La reconocida médico psiquiatra y escritora señala que "para poder cuidar tengo que saber cuidarme a mí mismo".
"La soledad mata, las relaciones sanas nos protegen... a día de hoy, la soledad es la gran pandemia del siglo XXI". Así lo contaba este martes la reconocida médico psiquiatra y escritora Marian Rojas-Estapé, que acaparó toda la atención durante la sesión matutina de la segunda jornada del VI Congreso Nacional Dependencia y Sanidad by Alimarket con su ponencia titulada 'Alimentamos las emociones con Medirest', patrocinada por Compass Group y en la que abordó sus temas habituales sobre emociones con las personas que cuidan a las personas que viven en residencias.
La intervención de Marian Rojas-Estapé ponía el énfasis en la relevancia de atender “la parte emocional” del ser humano, así como en la necesidad de humanizar la psiquiatría y valorar el cuidado de la salud mental. La experta empezó con una breve rememoración sobre su trabajo realizado hace años con mujeres prostituidas en Camboya, donde comprendió que aquellas "enfermas del alma" padecían, debido a su situación, diversas patologías relacionadas con problemas de salud.
"El trauma transforma y afecta profundamente tu vida, te desgarra por dentro y deja secuelas", apuntaba mientras insistía en la relevancia de alcanzar un "equilibrio interior" para "comprender el porqué de lo que nos sucede", con el fin de recuperar "nuestro sentido de vida" y conectar con el presente para disfrutar. Advertía de que "si no se cierran las heridas del pasado", resulta más fácil promover la depresión o la ansiedad.
"La vida debe tener un propósito ilusionante", mencionó, refiriéndose al término japonés 'ikigai', que generalmente se utiliza para describir la fuente del valor en la vida o aquello que hace que valga la pena vivir: "Las sensaciones surgen rápidamente en ausencia de un sentido de vida. Aunque no todas son negativas, algunas pueden generar un vacío existencial si nos dejamos llevar por ellas a largo plazo".
A este respecto, la médico sugería, entre otras estrategias, enfocar nuestros impulsos, manejar el tiempo y aceptar las emociones como el aburrimiento o la impaciencia. "Antes de poder estar bien con alguien, es fundamental conocer mi propio estado y esforzarme por estar bien conmigo mismo".
Marian Rojas-Estapé ha señalado que "tenemos una intoxicación de cortisol (hormona del estrés); cuando mi cerebro detecta una amenaza, se activa mi cortisol". Según la especialista, esto refleja un miedo relacionado con nuestra supervivencia en diversos ámbitos, como el afectivo, profesional, económico y social.

Zonas azules y el sentido de vida
"Hablando del sentido de la vida, que tiene que ver con la felicidad, con que me levanto por la mañana y mi vida tiene un sentido, aquí lo que significa es que tiene un propósito. A veces no lo conseguimos encontrar porque la vida es muy dura", explicaba para recordar que en Estados Unidos, un investigador de National Geographic estudia quiénes son las personas más longevas del mundo, las que envejecen mejor y marca en un mapa del mundo las zonas azules: "En estos puntos, las personas viven más de 100 años y con relativa buena salud. ¿Por qué? En Japón, que tiene una de estas zonas azules en la ciudad de Okinawa responden que es por el ‘ikigai’, el sentido de vida".
Explica que "necesitamos encontrar un sentido a la vida porque a nuestra alma, a nuestro corazón, no le gusta vivir en el vacío de sentido". Subrayó que "cuando no hay sentido, no hay ese propósito, lo sustituye por sensaciones". Matizaba que "no todas las sensaciones (alcohol, comida, sexo, redes sociales, apuestas por internet…) son malas, pero a la larga, si me engancho a esta sensaciones llego a un gran vacío vacío existencial". "Y ahí sí que cuesta encontrar el sentido de vida", afirma.
La idea es que "el sentido de vida tiene que ver con algo que se le da bien, que lo potencia y que con ello consigo hacerle la vida más fácil o más agradable al entorno en el que estoy".
Dirigiéndose a los cuidadores, señalaba: "Si hay alguien que tiene este sentido claro sois vosotros, los que cuidais a la gente, a la gente que envejece, a la gente que está sola, a la que tiene miedo a la muerte. Y en esos momentos de la vida de tanta vulnerabilidad, el cuidador, el que acompaña, tiene una labor fundamental".
La soledad, pandemia del siglo XXI
En este sentido, continuaba, "la soledad es un factor de estrés. La soledad es un estado de alerta del organismo. Mi supervivencia está en juego. Estamos diseñados para vivir en comunidad y siendo cuidados por las personas y siendo queridos por la gente que nos rodea". "La soledad a día de hoy, y con mis respetos al covid, es la gran pandemia del siglo XXI", subrayaba

E insistía: "La soledad mata, las relaciones sanas nos protegen. Recordaba que en EEUU se plantean un Ministerio de la Soledad por ser uno de las factores que más perturban y que más alteran. La soledad duele. Es el dolor social. Estar solo duele".
Hacía especial hincapié en que "nos hemos convertido en personas hipersensibles porque todos nos duele, todos nos molesta y todo nos frustra. No tenemos tolerancia y la vida se nos hace complejísima". Pero las únicas cosas que llenan el corazón del ser humano, añadía, con eso que llamamos "plenitud de la vida o sentido de la vida, tienen que ver con el amor y el trabajo".
Marian Rojas-Estapé es clara: "Necesito conectar de la mejor manera posible con mi trabajo, pero para eso tengo que encontrar mi equilibrio interior y darle sentido a la vida".
A los que se dedican a "una labor tan maravillosa como es acompañar a la gente que sufre, que está sola o que se enfrenta a la muerte", señalaba que "para poder cuidar tengo que saber cuidarme a mí mismo... Hay que aprender a conocerse, qué es aquello que me disgusta, me intoxica y qué es lo que me pone en modo alerta y buscar lo que es capaz de reparar".
Según sus palabras, "nuestro cuerpo no distingue una amenaza real de una imaginaria y, aproximadamente, el 90% de las cosas que nos preocupan luego no suceden realmente". Y añadía que "al estar siempre en alerta máxima, luego nos cuesta más gestionar el día a día; por ejemplo, muchas crisis matrimoniales son estados de intoxicación de cortisol de alguno de los dos". Además, ha comentado que "muchas depresiones provienen de estados de alerta permanente".
Marian Rojas-Estapé destacaba la importancia de la corteza prefrontal, afirmando que "nos ayuda a conectar lo mejor posible con el presente, escuchar a los demás, empatizar, disfrutar de conciertos, etc". La experta advertía que "los estados de estrés bloquean nuestra corteza prefrontal" y ha mencionado que también estamos "intoxicados de dopamina", ya que el cerebro tiende a recordar aquello que le proporciona calma, excitación y placer.
Además, Rojas-Estapé ha advertido sobre las repercusiones de este exceso de dopamina, como las crisis en la concentración y la atención necesarias para reflexionar. Señalaba: "Cuantas más distracciones (dopamina), más me autodistraigo (mirar constantemente el móvil)".
Personas vitamina
Para concluir, la psiquiatra apuntaba que "hay que moverse, hay que pasear, caminar… porque todo movimiento protege el cerebro y protege el envejecimiento. Nos ayudamos para ayudar. Uno quiere estar con la gente que le hace sentir bien".
Se refería también para cerrar la charla a las ‘personas-vitamina’, aquellas que liberan oxitocina, y pidió a las residencias que "sigan siendo las personas-vitamina para los mayores".