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La FED denuncia el gravísimo error que están cometiendo las autoridades sanitarias con las residencias de mayores

Ignacio Fernández-Cid
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Ignacio Fernández-Cid (Foto: Javier Cámara)
Por Ignacio Fernández-Cid
jueves 02 de abril de 2020, 15:52h

El desvío de personal sanitario y material protector hacia los hospitales, en detrimento de la atención en residencias de mayores, supone un grave error, si se hace como se está haciendo de forma indiscriminada.

Es fácil comprender que los enfermos cuando se encuentran en un hospital, en fase aguda de su enfermedad, en la que pueden perder la vida, requieren el mayor esfuerzo, consumo de medicación, utilización de instrumentos materiales y apoyo de recursos humanos que podamos ofrecerles.

Pero es igualmente comprensible que a una residencia de mayores, población diana de un virus como el Covid-19, debemos dotarla de materiales de protección, recursos humanos y materiales necesarios para evitar, en una labor preventiva adecuada, que enfermen sus residentes. Máxime cuando la testaruda realidad de las cifras hace hincapié en la vulnerabilidad de las personas mayores: el 87,58% de los fallecidos tienen más de 70 años (Ministerio de Sanidad, datos a 22/03).

Sería absurdo, olvidar la prevención para centrase únicamente en la curación. La mejor manera de evitar el colapso en los hospitales es evitar que se propague la enfermedad, es decir, llevar a cabo una adecuada política de prevención.

Esta política de prevención ha sido bien entendida por nuestras autoridades ordenando el confinamiento de todas las personas en sus domicilios y el cese de las actividades productivas y de servicios no esenciales.

Sin embargo, esa labor preventiva decae incomprensiblemente cuando hablamos de las residencias de mayores. Y no sólo decae la acción preventiva, sino que agravan la situación, llevándose a profesionales de las residencias a los hospitales o retrasando el suministro de materiales.

No se trata de cerrarse en banda y negarse a que nuestro personal deje las residencias para ir a los hospitales, pero tampoco se trata de que las residencias queden en cuadro y sin capacidad alguna de respuesta.

Las residencias de Madrid nos muestran preocupación por requerimientos de información desde la Administración sobre plazas libres y suponen que es para valorar ingresos por COVID-19. Con lo hasta aquí expuesto, cualquier lector puede deducir lo incoherente de tal pretensión: sobrecargaría al recurso más debilitado y pondría en riesgo a sus residentes sanos.

Consideramos más acertado, en la medida en que evitaría nuevos contagios, dotar apropiadamente de recursos sanitarios a alguno de los grandes centros residenciales madrileños y dedicarlos exclusivamente a cuidar y curar de mayores afectados el por COVID-19.

Las residencias en España están perfectamente preparadas para desempeñar su labor que es la de cuidar a nuestros mayores.

La mayoría de las residencias adoptaron, incluso antes de que fuera preceptivo, protocolos y medidas de aislamiento para evitar la propagación del virus. Pero lo inevitable es que el personal entra y salga del centro a sus casas, o de una habitación a otra. Y en esto sólo las medidas preventivas y de protección son eficaces.

En estos momentos hay que saber conjugar con acierto “curar y cuidar; prevenir y sanar”. Y si somos pocos y tenemos pocos medios, repartamos la faena de forma inteligente y proporcionada para cubrir en la medida de lo posible los dos frentes.

Lo que no podemos hacer es vestir a un santo desvistiendo a otro.

Ignacio Fernández-Cid, presidente de FED

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