaje o la atención”. En definitiva, es un ejercicio ideal para incorporar en el modelo de Atención Centrada en la Persona que sigue el Residencial, donde la calidad de vida de los residentes es la prioridad.

El taller se realizó por Unidades de Convivencia para fomentar la interacción y la integración de todos los componentes junto con parte del equipo auxiliar. Después de realizar unos ejercicios de relajación muscular para la distensión en los que ya se oyeron las primeras risas tímidas, los residentes pasaron de una fase a otra de la terapia como si de un juego se tratase, con la risa como absoluta protagonista, acompañada de múltiples carcajadas y una sensación de relajación generalizada.

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Sin percatarse, cada ejercicio iba estimulando aspectos tan importantes como la orientación espacio-temporal, la coordinación, la memoria y el aprendizaje, mejorando el funcionamiento neuronal y físico. Al mismo tiempo, se estaban potenciando la colaboración y el sentimiento de pertenencia a un grupo, factores sociales de un valor inconmensurable cuando se trata de sentirse útil, uno de los
conectores de la Tercera Edad con el mundo que le rodea.

Una experiencia tan gratificante que, llegado el momento de concluir la sesión, solo hubo una pregunta: “¿cuándo será la próxima?”, sugirieron algunas voces antes de retomar sus rutinas diarias con una actitud mucho más positiva.

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