dependencia.info

De "por favor" y "gracias" a gerocultoras robóticas

Por Josep de Martí
miércoles 23 de abril de 2025, 15:01h
Josep de Martí, fundador de Inforesidencias.com
Ampliar
Josep de Martí, fundador de Inforesidencias.com (Foto: JC/Dependencia.info)

Hace poco fue noticia que decir "por favor" y "gracias" a los sistemas de inteligencia artificial (IA) está suponiendo un coste millonario para las empresas tecnológicas que ofrecen esos servicios. Cada palabra que se añade a las estrictamente necesarias, por insignificante que sea, consume tiempo, energía y recursos de procesamiento. Si encima, la palabra que se añade obliga al sistema a cambiar el tono de la respuesta, el consumo de recursos es aún mayor.

Es curioso, ¿no? Resulta que ser educado cuesta dinero. Un pequeño detalle que encierra una paradoja fascinante: al hablar con amabilidad estamos enseñando a la IA cómo ser más humana, algo que, según como sea visto puede ser bueno o malo.

Y ahí es donde empieza lo interesante y lo que acerca la cuestión al mundo geroasistencial. Porque si algo puede acercar a las máquinas al cuidado de personas mayores no es solo su capacidad de levantar a alguien sin hacerle daño o de administrar una medicación con precisión suiza, sino la forma en que se comunican. Esa manera de hablar que da paz, que genera confianza, que parece salida de una buena profesional, de esas que hacen que la señora Carmen diga: "¡Qué maja es esta chica!".

Lo que nos separa de un futuro con robots/gerocultoras trabajando en residencias no es solo la robótica aplicada al movimiento fino o a la delicadeza de un roce, campos en que se está avanzando muchísimo. Es, sobre todo, la capacidad de simular lo que llamamos empatía. Y digo "simular" sin ánimo de menospreciar. Porque yo, lo confieso, no soy siempre el mismo. A veces soy ese Josep paciente, empático y agradable que muchos querrían tener cerca. Y otras, soy el Josep borde, el seco, el que mejor que se vaya un rato.

Cuando tengo un día malo no "me sale" de forma natural ser el Josep simpático, pero sé que para sobrevivir ese día tengo que esforzarme por parecerlo, así que me veo obligado a simular empatía. Mi razón intenta imponerse a mi emoción, así que me esfuerzo, aunque no siempre lo consigo. Las claves en esos momentos son: ¿Qué es lo que hace que a veces caigamos bien y otras no? ¿Podría un sistema analizar esos factores, codificarlos y replicarlos? Las empresas que comercializan sistemas de IA creen que sí y están gastando mucho dinero en conseguirlo.

Imaginen que un robot toma lo mejor de Judit, lo más cálido de Luisa y la delicadeza de Juana. Que detecta los tonos de voz, las pausas, las miradas y las combina en un solo perfil amable, profesional y constante. Puede que el resultado sea sólo una voz que sale de un altavoz situado en la mesilla de noche o incorpora algo que puede moverse e interactuar físicamente con los residentes manteniendo esa calidez. ¿No querríamos a alguien así atendiendo a residentes mayores? ¿No querríamos nosotros mismos, si llegamos a necesitarlo, sentirnos atendidos por alguien que no tiene un mal día, que no está cansado, que no proyecta sus problemas y que incluso se va adaptando a mí cada vez que nos relacionamos?

¿Es ciencia ficción? ¿Falta mucho? A finales de mayo nos vamos a Japón en el viaje geroasistencial número 50 de Inforesidencias. Cincuenta viajes. Cincuenta ocasiones para ver, escuchar, aprender y, sobre todo, asombrarse con lo que ya está ocurriendo en las residencias de otros países. En Japón ya tienen robots que limpian, que sirven bandejas y que acompañan. ¿Están sustituyendo a todo el personal humano? No. Pero la dirección está clara, y si no nos subimos al tren ahora, dentro de poco solo podremos correr detrás.

Espero intentar encontrar respuestas durante el viaje a Japón, donde nos van a atender en varias residencias, empresas y una universidad, con el hilo conductor del uso de tecnologías en el país más envejecido del mundo. La última vez que estuve me comentaron que el uso de algún tipo de tecnología permitía que la administración relajase en parte las exigencias de ratio de personas, pero no se planteaban, de momento, una sustitución total de personas por robots.

Ahora, que vuelvo a visitar ese país, sé que las cosas avanzan en esa dirección, no por un amor especial hacia la robótica, sino por la dificultad de contratar y mantener personal profesional en las residencias.

A medida que nos acercamos al momento en que la “sustitución” sea posible hay que empezar a preguntarse ¿sería eso malo? Yo creo que plantearía un problema si esos robots dejasen sin empleo a miles de gerocultoras. Pero no lo sería si viniesen a cubrir puestos que hoy están vacantes. Porque no nos engañemos: hay muchas residencias que no encuentran personal. Y no, no es sólo un problema de salarios y condiciones laborales. Es una combinación de la tendencia demográfica y de que hablamos de un trabajo duro, muy duro, y que no todo el mundo está dispuesto o capacitado para desarrollar.

Si vislumbramos un poco un futuro con miles de robots en residencias, tiendas y oficinas surgen preguntas nuevas ¿Tendrán que cotizar los robots? ¿Pagarán las empresas un impuesto de sustitución? No lo sé. Pero lo que sí tengo claro es que este debate hay que empezarlo ya. Porque si algo nos enseñó la irrupción de ChatGPT es que la tecnología no siempre avanza despacio. Un día te dicen que existe, no prestas atención y al cabo de un año está en todas partes. Si no tenemos respuestas pensadas, tendremos que improvisar, o peor aún, tendrán que improvisar nuestros gobernantes. Y en temas de cuidados, improvisar nunca es buena idea.

Así que sí, tal vez un día un robot reemplace parte del trabajo humano en el cuidado de mayores. Y tal vez nos sorprenda comprobar que ese robot, amable, delicado, constante, no es nada de lo que temíamos. Quizá, incluso, nos demos cuenta de que eso que llamamos "calor humano" también puede ser analizado, aprendido y replicado. Como una receta, como una melodía, como un "por favor" o un “gracias” que añade coste un día y al día siguiente permite simular empatía y trato humano haciendo la vida de las personas dependientes más agradable en un mundo en el que contratar a trabajadores humanos para el cuidado se acabará convirtiendo en un lujo.

En la redacción de este texto he utilizado en parte la ayuda de ChatGPT. Las ideas y el texto original son míos.

Autor del texto Josep de Martí Vallés. Jurista y Gerontólogo. Fundador de Inforesidencias.

Síguele el Linkedin: https://www.linkedin.com/mynetwork/discovery-see-all/?usecase=PEOPLE_FOLLOWS&followMember=josep-de-marti-valles

Valora esta noticia
0
(0 votos)
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios