Imaginemos un café pequeño y acogedor en el corazón de París, donde se reunirían Foucault, Wittgenstein y Sartre. El café es un lugar tranquilo, con mesas de madera y sillas cómodas. En una esquina, hay una estantería llena de libros, que van desde la filosofía hasta la literatura. El aroma del café recién hecho se mezcla con el sonido suave del jazz que suena en el fondo.
Sartre llega primero, con su característico abrigo negro y su pipa en la mano. Pide un café negro y se sienta en una mesa junto a la ventana. Wittgenstein llega poco después, con su pelo revuelto y su aspecto desaliñado. Pide un té y se sienta en una mesa en la esquina opuesta del café. Foucault llega por último, con su chaqueta de cuero y su sonrisa amistosa. Pide un café con leche y se une a Wittgenstein en la mesa de la esquina.
Los tres filósofos comienzan a hablar de sus ideas sobre la fatalidad y la importancia de la libertad humana. Sartre argumenta que la fatalidad es una parte integral de la condición humana, mientras que Wittgenstein sostiene que la idea de la fatalidad es un sinsentido. Foucault, con su característico sentido del humor, bromea sobre la idea de que el poder y el conocimiento están intrínsecamente relacionados, y sugiere que tal vez deberían empezar a escribir un libro juntos sobre el tema.
Notas en una servilleta
Imaginemos que tenemos la suerte de estar sentados en una mesa cercana y ante esta oportunidad sin igual tomamos notas desesperadas en una servilleta para intentar sintetizar esta conversación.
Mientras ellos hablaban, tuvimos una idea. En una servilleta, escribimos "La época post-longeva". Esta idea surgió después de leer un artículo sobre los avances significativos en tecnología y medicina que han aumentado la esperanza de vida global en los últimos años. En 2019, la esperanza de vida al nacer fue de 72.6 años en todo el mundo, lo que representa un aumento significativo desde los 65.2 años en 1990. Además, las tasas de mortalidad infantil han disminuido drásticamente gracias a los avances médicos y la mejora en el acceso a la atención médica.
Como profesionales del sector gerontológico, la idea de "La época post-longeva" después de escribirla no hizo mas que revolverse en nuestras cabezas con otras ideas, como el hecho que el envejecimiento de la población también presenta nuevos desafíos para la sociedad. La necesidad de proporcionar atención y apoyo a las personas mayores es cada vez mayor y es crucial abordar las disparidades de salud en diferentes grupos de edad. Sin embargo, a pesar de los avances en la tecnología y la medicina, aún existen desafíos en el acceso y la asequibilidad para todos, lo que puede perpetuar las desigualdades en la salud.
Antes de perdernos en el bosque de los pensamientos, volvemos nuestra atención hacia los filósofos y su conversación sobre la fatalidad. En ese momento, Wittgenstein señala con la mirada a una niña sentada en la mesa de enfrente, quien está tan concentrada haciendo scroll en su móvil que bien podría haberse perdido la conversación más interesante de su vida. "La idea de la fatalidad como un destino ineludible se ha vuelto obsoleta", dice con tono irónico y una pizca de sarcasmo mientras todos asienten en silencio, pensando en lo irónico de la situación. Al fin y al cabo, ¿qué puede ser más inevitable que una niña pegada a su móvil en estos tiempos modernos?
Wittgenstein dice que es un sinsentido, mientras que Sartre dice que es algo que debemos enfrentar y aceptar. ¿Quién tiene razón? Wittgenstein argumenta que la fatalidad es solo una idea que nos inventamos para explicar lo que no podemos entender. Sartre, por otro lado, cree que la fatalidad es una realidad que debemos enfrentar y aceptar si queremos vivir con autenticidad. Pero, ¿cómo podemos enfrentar algo que no podemos cambiar? Wittgenstein dice que eso es precisamente lo que hace que la idea de la fatalidad sea un sinsentido. Pero, ¿es realmente así? ¿No hay algo liberador en aceptar nuestra falta de control sobre ciertos aspectos de nuestras vidas? Sartre piensa que sí, y que al aceptar nuestra falta de control, podemos ser más auténticos. Wittgenstein sigue sin estar convencido, pero Sartre parece tener un punto válido. Al final, ¿qué importa? La discusión es fascinante de cualquier manera y gastamos el último espacio blanco de la servilleta.
Foucault observa la conversación de Sartre y Wittgenstein con interés, mientras prueba su café y sonríe para sí mismo. Entonces entra en escena, sonríe irónicamente y comenta que la idea de la "obsolescencia de la fatalidad" encaja perfectamente en la narrativa de progreso y desarrollo tecnológico, que busca controlar todos los elementos impredecibles e incontrolables de la vida humana. ¡Vaya, eso es profundo! Pero espera, ¡hay más!
Pero, ¿qué hay detrás de esta narrativa? Foucault argumentaría que el poder y el conocimiento son intrínsecamente relacionados, y que el conocimiento siempre está en manos de aquellos que tienen el poder. En este sentido, el discurso de la obsolescencia de la fatalidad puede ser visto como una herramienta de control social, que busca imponer una visión particular del mundo y de la vida humana.
La discusión entre Sartre y Wittgenstein, que parecen no prestale mucha atención a Foucault, vuelve a intensificarse cuando Foucault interrumpe de nuevo con una sonrisa en su rostro. "Permítanme intervenir aquí", dice, "porque creo que hay un punto importante que se está pasando por alto". Foucault toma un sorbo de su café y continúa, "la idea de que la superación de la fatalidad es una condición necesaria para la realización humana es problemática".
Sartre y Wittgenstein se miran el uno al otro y luego a Foucault, esperando a que continúe. "La aceptación de la incertidumbre y la contingencia de la vida es fundamental para la exploración de nuevas posibilidades y la creación de nuevas formas de ser y de pensar", explica Foucault. "En lugar de intentar eliminar lo incierto e impredecible, deberíamos aprender a convivir con ello y encontrar nuevas formas de responder a las situaciones imprevistas".
Sartre asiente, mientras que Wittgenstein parece reflexionar sobre las palabras de Foucault. "Tal vez tenga razón", dice finalmente. Foucault sonríe para sí mismo mientras piensa en todas las posibilidades que se abren cuando abrazamos la incertidumbre en lugar de tratar de eliminarla. Para Foucault, es en la exploración de lo incierto e impredecible donde se encuentra la verdadera libertad y la realización humana. Porque, como dijo una vez alguien (¿Wittgenstein? ¿Sartre?), la vida es una caja de chocolates, nunca sabes lo que te va a tocar.
El sabor de la reflexión
Mientras debaten animadamente, el camarero les trae una selección de pasteles recién horneados y se unen a la conversación. Hablan sobre la importancia de la filosofía en el mundo moderno y cómo la tecnología y la ciencia pueden afectar nuestra comprensión del mundo. Wittgenstein sugiere que tal vez deberían ir a un laboratorio y hacer algunos experimentos juntos, y Sartre se ríe y dice que preferiría quedarse en el café y seguir discutiendo.
Después de un par de horas de discusión, los tres filósofos se despiden con abrazos y apretones de manos. Wittgenstein promete enviarles algunas de sus últimas ideas por correo, Foucault les dice que los invitará a su próxima conferencia y Sartre se despide con su sonrisa característica. Mientras salen del café, la música de jazz sigue sonando y el aroma a café recién hecho llena el aire.
Después de todo ese debate, uno no puede evitar preguntarse si la fatalidad realmente importa en una época en la que podemos pedir comida a domicilio con solo tocar un botón. Pero tal vez, como diría Wittgenstein, la pregunta misma es un sinsentido. Así que, en lugar de preocuparnos por la fatalidad, deberíamos simplemente disfrutar de un buen café y un pastel recién horneado.