Opinión

El buen trato empieza por la relación

Josep de Martí, fundador de Inforesidencias. (Foto: JC/Dependencia.info).
Josep de Martí | Lunes 15 de septiembre de 2025

Hace unas meses participé en unas jornadas organizadas por DomusVi sobre el buen trato en la atención a las personas mayores. Uno de los elementos destacables del evento fue la presentación de la Cátedra de Buen Trato que esta empresa ha promovido en colaboración con la Universidad CEU San Pablo. Un paso relevante si entendemos que el buen trato no se define únicamente por protocolos o normativas, sino por cómo se materializa en el día a día de los centros.

Tuve la oportunidad de moderar una mesa redonda en la que participaron Yoana Grande, Patricia Alonso, Soraya Piqueras y Paula de la Quintana, tres trabajadoras sociales y una terapeuta ocupacional, que aportaron su visión desde distintos ámbitos: residencias, centros de día y atención domiciliaria. Fue una conversación honesta y útil, centrada en lo práctico, sin idealizaciones, pero con un compromiso real por hacer las cosas bien.

El cierre de la jornada vino de la mano del estadounidense Karl Pillemer, sociólogo, gerontólogo y profesor de la Universidad de Cornell cuya intervención todavía resuena en mí. Pocas veces he escuchado un análisis tan claro y tan fundamentado sobre uno de los temas más complejos y, a la vez, más ignorados en nuestro sector: la relación entre las familias y el personal de los centros.

A continuación, un resumen de lo que dijo que recomiendo se tome con cautela. Quien se sienta atraído, que busque la extensa bibliografía del sociólogo americano.

Cuando la residencia no reduce el estrés

Según los estudios presentados por Pillemer, ingresar en una residencia no alivia necesariamente la carga emocional de las familias. En muchos casos, el estrés se mantiene e incluso aumenta. ¿Por qué? Porque el paso de cuidar directamente a delegar cuidados genera dudas, inseguridad, necesidad constante de información y, a menudo, una sensación de pérdida de control.

Al mismo tiempo, el personal de los centros también se ve afectado por esta relación, que en ocasiones se vuelve tensa, con reproches, expectativas desajustadas o falta de entendimiento sobre lo que realmente se puede y se debe hacer. La idea clave es: no se trata de personas difíciles o egoístas, sino de problemas estructurales que generan malestar y desgaste.

Tres focos del conflicto

Pillemer identifica tres grandes causas de tensión:

  • Confusión de responsabilidades: Muchas veces no queda claro qué tareas corresponden al personal y cuáles a la familia. Esto genera malentendidos, frustraciones y expectativas no cumplidas.
  • Falta de tiempo para comunicar: El personal está sometido a mucha presión. Atender a diez o quince residentes por turno deja poco margen para hablar con las familias, lo que genera sensación de opacidad o desatención.
  • Desconfianza mutua. Las familias temen que no se les diga toda la verdad. El personal teme ser fiscalizado constantemente. Si además hay diferencias culturales o de clase, el conflicto puede aumentar.
  • Soluciones con sentido común (y evidencia)

    Frente a esto, Pillemer propone una serie de intervenciones prácticas, ya aplicadas con éxito en distintos contextos, que no requieren grandes inversiones, pero sí voluntad organizativa:

    • Crear y usar consejos de Familia: Grupos de familiares que se reúnen periódicamente para compartir inquietudes y proponer mejoras. Cuando están bien gestionados, fortalecen el vínculo con el centro, canalizan el descontento y generan comunidad.
    • Usar coordinadores de Cuidados: Una figura de referencia para cada familia (trabajador social, enfermera…), que centraliza la comunicación. Reduce el desgaste de tener que contactar con distintas personas para cada cosa y mejora la confianza.
    • Usar herramientas tecnológicas de comunicación: Plataformas que permiten compartir actualizaciones, vídeos, actividades y citas. No sustituyen el contacto humano, pero ayudan a reducir la incertidumbre y evitan malentendidos. También alivian la carga del personal al reducir llamadas repetitivas.
    • Formación conjunta: Programas como Partners in Caregiving ofrecen talleres para personal y familias donde se trabaja la escucha activa, la comunicación respetuosa y la construcción de alianzas. Están bien evaluados y son gratuitos.

    Las palabras de Pillmer me hicieron pensar que en España seguimos hablando de ratios, menús y protocolos, pero pocas veces medimos la calidad de la relación entre el personal y las familias. Quizás sería un campo a explorar.

    Por eso iniciativas como esta cátedra me parecieron tan positivas. En el ámbito de la universidad se pueden recoger datos, estudiarlos de forma que se pueda generar y difundir nuevo conocimiento sobre el papel de la familia en la atención a personas mayores en residencias, centros de día y ayuda a domicilio.

    Sabiendo, como dice Pillmer que una relación cuidada entre personal y familia mejora el clima en los centros, reduce el desgaste emocional y, sobre todo, se traduce en un mejor trato para las personas mayores; apostar por la creación de métodos que fomenten esa relación sólo puede generar efectos positivos.

    Al final, quizás no tengamos que reinventar nada. Más bien deberíamos escuchar más, entender mejor y actuar con coherencia. Y si eso no es buen trato, ¿entonces qué lo es?

    Autor del texto Josep de Martí Vallés. Jurista y Gerontólogo. Fundador de Inforesidencias.

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    Nota: en la elaboración del resumen de la intervención del profesor Pillemer he utilizado una herramienta de IA Chat Gpt

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