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Falta financiación o no hay dinero, siempre es lo mismo

jueves 21 de enero de 2021, 05:15h
Javier Cámara
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Javier Cámara

En el ejercicio de la labor informativa, uno se encuentra siempre con aspectos, tendencias y problemas que se repiten en el tiempo y en todos los ámbitos y sectores, son comunes a todas las facetas de la vida cotidiana. El más habitual de estos rasgos es, sin duda, el de la falta de dinero para hacer las cosas por muy interesantes, necesarias o imprescindibles que sean, tanto como para depender de ello la vida -o la muerte- de las personas.

Desgraciadamente, no les cuento nada nuevo, esta falta de financiación es la tónica general a la hora de abordar cualquier cuestión que se plantee, desde una pandemia vírica hasta un temporal de nieve que declara zonas catastróficas, pasando por la educación o la sanidad. Como bien saben ya, el sector sociosanitario, el geroasitencial, el de la Dependencia, el de los cuidados a las personas más vulnerables (vamos a desgastar el calificativo de tanto repetirlo, muchas veces sin pensar en lo que se dice) no es una excepción y casi para cualquier acción, reacción, imprevisto, necesidad, adecuación, implementación, proyecto, desarrollo o puesta en marcha de algo, lo que sea, se va a escuchar un "no hay dinero".

Esta semana, entre Planes de Choque y Presupuestos Generales del Estado y patronales y sindicatos todos relacionados con la Dependencia, esto del "no hay dinero" se ha escuchado más de lo habitual. Es verdad que se van a dedicar más fondos, que se va a hacer un esfuerzo, pero nunca es suficiente. A menos no lo ha sido todavía.

Recuerdo perfectamente como la entonces secretaria de Estado de Asuntos Sociales, Amparo Valcarce, explicaba a la grabadora del que suscribe que era una gran noticia que se estuvieran poniendo las bases de la que sería la Ley de la Dependencia. Interrogada por la financiación prevista para ello, en ese entonces, me dijo con cara de "vas a alucinar" que había presupuestados 6.000 millones de euros. Uno, que nunca fue demasiado bueno en matemáticas, y en ese caso tampoco en disimular la sorpresa, le contestó a la número dos del entonces ministro Jesús Caldera que "con eso no había ni para empezar", que el PP había guardado el libro blanco de la Dependencia precisamente porque no había financiación.

Recuerdo nítidamente su cara, entre la decepción y el enfado por mi atrevimiento y lo que consideró desprecio, pero finalmente el presupuesto para desarrollar la ley fue de 26.000 millones para los siguientes años. Fueron 20.000 millones más de lo que me adelanto la secretaria de Estado y, aún así, ya saben cómo ha resultado siempre la financiación de la ley: entre insuficiente y muy deficiente.

Seguimos en las mismas, desde la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales nos dicen que el Plan de Choque del Gobierno revierte los recortes en Dependencia con un incremento de 623 millones de euros (no dicen que esté todo solucionado), pero al tiempo desde la patronal CEAPs se incide en reclamar los 567 millones adicionales a los 600 aprobados en los Presupuestos Generales del Estado. Quizá se nos quede una fama de pedigüeños, inmerecida desde cualquier punto de vista, pero es que es necesario.

En lo que coincidimos todos es en que en España hay 232.243 personas en el limbo de la dependencia y otras 141.556 pendientes de valoración, que se necesitan ya 70.000 plazas residenciales para alcanzar la ratio de 5 para cada 100 personas mayores de 65 años y que las cuentas no salen. El Estado no tiene sitio, no está capacitado y está obligado a echar mano de las empresas privadas. Sin ellas, la asistencia sería muy inferior, pero lejos de reconocer el servicio, se las demoniza.

Además, todo coincidimos en que si se concierta una plaza por 1.600 euros al mes no se puede ofrecer un servicio de calidad -y quien paga ese concierto lo sabe- y que 14,60 euros por hora para el Servicio de Ayuda a Domicilio es totalmente insuficiente.

Efectivamente, como explicaba Cinta Pascual este miércoles antes de aclarar algunas cosas al Senado sobre el envejecimiento de la población, en España tenemos un 0,56% de financiación cuando en los países de la UE es un 2%. ¿No estamos diciendo siempre que queremos ser como los nórdicos? No hacemos los deberes y no nos salen las cuentas.

Solo cuando los responsables de la cosa económica prioricen y se den cuenta de que en este sector no se pierde una liga o salen menos películas con opciones de Oscar, sino que muere gente, quizá se replanteen el reparto de fondos para hacer cosas. Si además quieren buscar soluciones para la falta de empleo, también debería mirar mejor las posibilidades que se ofrecen con los cuidados y la ateción a las personas mayores.

Que cada uno haga su parte y que la haga bien. Quizá así no haya que buscar culpables en las residencias y criminalizar al sector que más ha sufrido el coste de la pandemia en vidas.

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