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Sexualidad en residencias

Sexualidad en residencias

Por Josep de Martí
lunes 05 de febrero de 2018, 21:50h

“La sexualidad es una dimensión del ser humano que nos acompaña durante toda nuestra vida. Tiene que ver con la forma en la que nos expresamos y nos percibimos como seres sexuados, por lo que incluye la actividad sexual pero no se limita a ésta. Abarca también aspectos tan variados como la identidad y los roles de género, la orientación sexual, el erotismo, la intimidad, nuestros pensamientos, creencias, actitudes y valores sobre la sexualidad, el deseo y las fantasías, etc. En consecuencia, que alguien no sea sexualmente activo no quiere decir que carezca de vida sexual”.

Con este párrafo tan ilustrativo comienza el libro “Sexualidad en entornos residenciales de personas mayores: Guía de Actuación para profesionales”, que editó el año pasado la Fundación Pilares.

Era una de esas lecturas que guardas para cuando tengas tiempo y que ahora he podido leer. La obra no tiene desperdicio y puede servir como lectura de reflexión para equipos de profesionales de muchas residencias.

Lo cierto es que en nuestra sociedad imaginamos a los mayores como seres asexuados en los que cualquier atisbo de deseo viene acompañado con algún elemento de desprecio o mofa (el “viejo verde”, la “viuda alegre”). Es como si en el imaginario colectivo, llegada una edad debieras esforzarte por encajar en el rol de la “abuela de caperucita” o el “abuelo de Heidi”. Cualquier otra cosa, desentona. Si ingresas en una residencia el control social se incrementa y la posibilidad de ser estigmatizado se incrementa.

Para saber que las cosas no deben ser así sólo tenemos que leer el libro, que incluye una serie de casos prácticos para trabajar en equipo o una lista de buenas prácticas a nivel internacional.

Fuera del libro podemos leer iniciativas como la que recogimos hace un tiempo referida a la residencia Riverdale de Nueva York en la que se fomentan las relaciones sexuales y el uso medicinal de la marihuana.

Donde leí que llevaron las cosas a un punto algo más extremo fue en Dinamarca: lo recogimos en Inforesidencias en 2005 y, aunque la historia es muy bonita, no he encontrado más información sobre la misma por lo que no puedo garantizar que sea cierta.

La cosa va así: en 2005 apareció en varios medios, entre ellos el extinto canal de noticias de Terra, que varios geriátricos de Copenhague estaban contratando prostitutas como terapeutas sexuales para sus residentes gracias a lo cual habían reducido la violencia y el consumo de fármacos entre los ancianos.

El tratamiento tenía dos pilares: el primero consistía en la proyección de películas pornográficas -no eróticas, sino de sexo explícito-, y el segundo, en la contratación de prostitutas para que "atendiesen” a los ancianos. Estas últimas estaban especialmente capacitadas para, además de realizar su trabajo habitual, saber cómo ayudarlos a desvestirse, lavarse después de la relación y ayudarlos a vestirse nuevamente.

Por supuesto, nadie estaba obligado a realizar esa terapia, sino que era de libre elección. Pero, según afirmaban los profesionales de las instituciones, cada vez eran más los hombres que se sumaban al tratamiento, y si bien las mujeres se mostraban en principio algo más reacias hacia el mismo, se especulaba que, con el tiempo también comenzaran a implementarlo para ellas.

La historia de la pornoterapia comenzó en el geriátrico Thorupgarden, de Copenhague, cuando el Consejo de Ancianos se presentó ante la dirección del asilo para proponer la emisión de películas porno en el circuito cerrado de televisión, en lugar de las habituales que se emitían. La respuesta de los directivos fue positiva y conforme se empezaron a observar los amplios beneficios, más y más clínicas de reposo de la capital danesa, y sus alrededores, se sumaron a esta práctica, así como a sofisticar los tratamientos, como por ejemplo mediante la incorporación del servicio de contratación de prostitutas.

Asimismo, basado en la experiencia de los internados de estas instituciones, el Ministerio de Salud y Acción Social dinamarqués preparó un informe con una serie de sugerencias y consejos para que las personas mayores o lisiadas puedan tener mejores y más satisfactorias relaciones sexuales.

Aunque la noticia original de Terra ha desaparecido, hay otras webs que la replicaron, como Taringa.

Hacía tanto tiempo de esta noticia que, a pesar de haber organizado dos viajes para conocer residencias en Copenhague, no se me había ocurrido visitar esa residencia para saber si el programa sigue adelante y si las mujeres finalmente se sumaron a la iniciativa.

En el próximo viaje me comprometo a hacerlo. Hasta entonces, envío mi felicitación a Feliciano Villar, Montserrat Celdrán, Josep Fabà, Rodrigo Serrat y M. Teresa Martínez por su trabajo sobre Sexualidad en entornos residenciales y a la Fundación Pilares por difundir este trabajo entre sus guías.

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