Os presento a Elvira. A sus 98 años ha pasado a ser una pieza clave en mi círculo de personas importantes. Llegó a mi vida un 17 de diciembre del 2018 porque decidió venir a vivir a la residencia. Entró por la puerta acompañada de sus familiares y con un ramito de flores de su jardín. Me explicó que vivía sola en su “torre” y me regaló su ramito de flores silvestres, una de sus grandes pasiones.
Cuando Elvira ingresó a la resi, nosotros trabajábamos de manera muy diferente, más tradicional, pero ya trabajábamos para buscar la esencia de la persona. Juntas vivimos la catarsis de la covid-19, que nos regaló tiempo de calidad para conocernos y escucharnos mejor. Durante los días que vivimos juntas en la resi, yo me encomendé despertar cada día con ella. Le prestaba mis manos para que pudiera seguir despertando como siempre lo había hecho. Íbamos al comedor general donde estaban los 90 compañeros de la resi desayunando. Le servía el café con leche y ella me decía que un día le gustaría servírmelo ella misma. En mi mente, en ese momento, me parecía algo imposible porque ya existía el equipo de cocina. Además, esos días de confinamiento en la resi disponía de más tiempo de lo habitual y accedí a que Elvira me explicara cómo cuidaba su jardín, ya que el mío estaba más seco que la mojama. Fíjate, ahora mi jardín es un cuento de hadas gracias a ella y mi pequeña, de 4 años, me recuerda que las flores rosas florecen a diario gracias a los truquitos de Elvira.

Una de las mañanas del confinamiento, Elvira me propuso un plan y me preguntó: ¿y si plantamos flores en este tiesto y las hacemos crecer juntas? Así lo hicimos:
Plantamos las flores y cada mañana nos reuníamos para regarlas, pero, además, Elvira me dijo que cada día teníamos que explicarles cositas para que crecieran con determinación, fuertes y valientes. Allí estábamos las dos, explicando a nuestro tiesto cómo nos sentíamos. Yo le abrí mi corazón a las flores y les explicaba como echaba de menos a mis dos hijos, a Javier y a mi familia. Les prometía que cuando pasaran los días de confinamiento les dedicaría más tiempo de calidad. Fue así como yo me encomendaba. Elvira, siempre les hablaba de todas esas cosas que siempre hacía antes de estar en la resi, de cómo cuidaba a los suyos, de cómo se cuidaba ella, de cómo el yoga era su mantra de vida, de lo bien que cocinaba…
Entonces le dije: “Ostras Elvira, a mí, nuestras flores me inspiran todo lo que tengo que hacer cuando vuelva a casa y recupere mi ritmo habitual de vida. Tú solo les hablas del pasado, ¿es que no piensas hacer nada a partir de ahora?” Ella respondió: “Carol, todo lo que yo hacía hasta ahora ha sido delegado a otras personas que lo hacen por mí”. Y le dije: “¡Pero Elvira, lo hacemos por ti! Para que lo tengas todo cubierto. Te despertamos, te vestimos, te acompañamos al comedor, te servimos las comidas, te recordamos que vayas al baño, decidimos cuando ducharte, te insistimos que bebas mucha agua para que estés super hidratada y, además, durante el día, hacemos actividades que quizás no te lo parece... pero te hacen mucho bien. Lo tenemos todo registrado y nos organizamos el día para que todos estéis cubiertos en todos los sentidos y no tengáis que preocuparos de nada, ya que para esto estamos nosotros!”. Elvira me dijo: “Carol, estoy muy agradecida con todo lo que hacéis por mí, pero cada vez me siento más pequeña.” Y le respondí: “¿Más pequeña Elvira? ¿A qué te refieres?”
Y Elvira calló.
Una mañana desperté y lo entendí todo. Sí, compañeros, lo entendí. Expliqué al equipo este clic que provocó que hoy os esté escribiendo estas líneas. ¡Este clic se nos contagió más rápido que la covid-19, se expandió de forma rápida y letal, y entendimos que no había vuelta atrás!!
El 23 de abril de 2021 empezó el viaje de "I FEEL el Método", porque creamos una metodología de trabajo diferente, con la cual aprendimos a trabajar desde otra perspectiva.
Hoy es 27 de julio de 2022 y Elvira sigue entre nosotros. Vive en su unidad de convivencia. Para ella y para nosotros es su casa, “La Auténtica”, su hogar. Hemos trabajado para llenar este hogar con las herramientas necesarias para que, tanto Elvira como sus compañerxs, puedan seguir sus ritmos y decisiones. El alma de “La Auténtica” es su cocina, la cocina de Elvira y de todxs, donde hacen y deshacen a su antojo.
Actualmente, estoy dedicando más tiempo en la oficina. Trabajando para dar a conocer mi experiencia. Trabajando con equipos preparados para extrapolar el cambio a otras residencias. Pero hoy me he despertado con ganas de Elvira. He ido a "La Auténtica” y me ha recibido su sonrisa, me ha preparado un café y me ha cortado un trozo de bizcocho que cocinó ayer Teresa. Estaban recogiendo su comedor y poniendo el lavaplatos, escuchando su lista de Spoty a toda castaña y, canturreaban los estribillos. De repente ha sonado la canción “A mi manera” en el altavoz. El tiempo ha parado y Elvira me ha mirado, nos hemos abrazado y hemos llorado juntas. Hemos mirado por la ventana y, en medio de la plaza, estaba nuestro tiesto y nuestras flores hermosas que nos han marcado el camino. Elvira me da las gracias y yo se las doy a ella. ¡GRACIAS ELVIRA! Mi maestra y mi amiga.
Elvira, nos has abierto los ojos, has sido nuestro motor y has conseguido que en un año transformemos la residencia y hayamos diseñado un método. Hemos creado cinco unidades de convivencia, es decir, cinco hogares. Todos diferentes. Adaptados a las preferencias de cada persona que vive en ella. Cada unidad tiene su cocina, su alma. Se siguen y respetan todos los ritmos, cargándolos de herramientas para facilitar el día a día. Son hogares para vivirlos.
Las acompañantes de vida siempre son las mismas. Sé que tenéis una afinidad especial, que os cuidáis y respetáis igual que con los equipos técnicos. Hemos aprendido que toda persona es única y trabajamos con hojas de ruta para cada uno. Cada vez que trabajamos con vosotros entramos a vuestra casa y nos dais la bienvenida. Siempre nos sorprendéis y es aquí donde empieza nuestra jornada. Cada vez con terapias más individualizadas. El resto del día está lleno de opciones, porque tienen que ser opciones. Solo cuando decidimos por nosotros mismos que las queremos hacer, es cuando los resultados son óptimos.
Y si, compañeros, el cambio es real. Lo hemos hecho. Hemos reconvertido de forma integral la residencia. Hemos cambiado nuestra manera de trabajar, nuestra manera de organizarnos, nuestra manera de hacer, nuestras actividades, nuestros ritmos…
Y si me preguntas como ha sido este cambio, te digo con la mano al corazón que ha sido lo mejor que he hecho en la vida.
¿Y sabes? Dentro de la resi me he vuelto a sentir como en casa, he vuelto a ver sonreír de verdad, he visto a los equipos con los ojos vidriosos de emoción, y he sorprendido a Rosa, su hija y su nieta haciendo un bizcocho y llenando la cocina de ese aroma a anís tan de casa de Rosa, cuando celebraba la vida.
No tenemos que tener miedo al cambio. ¿Sabéis? Compañeros del sector han venido a la resi para conocer el cambio, y me sigue sorprendiendo que me digan: “¡ostras, me siento como en casa, no parece una residencia!”. Me pregunto, ¿pero qué no es un lugar de vida la residencia? ¿Qué no tienen que pasar cosas? Porque esto es la vida, ¿no? El camino del tiempo mientras pasan cosas. Y lo mejor, me sorprende que muchas veces me dicen: “¡ostras Carol, pero el tipo de usuarios que viven aquí son diferentes a los que están en nuestros centros!”. ¿Diferentes? Una vez, le respondí a un señor que dirige muchas residencias que nosotros hacíamos un casting antes del ingreso, jejeje.
Porque ¿sabes?, volviendo a lo de esta mañana, cuando Elvira me preparaba el café, me explicaba que hoy se ha despertado a las 7 h de la mañana, porque ella se ha encomendado ser la cuidadora oficial de las flores, de su casa y jardines. Ella despierta con energía, se organiza su tiempo, para tenerlo todo listo antes de las 9 h. ¿Sabes por qué? Porque esa es la hora que siempre desayuna con Encarna, su amiga de "La Auténtica". Y sí, a las 10 h me ha despachado rápido porque se iba, ¡que había quedado!, al hogar vecino "La Molona". Allí, a esa hora, le espera Lluís, nuestro psicólogo para hacer la tertulia. Yo creo, entre nosotrxs, que a Elvira lo que más le gusta de la tertulia es que Lluis siempre las invita a hacer un bitter en el colmado cuando acaban sus quehaceres.
Y sí, para mí este es el respeto total, la autodeterminación, las ganas de vivir... Porque solo así lo entiendo. Pero es fundamental el equipo, que lo trabajemos y nos complementemos, Porque... ¿sabes?, Cristina y Tere son sus acompañantes de vida, sus auxiliares, las que cada mañana antes de las 7 h, sin que Elvira las escuche, le dejan a punto todo lo que necesita para emprender su carrera, las cosas que necesita y que Elvira a veces olvida. Hoy Elvira, cuando se vestía, ha cogido el bolso que le ha preparado Cristina. Enseguida ha recordado que es miércoles y le espera el vermouth, con Lluis, en el colmado.
Y sonríe.
Si me permitís, os dejo momentos reales y no preparados… https://www.instagram.com/p/Cchow3xlMBu/ / https://www.instagram.com/p/CPDzYffoLIX/
Carol Mitjana siempre ve el vaso lleno
Nació en el 1984. Su primera casa fue durante quince años una residencia de la tercera edad. Nació, creció y aprendió de “un colectivo enriquecedor, visionario y sabio que me regaló los mejores años de mi vida”, nos cuenta ella. A día de hoy apuesta por volver a la esencia de verdad, con la marca I FEEL: un ecosistema especialista e innovador en el sector/mundo de la gran edad*.

Estudió Trabajo Social y la experiencia de la vida real. Llevó la dirección de la Residencia Berllor de Badalona, combinándolo con el voluntariado “Café tertulia” de las chicas que ejercían la prostitución en la calle el Raval de Barcelona.
Soñadora, atrevida y creyente de las nuevas oportunidades, Carol Mitjana en 2016 emprendió el viaje de la dirección del Centre Geriàtric Lleida.
En 2020 toda la población mundial se chocó con una pandémia mundial llamada Covid19. Frente a una catarsis mundial y con gran afectación en el sector de la Geriatría, Carol Mitjana dirigió a un equipo pasionalmente creyente en su trabajo y juntos vivieron el primer confinamiento dentro de la residencia.
Este hecho se convirtió en pionero a escala nacional y nos atreveríamos a decir que a escala mundial. “Juntos lo vivimos y juntos lo logramos”, nos cuenta Carol Mitjana cuando habla de la vivencia de compartir 22 días de autoconfinamiento junto a los residentes del Centre Geriatria Lleida. En abril del 2021 creó la marca y empresa I FEEL EL MÉTODO, la (r)evolución de la gran edad, una metodología que modifica por completo el estilo de vida y de trabajo en el mundo residencial y un movimiento que lidera el empoderamiento y poderío de las personas de la gran edad en una sociedad constantemente en movimiento.
En 2022 Carol afirma que las unidades de convivencia funcionan, son efectivas y plasman la realidad del nuevo Acuerdo sobre Criterios comunes de acreditación y calidad de los centros y servicios del SAAD, siendo el nuevo modelo de residencias. Entusiasmada, opta siempre por encontrar a los problemas soluciones y afirma que El Método I FEEL esta listo para individualizarse según cada residencia, usuarios, equipos y entornos. “Do You FEEL?”.
* personas a partir de los 65 tacos que deben empezar a vivir su tiempo, sus momentos y sus opciones de vida.
Carol Mitjana Isarn, directora de la residencia Centre Geriàtric de Lleida y Co-Founder y CEO de I FEEL el Método