En todo el mundo, las personas mayores se han encontrado entre las más afectadas por el impacto de la COVID-19. Las autoridades sanitarias y de servicios sociales han apoyado, en diferente medida según el país y región, a los propietarios y operadores de residencias personas mayores a superar la situación de crisis y a crear una especie de “nueva normalidad” que todavía no acaba de consolidarse.
Sabiendo que no estamos a salvo de futuras pandemias o situaciones de crisis sanitaria, existe un consenso en que será necesario realizar cambios en el diseño y la construcción de nuevas residencias de 3ª edad hacia el futuro y encontrar formas de adecuar como se puede las existentes.
En los últimos años, las residencias para personas de la tercera edad se han intentado alejar del diseño orientado al cuidado de la salud a favor de espacios que parezcan más una casa donde se fomente un sentido de comunidad. La pandemia mundial, sin embargo, ha puesto de relieve nuevos desafíos de diseño en torno a la propagación de la infección en espacios de vida compartidos.
Los propietarios y operadores se encuentran con el dilema de construir nuevos centros y adecuar los actuales teniendo en cuenta la tensión entre la necesidad sanitaria basada en lo que es “objetivamente bueno” para los residentes y las “preferencias” de estos mismos residentes que quizás prefieran espacios y formas de atención que objetivamente no sean tan buenas para ellos. En la pasada pandemia nadie les preguntó si querían estar aislados en su habitación durante meses para evitar el riesgo de morir. Quizás si lo hubiésemos hecho algunos nos habrían sorprendido queriendo asumir el riesgo a cambio de no pasar tanto tiempo solos y aburridos.
Los arquitectos y diseñadores deben buscar estrategias que mantengan el bienestar físico, mental y emocional como una prioridad. Debemos ayudar a reducir la propagación de gérmenes a través del diseño, al mismo tiempo que creamos espacios en los que apetezca vivir y fomentan un sentido de conexión entre residentes, trabajadores y familiares.
Algunas líneas de actuación podrían ser:
Compartimentación
La capacidad de compartimentar será un factor clave en el futuro del diseño para las residencias de ancianos porque puede ayudar a reducir el número de interacciones con posibles fuentes de viruses.
Esto puede incluir:
- Diseños basados en unidades de convivencia: En Estados Unidos se ha planteado usar el concepto de los “compartimentos de humo” que exigen las normativas de bomberos, para crear unidades que llegado el caso pudieran servir para evitar que un virus se pudiese extender por toda la residencia. No quiere decir que sean totalmente estancos sino que permiten, llegada la ocasión, dividir la comunidad en espacios que no se mezclan, pero que aún brindan servicios de cuidado, pequeños hogares dentro de uno más grande.
- Diseñar alrededor de un nodo común: Se podrían diseñar residencias más grandes si las unidades de convivencia conectan a su vez con un nodo común. Esta capacidad de conexión puede permitir la flexibilidad del personal y los recursos en una situación de emergencia, al tiempo que mantiene el beneficio de tener menos personas en contacto con los hogares separados.
- Aislamiento zonal en los sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado puede garantizar que los residentes y empleados no solo estén aislados de la propagación por contacto y la contaminación cruzada física, sino también a través de la exposición a gotas y partículas a través del aire. Las instalaciones eléctricas y de plomería sin contacto pueden reducir aún más la propagación de enfermedades al limitar el número de personas que tocan superficies compartidas.
- Modelo de casa pequeña. Así llaman en Estados Unidos a las unidades de convivencia más pequeñas, para entre 10-12 personas a diferencia de unidades más grandes que pueden ser de hasta 30. Estas imitan la apariencia del hogar al tiempo que limitan la cantidad de personal y residentes en un espacio compartido.
- Limitar el número de personas ajenas a la residencia que entran y tienen contacto con los residentes también puede ayudar a reducir la exposición a los patógenos. Varias consideraciones de diseño podrían eliminar o reducir la entrada regular de personas que entregan correo, paquetes, alimentos y suministros, así como fuentes de personal de terceros para servicios como salones y clases de gimnasia.
- La ubicación de todos los espacios que requieren acceso de operadores externos en el perímetro exterior de un edificio al que se accede directamente por una entrada a esos espacios, reduce significativamente la interacción de fuentes externas dentro de la comunidad. Estos pueden diseñarse arquitectónicamente para que parezcan fachadas de tiendas, dando la apariencia de un diseño de uso mixto para visitar el salón o peluquería, gimnasios y más.
Del mismo modo que limitar el número de personas que ingresan al edificio puede ayudar a prevenir la propagación de gérmenes, también puede limitar el número de personas que entran a los espacios habitables individuales.
Tecnología
Los avances tecnológicos también jugarán un papel importante en el futuro del diseño para comunidades adultas que envejecen. La tecnología puede reducir la propagación de gérmenes, limitar la cantidad de interacciones con posibles fuentes de gérmenes y ayudar a los residentes a sentirse conectados durante tiempos de cuarentena y distanciamiento social.
Algunos ejemplos incluyen:
- Las plataformas de conferencias virtuales (Skype, zoom, meet), y las opciones de ejercicio y entretenimiento pueden ayudar a las personas mayores a sentirse conectados con sus seres queridos y el mundo exterior.
- Las aspiradoras robóticas y los robots de preparación de alimentos pueden ayudar a reducir la cantidad de personas que ingresan a las habitaciones y zonas privadas.
- Tecnologías como Microban utilizan tecnología antimicrobiana de iones de cobre y plata, que puede ayudar a eliminar el crecimiento microbiano en superficies sólidas.
- Algunos productos están demostrando éxito al utilizar la luz para matar bacterias. Por ejemplo, las luces ultravioleta de amplio espectro.
La nueva normalidad
Además de la compartimentación, la tecnología y las estrategias para reducir la entrada a edificios y suites, el diseño de interiores y los modelos innovadores como los planos de planta apilables también tendrán un papel más destacado en la creación de espacios de vida compartidos que satisfagan las necesidades tanto de seguridad como de la comunidad.
Aunque aún no se han visto muchos de los efectos a largo plazo de COVID-19 en la industria de las viviendas para personas mayores, está claro que un diseño y una arquitectura bien pensados pueden ayudar a frenar la propagación de enfermedades sin sacrificar la hospitalidad.
Artículo inspirado en una noticia aparecida en un periódico de Colorado (Estados Unidos).