Josefa Ros Velasco, investigadora Postdoctoral en el Departamento de Filosofía y Sociedad de la Universidad Complutense de Madrid, se preguntaba hace ya algún tiempo en Dependencia.info si se puede morir uno de aburrimiento y nos decía que “sin duda, el aburrimiento no solo acorta la vida de las personas, y especialmente de los mayores con limitaciones de movilidad o trastornos cognitivos, sino que puede impulsar a muchos a la conclusión de que no merece la pena el esfuerzo de alargarla”. Y ya saben lo que eso significa.
Con la seriedad que este problema del aburrimiento en las personas mayores reclama, es buena noticia destacar que se ha publicado recientemente el estudio con la revisión literaria del proyecto PRE-BORED sobre el aburrimiento y las personas mayores de Josefa Ros Velasco. Tampoco es mala cosa dirigir la atención hacia una persona entendida en la cuestión cuando apunta que "las personas mayores tienen muy claro qué necesitan para no aburrirse, pero hay que preguntarles" y propone ir más allá de la ACP para caminar hacia la ADP, la Atención Dirigida por la Persona.
Pero empecemos por el principio porque para esta experta que lleva ya una década estudiando el aburrimiento (“y lo que me queda”, dice), lo que más le llamó la atención sobre el aburrimiento fue que "los estudios sobre este tema estaban en manos de las ciencias de la salud mental" y que apuntaban que, "en algún momento, el aburrimiento puede ser disfuncional, es decir, algo patológico comparable a alguna enfermedad mental".
Dicho esto, Ros Velasco quiere remarcar que "el aburrimiento que padecemos las personas con normalidad, por supuesto que no es una enfermedad" y matiza: "Es desagradable, porque nos expulsa de nuestra zona de confort, pero eso no implica una patología. Gracias al aburrimiento avanzamos en la vida y queremos descubrir nuevas cosas. Si no, nos quedaríamos estancados y no avanzaríamos".
Pero también hace hincapié en que "hay instancias en las que el aburrimiento se llega a convertir en un problema, como en los casos de aburrimiento crónico, que son aquellos que responden a perfiles de individuos que se aburren en toda circunstancia, independientemente de que la situación cambie". Apunta que se trata de individuos que "son incapaces de diseñar estrategias de huida frente al aburrimiento y ponerlas en práctica".
"Se quedan atrapados en ese estado de aburrimiento y conlleva un estado relacionado con la depresión, el estrés, la ansiedad y muchas conductas desadaptativas, como el consumo excesivo de alcohol, la conducción temeraria, la adicción a las pantallas o al juego. En estos casos de aburrimiento crónico por razón del individuo, que no responde frente al aburrimiento como hacemos los demás, sí que hablamos de un problema que se puede considerar enfermedad", añade esta experta en el aburrimiento.
Aburrimiento y personas mayores
La persona mayor cuenta con la ventaja de que cuantos más años va cumpliendo, mejor se conoce, mejor sabe qué es lo que le gusta o disgusta, qué le satisface y qué le desagrada. "Tiene más tablas para hacer frente al aburrimiento cuando este surge", explica.
Aclara también que "el aburrimiento no es contrario a la diversión o al entretenimiento" y lo explica: "Lo contrario al aburrimiento es el significado. Puede ser un factor de riesgo en la vida de personas mayores que pierden el significado, que se ven envueltas en actividades que no son significativas para ellas. Esto sucede mucho en las residencias, pero también es algo que se ve mucho cuando damos el paso a la jubilación. Uno pierde su día a día, sus proyectos, su cotidianeidad, y esto puede ser el punto de partida de depresión y hasta de ideación suicida".
Josefa Ros Velasco quiere dejar claro que esto es aburrimiento situacional cronificado, distinto al aburrimiento crónico: "Aquí hablamos ahora de un aburrimiento que permanece en el tiempo, pero no es por causa del individuo, sino porque la persona es dependiente, no tiene medios, se encuentras sola o institucionalizada y esto hace que requiera del apoyo de los demás para materializar sus estrategias de huida del aburrimiento. Y si los que te rodean no te apoyan, el aburrimiento se cronifica. No es un problema neuronal, el problema está en el entorno".
Esta investigadora, a raíz de identificar este tipo de aburrimiento, identificó que uno de los lugares por antonomasia en los que se genera estas situaciones de aburrimiento cronificado son las residencias de personas mayores. Lamenta que los políticos y los directivos hayan apostado muy fuerte por la estandarización, la rutinización para alcanzar la máxima seguridad, para cuidar muy bien del cuerpo y evitar las caídas, las enfermedades y cualquier trastorno que tenga que ver con la biología, pero "han ido en detrimento de la personalización, de la espontaneidad, de la variedad, que son requisitos para vivir una vida que merezca la pena ser vivida".
Con el objetivo de poner este conocimiento sobre el aburrimiento al servicio de las personas, Ros Velasco se lanzó con el proyecto PRE-BORED, que en realidad "trata de visibilizar que el aburrimiento es un problema en las personas mayores que viven institucionalizadas". En España no se hablaba de aburrimiento, se hablaba de soledad no deseada, cuando en realidad son dos fenómenos que se retroalimentan.
Revisión literaria
Como parte previa al estudio de campo y antes de ir ir viendo residencia por residencia cómo se trabaja el aburrimiento en los centros, en todo estudio que se quiera realizar con rigor, hay que hacer una revisión literaria sistemática de todo lo que se ha publicado hasta la fecha sobre el tema. Revisada toda la bibliografía científica que había en torno a la pareja aburrimiento-personas mayores, el estudio ha sido publicado con éxito recientemente.
"Es importante mostrar que existe literatura, que no es un tema inventado ahora, que lleva mucho tiempo hablándose sobre el aburrimiento, pero también se hace hincapié con esta revisión en que no es suficiente, que se le ha prestado atención, se han erigido algunas conclusiones preliminares que confirman que el aburrimiento es peligroso, que va en detrimento de la salud física y mental de las personas mayores, pero no existen intervenciones, no existen casi estudios empíricos que realmente demuestren el alcance de este problema, cuál es su naturaleza y que propongan alguna solución, que al final es lo que nos interesa", explica.
Este estudio revela que solo se han publicado 49 estudios desde los años 50 hasta el presente en los que se aborda la pareja aburrimiento y personas mayores. Casi todo se ha publicado en las últimas dos décadas y casi todo se ha hecho en EEUU en inglés. En España solamente hay tres artículos y uno de ellos es un punto de vista en los años 70. El otro también es de carácter cualitativo y lo que se necesita ahora es investigación empírica.
La hipótesis de la investigadora: "Tenemos material suficiente como para plantear con razón la hipótesis de que el aburrimiento es perjudicial para los mayores, especialmente para los que viven institucionalizados. Ahora hay que testar esa hipótesis y ese es el siguiente paso del proyecto, el primer estudio empírico en España para determinar el alcance del aburrimiento y al final elaborar un protocolo de prevención para que el aburrimiento no llegue siquiera a surgir".
¿Alguna regla de oro con el aburrimiento?
Conocidas las intenciones de la investigadora, bueno será preguntar si existe alguna regla de oro para hacer frente al aburrimiento y Josefa Ros distingue: "Fuera del sector geroasistencial siempre digo que para saber gestionar el aburrimiento hay que huir de las respuestas rápidas, esas píldoras que nos tomamos con tanta facilidad cuando nos aburrimos (redes sociales, un vídeo en Youtube…) y que hacen que no pensemos demasiado en cuál es la raíz del problema y que exploremos cuáles son nuestras oportunidades para combatir lo que nos está produciendo aburrimiento".
"De cara al sector geroasistencial, no hay una fórmula mágica porque a cada persona le aburre algo distinto, pero estoy convencida de que la solución va a pasar por algo tan sencillo y tan ignorado como preguntarle a las personas que viven en las instituciones qué quieren hacer", añade.
Matiza que muchas, de la multitud de actividades que mantiene distraídos a los residentes en un centro durante el día, tienen su fundamento para mantener la destreza manual, la movilidad o el desarrollo cognitivo, pero se pregunta: "¿Qué hay de las actividades por puro placer, por puro ocio que las personas necesitamos en nuestro día a día? ¿Se les ha consultado qué quieren?"
Entiende que "las personas mayores tienen muy claro qué necesitan para no aburrirse, pero hay que preguntarles". Así, insiste, "la solución pasará por desarrollar algún tipo de protocolo que permita facilitar la comunicación entre los usuarios de una residencia y directivos para que puedan expresar libremente qué es lo que quieren hacer".
En España se está fomentando mucho el concepto, un poco trillado y desgastado, de la Atención Centrada en la Persona (ACP), pero lo que planteo va un paso más allá y me interesa caminar hacia la ADP, la Atención Dirigida por la Persona. Qué sea el mayor el que diga quiero hacer esto y la institución se limite a facilitar, a poner los medios para que esa estrategia de huida del aburrimiento se pueda materializar.