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La definición de ratios de personal gerocultor en el nuevo acuerdo: ¿ciencia infusa?

Por Alejandro Gómez Ordoki
miércoles 16 de febrero de 2022, 02:18h
Alejandro Gómez Ordoki, de Gestión en Servicios Sociales.
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Alejandro Gómez Ordoki, de Gestión en Servicios Sociales. (Foto: JC)

1ª parte. El presente

El borrador del “Acuerdo sobre Criterios de acreditación y calidad de los centros y servicios del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia (SAAD)”, en su versión de 27.01.2022, propone unas nuevas ratios de personal para centros residenciales y centros de día. Si contrastamos la propuesta con los datos analizados en el informe “El precio justo: lo que cuesta atender a una persona dependiente en un centro residencial”, presentado por Gerokon en la I Cumbre del Babyboom organizada por CEAPS (Madrid, 1 de octubre de 2021), nos encontramos con una realidad incontestable: las nuevas ratios, fundamentalmente para grados II y III del BVD, están sustancialmente por encima de lo contemplado en el conjunto de normativas autonómicas de acreditación/concertación (solo Gipuzkoa, con una ratio de 0’497 supera la propuesta, si bien con una jornada anual de 1.592 horas, equivalente a una ratio de 0,442 para la jornada de 1.792 horas/año contempladas por el convenio marco estatal). Un conjunto de normas de acreditación/concertación, por otra parte, con una vigencia media 11,4 años y, en algunos casos, alarmantemente obsoletas (Orden de 1 de julio de 1997 en Andalucía y Orden de 19 de marzo de 1998 en Aragón).

En el estudio de Gerokon, la ratio media de atención directa para la acreditación/concertación de plazas, en aquellas normativas que explicitan dicha ratio y en las que podrían asociarse las distintas etiquetas del nivel de dependencia a los grados II y III del BVD, se cuantifica en 0’281, muy por debajo de los 0’410 gerocultoras/es por residente contemplados en el borrador de acuerdo (niveles Ad1N y Ad2N para el año 2023). Como no cabría esperar de otra manera, aplaudo la intención de homogeneizar un mapa estatal absolutamente delirante en la actualidad, donde nada se parece a nada y en el que intentar extraer conclusiones de aplicación generalizada es un ejercicio de paciencia infinita. Aunque, realmente, querría que me dolieran las manos por el ímpetu de mis aplausos porque, además de armonizar las ratios en el periodo 2023-2025, se garantizaran unos precios públicos acordes a esa transición y, en paralelo, un copago asumible por las personas usuarias y/o sus entornos familiares. En definitiva, una financiación pública que soportara el incremento esperado en los costes de atención.

Asimismo, la investigación de Gerokon desvela otras cuestiones de interés. Demuestra que los costes del cuidado residencial a personas mayores dependientes son función directa de las ratios de personal. Sin embargo, la sensibilidad de esta relación causa-efecto no es igual en todas las comunidades. La principal razón es que la dependencia -entendida como necesidad de ayuda de tercera persona para la realización de las actividades básicas de la vida diaria- es, una vez más, un concepto heterogéneo. En todo caso, incluso cuando la norma correspondiente distingue perfiles de atención conforme al BVD, no lo hace con suficiente detalle y, además, tiende a agrupar bajo un mismo epígrafe el nivel de dependencia hasta hacerlo coincidir con el derecho subjetivo a ser beneficiario de un servicio residencial de titularidad pública o privado concertado (grados II y III del BVD). Este exceso de síntesis no refleja la variabilidad de los perfiles de atención y, por tanto, el valor de una ratio tan agregada difícilmente será representativa de la dispersión propia de las necesidades de atención personalizada para el conjunto de residentes de un centro. No, al menos, en residencias organizadas por lotes o servicios, y que en la actualidad asistencial del Estado constituyen el estándar más extendido (lo que podría conocerse como residencias 4.0 según Gustavo García, coordinador de Estudios de la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales).

Ni tan siquiera en caso de distribuciones simétricas (mismo número de residentes de grados II o de grado III), una ratio de personal gerocultor única y media sería representativa. Experimentalmente se constata que el consumo de tiempo de profesional no depende de la puntuación total en el BVD (grado de dependencia), sino de la configuración de dicho resultado (efecto en el tiempo de personal gerocultor de cada ítem de valoración o sumando). Así, en una norma que no contemplara las consecuencias de estos hechos demostrables, un residente con 92 puntos del BVD (grado III, nivel 2) no demandaría más ayuda de tercera persona que otro con 54 puntos (grado II, nivel 1). La realidad asistencial -ciertamente obstinada en algunas cuestiones- demuestra que sendos perfiles, 92 puntos y 54 puntos, precisan diferentes niveles e intensidades de atención y, por tanto, distintos tiempos de personal gerocultor. Si la norma no prevé que el mix de dependencia en los centros residenciales es algo dinámico y normalmente cambiante al alza en el medio plazo, podría perpetuarse la reivindicación de plantillas insuficientes para dar respuesta adecuada a perfiles progresivamente más demandantes.

Desde una perspectiva analítica, la definición de ratios de personal gerocultor es un problema estadístico. Este enfoque numérico se basa en tres observaciones empíricas de las rutinas asistenciales:

  1. El cuidado directo, o aquel conjunto de tareas que se ejecutan como consecuencia de una interacción entre las personas cuidadoras (profesionales) y las personas cuidadas (residentes), no consume recursos humanos (tiempo de profesional) de manera invariable a lo largo del día
  2. El tiempo de personal gerocultor, para una misma tarea, una misma intensidad de ayuda de tercera persona y una misma combinación de persona cuidada y persona cuidadora, no es constante durante días diferentes.
  3. El cronograma de atención diaria de cada centro para dar respuesta a un catálogo de tareas directas e indirectas a ejecutar por el personal gerocultor, es también una variable que comprueba si una ratio fija -como contempla el borrador de acuerdo- es suficiente o no para cubrir todas las parcelas de la atención “doméstica” en residencia, incluidos los intangibles del cuidado.

En esta dinámica de azar continuado, la estimación de plantillas de personal debería ser consecuencia de modelos descriptivos, inferenciales, experimentales y objetivos que doten de metodología científica la resolución de un problema con consecuencias innegables en la calidad del cuidado.

Exponer la discusión de las ratios de personal gerocultor desde modelos estimativos soportados en técnicas estadísticas busca superar la tentación de guiarse por ciencia infusa o, lo que es lo mismo, por la aplicación de modelos no científicos y, asimismo, actualizables por reacción a la disponibilidad presupuestaria, a los intereses políticos o a las reivindicaciones de determinados agentes. Además, la perspectiva científica reporta diferentes beneficios, a saber: hacia los propios centros, porque permite el contraste operativo de las plantillas para comprobar el potencial de respuesta a un mix de dependencia, un nivel de ocupación y un catálogo de tareas; hacia el sector, porque facilita el diseño de futuras redes residenciales en función de la evolución esperada en los niveles de atención (idea de especialización en los modelos de cuidados).

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