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¿Quién prepara y quién administra la medicación?

Por Josep de Martí

En la residencia Las Marismas, de la que por cierto eres directora, hace ya algún tiempo que la contratación y mantenimiento de profesionales de la enfermería resulta un trabajo arduo. Aunque pagáis algo más de lo que establece el convenio colectivo, os cuesta mucho encontrar a enfermeras para trabajar en la residencia. Casi todas las que llegáis a entrevistar y deciden sincerarse os dicen que preferirían trabajar en el sector público o en algo más relacionado con la sanidad: las condiciones laborales son más favorables y el salario más alto. Eso hace que en los últimos años hayáis tenido más rotación de la que os hubiese gustado y que en temporadas, como el verano, incluso hayáis tenido que arriesgaros a trabajar con menos enfermeras que las que deberíais al no haber podido encontrar sustitutas.

Ante esta situación, y gracias a la implicación en el trabajo de algunas gerocultoras/auxiliares y de una enfermera que lleva años trabajando en la residencia, alguna labor que en rigor correspondería llevar a cabo a la diplomada en enfermería, la están llevando a cabo, bajo su supervisión, algunas auxiliares que llevan más tiempo y se han ido formando. La idea era que, si los tribunales aceptaron que algo como administrar insulina y heparina podía ser llevado a cabo por las auxiliares, bajo la supervisión de la enfermera (algo que ahora se encuentra de forma expresa recogido en el convenio colectivo dentro de las funciones de la gerocultora), otras cosas, como preparar la medicación, también podría seguir el mismo camino.

Fragmento de la sentencia del Tribunal Supremo de 12 de julio de 2010


  • Colaborar con el personal sanitario en la administración de la medicación. De las funciones de la gerocultora en el VII Convenio colectivo marco estatal de servicios de atención a las personas dependientes y desarrollo de la promoción de la autonomía personal (residencias privadas de personas mayores y del servicio de ayuda a domicilio).

Tal como funciona la residencia las Marismas, en lo que a medicación se refiere, una parte viene emblistada desde una farmacia y otra, como los colirios o pomadas, se preparan en unos contenedores especiales para su administración. Normalmente lo hace una enfermera siguiendo unas instrucciones escritas que ella misma ha preparado. Desde hace algún tiempo son dos auxiliares las que, cuando la enfermera no está de turno, preparan esa medicación siguiendo esas instrucciones. El resto viene preparada desde la farmacia por lo que sólo hay que administrarla. Sabemos que no es lo más correcto, pero ellas están de acuerdo y, para asegurarnos de que se reduce al máximo el riesgo, tanto la enfermera como la médico del centro llevan un control periódico.

Ahora nos han llegado unas sentencias del Tribunal Superior de Justicia de Cantabria en la que se falla contra una residencia que despidió a unas gerocultoras que se negaron a colaborar en la preparación de la medicación con argumentos como que "una cosa es colaborar -puntualmente- con el personal sanitario en la administración de la medicación y otra, al margen de sus cometidos, preparar y administrar los medicamentos, tareas que no son propias de un gerocultor”, o "El hecho de negarse a realizar una actividad que puede poner en peligro la salud y la vida de terceras personas, no puede ser calificado, como hace la empresa, como desobediencia grave, ni como negligencia, pues dicha acción no ocasionó quebranto de la disciplina ni tampoco perjuicio notorio".

La lectura de la sentencia y de las funciones del gerocultor del convenio colectivo nos ha producido sentimientos encontrados. Por un lado, queda claro que no podemos “obligar” a las gerocultoras a hacer algo que queda fuera de sus funciones. Nosotros no estamos obligando a nadie, todas las profesionales que participan están aparentemente satisfechas sobre cómo están actuando. Así, la sentencia no nos preocupa tanto. Por otro lado, parece que estamos protegidos, ya que la “preparación” de la medicación la están haciendo desde la farmacia. Cada día nos llegan unos envases con las pastillas que toma cada residente, repartidas por tomas y ajustadas a sus prescripciones. Las auxiliares sólo tienen que sacar la pastilla del recipiente, dársela al residente correspondiente y anotar que lo ha hecho.

En lo referente a colirios, jarabes y pomadas, la enfermera o una de las auxiliares comprueban quién debe tomarlas y ponen el envase en el carrito junto con el registro. Quien los administra debe hacerlo y anotarlo después. La “preparación” consiste únicamente en poner los recipientes y el listado de registro en el carrito de medicación. ¿Debería considerarse eso como “preparación de la medicación”?

Estamos hechos un lío.

Una parte de nosotros nos dice eso de “si funciona, no lo toques”. Si empezamos a preguntar seguro que descubriremos que hay que cambiar. Si pudiésemos encontrar un par de enfermeras más, aunque sólo viniesen a jornada reducida, podríamos arreglar todo, pero eso lo hemos intentado y no lo conseguimos.

Hemos reunido a las enfermeras que tenemos, a la médico y a las dos auxiliares que colaboran en la preparación, pero todavía no sabemos exactamente lo que les vamos a decir.

¿Tú qué harías?

Autor Josep de Martí Vallés

Jurista y gerontólogo. Profesor del Máster en Gerontología Social y de Dirección de residencias en varias universidades. Director de Inforesidencias.com y Eai consultoria.

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