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Consejos para vivir bien muchos años

Por Josep de Martí
jueves 10 de octubre de 2019, 01:52h
Josep de Martí
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Josep de Martí (Foto: Inforesidencias.com)

Jeanne Louise Calment, el ser humano que más tiempo ha vivido llegando a 122 años, comió, según algunas fuentes, durante buena parte de su vida un quilo de chocolate a la semana y fumó hasta los 117. ¿Tuvieron los flavanoles del cacao o la nicotina alguna relación con su exagerada longevidad?

Veinte años después de fallecer la señora Calment, lo hizo Emma Morano, a los 117 años en su casa de localidad de Verbania (Italia). Su rutina diaria incluía beber un poco de aguardiente y comer tres huevos crudos. Para ella, esto tenía mucho que ver con su dilatada supervivencia.

Si vamos preguntando uno a uno a quienes superan los 110 años cómo han alcanzado esa edad, cada cual nos cuenta “su” experiencia desde su perspectiva, o sea, nos hablan de su pasado y presente creyendo que nos dicen “la verdad”, cuando de verdad nos explican “una verdad” que ha ido creando su cerebro.

Me gusta mucho un libro, “El río de la conciencia” del neurólogo Oliver Sacks en el que explica una anécdota: Al rememorar su infancia, durante la Segunda Guerra Mundial recordaba perfectamente los bombardeos sobre Londres. En una ocasión, una enorme bomba cayó en un jardín al lado de su casa, aunque no llegó a explotar. Todos, algunos en pijama, a oscuras y moviéndose lentamente temerosos de hacer explotar la bomba salieron a ver lo ocurrido. También recordaba como él y su hermano ayudaban llevando cubos de agua a apagar un fuego provocado por una bomba incendiaria. Podía rememorar perfectamente el calor del incendio y el ruido del agua al caer sobre el metal caliente.

El recuerdo era vívido y realísimo hasta que su hermano Michael le hizo ver que era imposible que pudiese recordar los bombardeos ya que los dos pasaron casi toda la guerra en un internado de las Midlands inglesas, enviados allí precisamente para estar a salvo de los blitz nazis. Un tercer hermano sí pasó los bombardeos en Londres y les escribió una carta contándoles de forma muy gráfica y dramática cómo habían sido las cosas. Tal fascinación causó la carta en el pequeño Oliver que no sólo la recordó, sino que convirtió su contenido en un recuerdo propio.

No somos cámaras fotográficas y nuestros recuerdos se crean y mantienen de formas originales. Por eso, está bien ir entrevistando a los supercentenarios. aunque quizás sea más productivo, si queremos encontrar claves para envejecer más y mejor, plantearse otros acercamientos.

Uno podría ser buscar sitios donde mucha gente haya envejecido mucho e intentar encontrar qué hay en esos lugares que pueda estar facilitando esa longevidad.

Eso es precisamente lo que han hecho unos investigadores que han llegado a encontrar varias “Zonas azules” donde se concentra un número anómalamente alto de centenarios.

Estas son:

  • Cerdeña, Italia, específicamente la provincia de Nuoro y Ogliastra.
  • La isla de Okinawa, Japón.
  • Loma Linda, California, donde investigadores estudiaron a un grupo de adventistas del séptimo día, que se encuentran entre las más longevas de los Estados Unidos.
  • Península de Nicoya, Costa Rica.
  • Icaria, isla de Grecia cerca de la costa turca.

Las personas que envejecen tanto en zonas tan alejadas unas de las otras tienen en común una dieta ligera con más legumbres que carne, ejercicio físico y relaciones sociales intensas.

Otra aproximación posible para desvelar las claves de un buen envejecimiento fue la que se intentó en el conocido como “estudio longitudinal de Harvard” en el que se lleva siguiendo durante más de 70 años a un grupo de más de 700 personas, haciéndoles entrevistas periódicas y obteniendo información sobre su salud y situación desde diferentes perspectivas. Al cabo de los años intentaron determinar qué tenían en común las personas que “envejecían bien” (vale la pena escuchar el Ted Talk en el que el actual director del proyecto expone los resultados). Según sus conclusiones, puedes hacerte unas preguntas a los cincuenta que te indicarán bastante bien cómo estarás con 80:

  • ¿Tienes una relación de pareja estable?
  • ¿Dirías que te adaptas bien a los cambios?
  • ¿Fumas?
  • ¿Abusas del alcohol?
  • ¿Haces ejercicio habitualmente?
  • ¿Pesas más de la cuenta?
  • ¿Te sientes solo?

No hace falta ser un genio para saber cuáles son las respuestas correctas. Lo que nos dice el estudio es que quien a los 50 respondía correctamente a 5 o más de estas preguntas tenía una alta probabilidad de estar en el grupo de quienes a los 80 se consideran “envejecimiento exitoso” (frente a otra categoría que establece el estudio a la que llaman “triste-enfermo”). Nadie del grupo que a los cincuenta respondió sólo una o ninguna de las preguntas correctamente llegó al envejecimiento exitoso treinta años después.

El estudio confirma que a medida que envejecemos dejamos de recordar nuestro pasado de forma fidedigna. Aquéllos que modelan sus recuerdos de forma positiva envejecen mejor. Algunos ejemplos que recoge George Vaillant, anterior director del proyecto, en su libro Ageing Well, resultan muy interesantes: algunas personas, a los 17 años describían a su padre como un “borracho”, “maltratador” al que odiaban; a los 80 años lo recordaban como un “pobre hombre” que “era ignorante pero muy trabajador”, “no creo que nunca le odiase”. Esas personas que transforman sus memorias de forma positiva suelen ser las que envejecen bien.

Casi todos los consejos que podemos seguir para vivir más años y mejor, parece que siguen el mismo camino y tienen que ver con la comida, el ejercicio y las relaciones humanas. Así, quien come bien (a menudo, eso quiere decir poco), ejercita su cuerpo y mantiene relaciones positivas con su entorno, suele tener una actitud ante la vida que le ayuda a pasar más y mejor tiempo en el mundo.

Todo eso irá muy bien para llegar a los 85 y hacerlo bien. Para llegar a los 110 deberemos sumar unos buenos genes, mucha suerte y, por supuesto, aquella cosa especial que parece tener cada uno de los supercentenarios como el quilo semanal de chocolate de la sra. Calment o los tres huevos crudos diarios de la sra. Morano. Lo que me hace pensar en un entrañable chiste de Eugenio:

- “Caramba don Genaro, ¿cómo hace usted para conservarse tan joven?

- Mire, no discutiendo con nadie.

- Hombre, por eso no será.

- Pues no será por eso”.

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