La Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en situación de Dependencia (conocida como Ley de Dependencia o LAPAD) cumplirá este diciembre dieciocho años. O sea que La Gemela Siniestra, según el cuento que escribí en 2010, alcanzará su mayoría de edad. Parece que hay una intención de introducir modificaciones o cambiarla por completo. El problema es que, como estamos en la situación política que estamos, con un gobierno de coalición con componentes, digamos, “asimétricos”, las cosas se nos muestran especialmente complejas.
Hace pocos días, la directora general del Imserso, Mayte Sancho hablaba en un acto sobre una próxima modificación de la Ley, avanzando públicamente las líneas de la modificación, aunque sin entregar ningún texto. Después ha sido el ministro de Derechos Sociales, Pablo Bustinduy, el que ha dicho que el Gobierno ya tiene preparado el texto de la reforma para ser aprobado, también sin entregar ningún texto que se pueda examinar.
Eso sí, han destacado en sus intervenciones algunos puntos de lo que “será” la nueva Ley que podemos resumir en estos trece:
En teoría, el común de los mortales desconocemos el texto de la nueva ley y, aun así, en algunos medios se publicó hace unos días que ellos sí lo tenían, o sea que alguien se lo había “filtrado”, pero no lo hicieron público.
La directora general del Imserso dijo en su intervención que “esta reforma está todavía en el cajón, ha salido un poquito y se ha encontrado con el Ministerio que tiene que ver con la financiación y con el dinero y entonces ahí está un poquito parado”.
Es al leer esto cuando creo que empiezo a entender las cosas. El ministro Bustinduy no es del PSOE sino de Sumar, o sea que quien ha redactado ese proyecto de reforma de la Ley no es “el gobierno” sino “la parte accesoria del gobierno”, aquella que hace propuestas que después “la parte principal del gobierno” negocia y utiliza como herramienta de negociación con los socios que no están en el gobierno, pero son necesarios para que se aprueben las leyes que propone el gobierno. ¿Complejo? Es la política, amigo mío.
Así, un partido condenado a la casi irrelevancia intenta sacar la cabeza y tener visibilidad. Sabe por experiencia que lo que dice y hace puede ser siempre descartado. Así que lo que tiene valor no es que se lleven a cabo las políticas que anuncia sino únicamente el anuncio mismo, la repercusión en medios y redes. ¿Confuso? Es “el relato”, amigo mío.
Y aquí estamos. Esperando que alguien nos dé el texto, o nos confirme si uno que nos ha llegado es aquél del que todo el mundo habla. Y mientras tanto, se acerca inexorablemente el final de este año en que la Ley de Dependencia cumplirá los 18 años y en que podamos decir que sea como sea, la ley ha tenido luces y sombras aunque no el efecto que pretendió cuando se redactó y proclamó: crear el cuarto pilar del Estado de Bienestar. Eso, no lo ha conseguido, por lo menos durante su minoría de edad.