En multitud de ocasiones hemos oído hablar de proyectos o actividades intergeneracionales, es decir, aquéllas en las que interactúan personas, no solo de distintas edades, sino de distintas generaciones, con formas distintas de hacer y entender la vida.
La experiencia puede ser muy interesante (o no, ya veremos) y para investigar sobre intergeneracionalidad, en 2018 se creó bajo la dirección del catedrático Mariano Sánchez la Cátedra Macrosad de Estudios Intergeneracionales gracias a un convenio suscrito entre esta cooperativa jiennense, Macrosad, y la Universidad de Granada.
Sánchez empieza explicando que "cuando en un buen proyecto intergeneracional participa una persona mayor, tal persona puede sentir que su red de relaciones reverdece". "Dado que somos seres relacionales, este reverdecimiento puede traer consigo razones renovadas para darle sentido a la vida", añade.
Nos lo aclara con detalle el director de la Cátedra Macrosad de Estudios Intergeneracionales:
¿Por qué es bueno un proyecto intergeneracional en general y con una persona mayor en particular?
Un proyecto intergeneracional no es ni bueno ni malo, simplemente es una intención: se trata de poner en marcha acciones para que suceda algo pero no se puede asegurar que sucederá. Por lo general, lo que se pretende que suceda es el impulso y la creación de relaciones entre personas de distintas generaciones, ya se trate de generaciones en el sentido familiar, histórico, de edad social u otro. Que un proyecto intergeneracional concreto pueda ser bueno o no depende de la valoración que se haga de esas relaciones de las que hablo.
Cuando en un buen proyecto intergeneracional participa una persona mayor, por la experiencia que tengo, tal persona puede sentir que su red de relaciones reverdece: conecta con nuevas personas, establece nuevas amistades, explora nuevas experiencias de contacto a través del tiempo (por ejemplo, con personas que tienen otras edades o que están en otras etapas de su ciclo de vida). Dado que somos seres relacionales, este reverdecimiento puede traer consigo razones renovadas para darle sentido a la vida.
¿Qué beneficios específicos para la salud aporta a una persona mayor una relación, una interactuación con un menor o adolescente?
Esa relación, esa interactuación puede aportar beneficios para la salud, pero no tiene por qué hacerlo. Esto es importante que quede claro. Por lo que sabemos, cuando aparecen estos beneficios suelen corresponderse, por ejemplo, con el mantenimiento de las capacidades cognitivas gracias al aumento de la interacción social. A largo plazo, si se realizan unos proyectos intergeneracionales de calidad, se puede lograr una disminución de síntomas depresivos y una mejora del estado físico, así como mayores satisfacción vital, autoestima y bienestar psicológico.
En el caso particular de las personas afectadas de demencia, cuatro tipos de beneficios aparecen asociados a una implicación adecuada en proyectos intergeneracionales: un sentido más positivo de sí mismas (autoconfianza, autoestima, continuidad, sentirse queridas, sensación de rejuvenecer, etc.), cambios en el estado de ánimo (menor ansiedad, más afectividad), comportamiento menos disruptivo y más activo por la mayor implicación social (con muestras expresivas de emociones positivas y capacidad de atención y ayuda a niños y niñas), y disminución de la pasividad (más participación).
¿Algunos ejemplos de proyectos intergeneracionales?
Proyectos hay muchos, de todo tipo. Por ejemplo, desde la Cátedra Macrosad de Estudios Intergeneracionales estamos llevando a cabo uno denominado Harmonía; consiste en poner en contacto telefónico a personas mayores deseosas de entablar nuevas relaciones con personas más jóvenes; surgió a raíz del aislamiento forzoso que la actual pandemia ha provocado.
Otra línea de trabajo habitual es la de los proyectos de mentorización intergeneracional, como es el caso del acompañamiento que personas mayores de SECOT —entidad que aglutina a empresarios/as de edades avanzadas, muchos/as de ellos/as jubilados/as— dispensan a jóvenes estudiantes del grado en Relaciones Laborales y Recursos Humanos que desean emprender. Algo muy parecido lleva años haciendo CONFEMAC en el marco del proyecto “Experiencia y juventud, fomentando el emprendimiento”.
En el País Vasco, personas mayores de BIZAN transmiten conocimientos y experiencias a jóvenes por medio de canciones, narraciones y juegos. También hay en nuestro país algunos centros intergeneracionales, como el CINTER de Macrosad tiene en Albolote (Granada); se trata de espacios en los que más que proyectos lo que se intenta es mantener una comunidad intergeneracional en interacción permanente en torno al bienestar y la felicidad de las personas, y a necesidades de educación o cuidados, por ejemplo.
Sobre la cátedra, ¿qué se investiga, qué proyectos aborda en estos momentos en esta Cátedra Macrosad de Estudios Intergeneracionales?
La investigación es, junto con la sensibilización, la formación y el asesoramiento, una de las constantes de la Cátedra. En estos momentos estamos embarcados en dos proyectos. El primero es el proyecto SIGA, financiado por la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación de la Junta de Andalucía y por nuestra Cátedra. Estamos estudiando cómo introducir una perspectiva intergeneracional en los Servicios Sociales; en concreto, tratamos de concretar un modelo óptimo de centro intergeneracional como espacio innovador en los Servicios Sociales comunitarios de Andalucía para dar respuesta a la falta de oportunidades de contacto, relación y participación entre diferentes grupos generacionales en nuestra Comunidad Autónoma.
+CINTER es el nombre del segundo proyecto. Con la financiación del programa FEDER Andalucía, estamos realizando el primer estudio sobre segregación generacional y edadismo en Andalucía; los resultados de este estudio nos servirán para diseñar una tipología de zonas de contacto intergeneracional adaptadas al territorio y a las condiciones de vida de la comunidad andaluza.
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