Los presidentes eméritos de la Asociación Madrileña de Enfermería Geriátrica (AMEG), Eduardo Seyller y Antonio Peñafiel, han explicado a Dependencia.info cuál debe ser, según su punto de vista, el cambio que debe producirse en los centros residenciales de personas mayores después de la pandemia del coronavirus.
Opinan que el cambio que ha de producirse "supone habilitar centros donde se combinen necesidades sanitarias varias y complejas, como la posibilidad de la aparición de una pandemia, con el calor de ser el hogar del residente".
¿Provocará la pandemia del coronavirus un cambio del modelo en las residencias?
Definitivamente si. El modelo de atención residencial ha ido evolucionando hacia un modelo donde se consolide una atención social de peso, porque no debemos olvidar que somos un recurso social, con una asistencia sanitaria de calidad.
La perspectiva en lo social pasa por un modelo de “atención centrado en la persona” donde la arquitectura, el entorno, la vida de los centros sean el hogar del residente. Un medio protésico, que compense la discapacidad del usuario si aparece, y terapéutico, basado en el aumento de la autonomía del mayor. Todo ello con un enfoque individualizado de aumento de su calidad de vida.
Lo sanitario pasa por dar una cobertura especializada que cubra el espectro asistencial de todos los tipos de usuarios que se atiende en residencias; deterioro cognitivo, residentes con complejidad clínica, cuidados paliativos, post-agudos, usuarios de centro de día, convalecencia, etc. Este tipo de servicios requiere profesionales muy bien formados, y que el sistema sanitario suministre recursos al sistema social residencial; y que la coordinación con el mismo, sea continua y de alta intensidad.
La aparición de la pandemia de COVID-19 ha puesto a prueba a las organizaciones que prestan servicios a mayores, poniendo de manifiesto la alta capacitación de los profesionales cualificados, siendo más importante que nunca la función de los especialistas en geronto-geriatría.
Todo esto va a requerir una revisión y la exigencia de unas competencias en los recursos humanos que trabajen en residencias en el futuro y que contemple la capacitación para atender grandes pandemias en estos centros.
¿Por dónde debe pasar ese cambio principalmente?
El cambio supone habilitar centros donde se combinen necesidades sanitarias varias y complejas, como la posibilidad de la aparición de una pandemia, con el calor de ser el hogar del residente.
Este modelo convergente, pasa necesariamente por incorporar a la familia como usuario del centro, y como cómplice de la calidad de vida del residente.
Desde esta visión; bastante paradigmática; esta pandemia ha acelerado la necesidad de resolver este modelo, profundizando en:
- La necesidad de establecer unos compromisos éticos de no discriminación en el modelo sanitario, de atención a mayores y discapacitados, por el solo hecho del factor edad y discapacidad.
- Potenciar el desarrollo de las instrucciones previas en los centros, que indiquen cuando el residente no tenga lucidez, cómo quiere ser atendido llegando a una situación límite.
- Desarrollar un modelo de atención y coordinación sanitaria, con el uso de nuevas tecnologías como las videoconferencias.
- Uso de videoconferencias para poder decidir situaciones como la derivación al hospital, poder hablar con el residente, etc.
- Necesidad de preparar a los centros para grandes pandemias como la que estamos viviendo: Habilitar espacios de aislamiento, formación del personal, recursos materiales para atender posibles pandemias.
- Incorporar en el catálogo de atención, el duelo y la atención a la familia ante problemas de salud.
- Establecer un sistema auditor, que evalue la capacidad de una residencia a responder a una catástrofe.
Para concluir, en una sola frase: “Las residencias del futuro deben ser espacios humanos, cálidos, que respondan de forma lo más autónoma posible y coordinada con el sistema de salud a las necesidades bio-psico-sociales-y funcionales de los mayores que atienden”.
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