Paredes frías

Cuando pisé por primera vez una residencia de ancianos tenía apenas quince años, mi abuela desafortunadamente sufría de Alzheimer.

No os voy a engañar, la sensación en aquel momento no fue agradable. Quizás, porque empecé a entender por aquel entonces, que la vida era finita y que la que una vez se mostró como una mujer valiente y fuerte, se había convertido en un ser de trapo.

Tampoco me resultaba positiva la frialdad de las paredes de aquel lugar, ni la indiferencia de sus cuidadoras, pero reconozco que no vi ningún maltrato ni nada semejante.

De aquello han pasado más de dos décadas, las normativas han cambiado en muchos sentidos, y a los trabajadores del sector sociosanitario se les exige formación y certificados de profesionalidad.

Uno de mis primeros clientes cuando fundé mi empresa, MKT Salud, fue una asociación regional de empresarios del sector de la geriatría, a los que asesoré en materia de marketing y comunicación.

Seré honesta, teniendo en cuenta mi experiencia previa, no era el tipo de empresa que más deseaba, pero cuando comienzas un proyecto no sueles rechazar ofertas como esa. Tras comprometerme con ellos, lo primero que hice fue visitar sus residencias y así hacerme una idea de primera mano, objetiva y renovada, de cuál era la realidad, en aquel entonces.

Esto es lo que vi: espacios impecablemente limpios, nutricionistas adaptando los menús según las necesidades, psicólogos dando apoyo emocional a familias y residentes, pero sobre todo vi, cuidadores cogiendo la mano, sonrisas, directores médicos preocupados cuando algo no iba bien, vi calidez humana y profesionalidad.

Sí, en este sector existe gente desalmada, poco profesional, aprovechados, y un largo etc. Pero es que, tras mis casi 20 años de trayectoria profesional puedo afirmar que en todos los sectores en los que he trabajado existen malas personas. Después de todo, no es la profesión sino la condición humana de algunos.

Me gustaría explicar a muchos familiares también, que un centro residencial no es un hospital. No tienen la misma normativa, por que para empezar pertenecen a la Consejería de Bienestar y no a Sanidad. Son espacios para cuidar, no para curar. Y tengo la impresión que esta diferencia no está del todo asumida por la sociedad.

También escribo para reivindicar el papel de este sector durante la pandemia del covid19, si la protección no llegó a los hospitales, imagínense lo que ha pasado con los centros residenciales.

Ayer escuchaba a una mujer en TV quejándose porque no la habían llamado para informar sobre su madre en 15 días. Entiendo su malestar, pero también empatizo con los profesionales de esa residencia.

Me los imagino intentando proteger a sus residentes y a si mismos, sin medios y buscando soluciones para que los más graves pudiesen ser trasladados a un hospital. Intentando mantener la calma dentro del caos. Y no me gustaría estar en su piel, cuando cada día fallecían tantas personas y no contaban con ayuda ni permisos para trasladarlas a otros lugares.

Desde luego, habrán existido negligencias y mala praxis, pero la imagen negativa ofrecida de este sector no es justa, ni para los profesionales ni para las personas que cuentan con familiares residentes.

Un centro sociosanitario no es ya ese lugar de paredes frías, la realidad se asemeja más a una cocina de las de antes, donde existía calidez y nos reuníamos todos a comer, por que ellos son precisamente una pequeña-gran familia.

Echando al vista atrás, debo decir que no solo estoy agradecida a aquel cliente por ayudarme en mis primeros pasos como empresaria, sino que con ellos aprendí la importancia de la humanidad cuando trabajas con y para personas dependientes.

Mi aplauso de hoy va por todo el sector sociosanitario.

Paula Suárez, Cofundadora & Directora de MKT Salud, una consultora de estrategia sanitaria con más de 15 años de experiencia profesional, conferenciante en eventos médicos y profesora universitaria.

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