Créanme, interés cero en recordar el que sin duda ha sido el peor momento en la vida de muchas personas y, especialmente, de las que vivían y trabajaban en una residencia. Pero es que la constante politización de un asunto tan grave desvía la atención de las verdaderas necesidades de un sector, el de la atención a las personas mayores, por lo general olvidado, hacia agendas partidistas.
La realidad informativa sobre las residencias de personas mayores y la gestión que se hizo en ellas durante la pandemia así lo corroboran casi todos los días. No se buscan soluciones, sólo culpablesen el equipo contrario.
No solo en el geroasistencial, en cualquier ámbito la politización socava la búsqueda de soluciones efectivas, impide el progreso, genera divisiones y, sobre todo, debilita la confianza de los ciudadanos. Si hablamos de residencias, la guerra entre los partidos políticos obstaculiza la cooperación entre partes interesadas, como son las administraciones y las empresas proveedoras de servicios.
Se equivocan, en lugar de buscar el bien común, se privilegian intereses políticos estrechos. Se trivializan problemas serios y sensibles, problemas de verdad, dejando a la población vulnerable sin una respuesta adecuada a una necesidad, es de sobra conocido, creciente.
Todos recordamos, aunque deseamos olvidar, el caos generado por la pandemia de COVID-19 en las residencias de personas mayores: nadie sabía a lo que nos enfrentábamos, nadie imaginaba lo que iba a pasar, nadie estaba preparado y se improvisó con lo que había. Faltaban mascarillas, equipos de protección individual (los famosos epis), medicación, camas hospitalarias, respiradores, y personal, pero después del fallecimiento faltaban servicios funerarios y un lugar al que llevar a los que murieron. Faltaron protocolos. Lo que valía un día no servía para el siguiente.
Sinceramente, ¿algún político o no político sabía lo que había que hacer?
No culpo a los políticos de las muertes, pero tampoco fue mérito suyo que en muchas residencias no hubiera usuarios fallecidos.
Entiendo pero no comparto que la polarización política hoy en general lleva a hacer causa ideológica y sectaria de cualquier argumento que pueda servir de arma arrojadiza contra el rival político. Pero se mete en medio, en la caso de la gesión de las residencia durante la pandemia, a los que más la sufrieron y lo que debería ser un esfuerzo unificado para proteger a nuestros seres queridos mayores se ha convertido en un campo de batalla.
Los políticos, en lugar de tomar decisiones basadas en la evidencia médica, utilizan el sector geroasistencial en general como peón en su juego de poder partidista. Prefieren el titular fácil y resultón a una cooperación y coordinación que proteja a las residencias y las equipe ante otras posibles crisis sanitarias. El denunciado "amarillismo informativo" del sector de las residencias también tiene que ver con todo esto.
Pero insisto, como decía, la politización ha erosionado la confianza del ciudadano en las autoridades, en sus gobernantes y en las instituciones responsables de la gestión de la pandemia. La percepción de falta de transparencia y manipulación política de la información ha alimentado el escepticismo y la desconfianza entre la población, lo que dificulta aún más también en el conocimiento y entendimiento de un sector tan necesario.
Se hace especialmente necesario un enfoque unificado y basado en la ciencia para evitar llegado el caso lo que sucedió en las residencias durante la pandemia. Pero en lugar de garantizar un suministro adecuado de equipos de protección personal, implementar medidas efectivas de prevención y control de infecciones, y proporcionar apoyo y recursos adecuados al personal de las residencias, el único interés es culpar al político de la acera de enfrente.
Es imperativo dejar de lado la politiquería y abordar los desafíos con enfoques realmente útiles. Es hora de dejar de politizar y enfocarnos en lo que realmente importa: la seguridad y el bienestar de los residentes. Y si alguien se lucró indebidamente con la desgracia que la sentencia se judicial y no política, que lo digan la Policía y los jueces y no las siglas de los partidos políticos.
Perdónenme el lamento, es también un desahogo.