Vivimos tiempos en los que hablar del envejecimiento no es sólo hablar de residencias o dependencia. Es hablar de lo que somos como sociedad. Y por eso, cuando alguien con conocimiento en primera persona del tema, como Carlos Nishioka, un youtuber peruano-japonés que nos ayudó a organizar el viaje geroasistencial a Japón de Inforesidencias en 2025, lanza una reflexión clara, bien explicada y con datos, merece la pena que le escuchemos y difundamos su mensaje.
En este reciente vídeo, Carlos aborda un tema tan inquietante como revelador: el creciente número de personas mayores que “desaparecen” del radar del sistema en Japón. No estamos hablando de desapariciones misteriosas ni de películas de suspense. Hablamos de ancianos que mueren solos en sus casas y cuyos cuerpos no son descubiertos hasta semanas o incluso meses después. Hablamos de personas ancianas que fallecen y cuyos cuerpos no son reclamados ni por familiares, ni amigos, ni vecinos, ni nadie. Hablamos, en definitiva, de lo que ocurre cuando una sociedad envejece sin haber preparado sus estructuras, sus vínculos y sus prioridades para lo que ya sabíamos que vendría.
Carlos lo cuenta con la claridad de quien ha crecido entre dos culturas y comprende los matices. Explica cómo, en Japón, se ha llegado a institucionalizar la soledad. Hay apartamentos donde se especializan en “limpiezas traumáticas” (limpiar el hogar de una persona fallecida en soledad), empresas que se encargan de gestionar los restos y pertenencias de ancianos sin familiares… y un sistema público que, aunque tecnológicamente avanzado, parece incapaz de evitar que un número alarmante de mayores simplemente desaparezcan.
¿Es fallo del sistema? La respuesta parece ser: sí, pero no solo. Porque el sistema falló al no prever que el envejecimiento no se resuelve con más camas hospitalarias ni con robots más simpáticos. Falló al no tener en cuenta que las personas mayores no son solo receptores pasivos de cuidados, sino ciudadanos con historia, vínculos, miedos y derechos.
Me gusta como en el vídeo Carlos da un giro y relaciona la situación de Japón con lo que sucedió en España durante la pandemia, utilizando como referencia el libro de Cinta Pascual, Covid-19, la verdad silenciada. Muy recomendable escuchar sus reflexiones y tomarlas como importantes ya que son las de alguien que conoce bien lo que es tratar el envejecimiento y encima puede aportar una visión influenciada por dos culturas bien diferenciadas.
La experiencia japonesa para interpretar la realidad española u occidental es valiosa no porque debamos copiarla, sino porque nos permite reflexionar. ¿Cómo estamos preparando nuestros países para este tsunami demográfico? ¿Tenemos sistemas sociales que detectan a las personas mayores que viven solas? ¿Conectamos de verdad con ellas o solo diseñamos políticas en PowerPoint?
Como en otras ocasiones, agradezco a Carlos por ofrecernos esta ventana a una realidad que puede parecer lejana pero que, si no actuamos, será también la nuestra. Y lo más inquietante es que el diagnóstico no es nuevo. Lleva años sobre la mesa. Lo que falta es la decisión de actuar, de cambiar de rumbo antes de que la historia de cada anciano olvidado sea también la de nuestras propias sociedades.
Sii un país como Japón, eficiente, avanzado y organizado, puede llegar a perder a sus mayores sin que nadie se dé cuenta, ¿quién nos dice que nosotros no estamos ya recorriendo ese mismo camino, solo que un poco más despacio?