En los últimos tiempos hemos leído distintas informaciones respecto las condiciones laborales que de manera ignominiosa sufrían personas que desarrollaban su supuesta actividad laboral, basada en la atención y cuidados a las personas mayores, por cierto comúnmente mujeres, colectivo que suele mostrar peores estadísticas en lo que al ámbito laboral se refiere.
Partamos de las distintas lecturas y como no, acciones que se derivan de ello. No sólo me refiero a deudas que tenemos con las generaciones precedentes a la nuestra, que han trabajado duramente para dejarnos la sociedad de bienestar que disfrutamos, hablo también de la necesidad de recurso que provean de manera regulada y profesional a los cuidados y tratamientos que requieren los usuarios de Centros en el ámbito de la geriatría. La presión para poder atender a las personas de edad avanzada, es notoria. La respuesta, por una parte, está en manos de las CCAA por estar transferida la competencia y por otra al Estado en el ámbito de la coordinación general.
En el mismo caso y dentro del desarrollo de la Ley de la Dependencia, hablamos de prestaciones individuales para apoyo a personas dependientes, que se llevan a cabo en el entorno familiar, por personas con algún grado de parentesco u otras incorporadas con esta finalidad. Tienen un buen fin, pero de dudosa aplicación y complejo seguimiento por no saber los recursos que se necesitan. Las ayudas deben estar proyectadas y soportadas a través de procesos y procedimientos consolidados, que garanticen la asistencia profesional dentro de estándares de calidad unificados. Según la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología en España “el 80 por ciento de los cuidadores no son profesionales” (2.018)
Las condiciones laborales de los profesionales deben preservarse y garantizarse mediante un ámbito óptimo y una retribución adecuada a su dedicación, desempeño y cualificación, sabiendo, en este último término, la importante subida que tenemos en el coste de la vida, mencionando también los incrementos que llevamos acarreando las organizaciones sanitarias y sociosanitarias en los 3 últimos años, en los que debería haberse revisado la política fiscal soportada. España tiene una oportunidad única para ser referente en la atención y buenos cuidados, generando oportunidades sociales, laborales y desarrollo como sociedad, ya que el empleo en el sector sanitario, socio-sanitario se caracteriza por su cualificación, estabilidad y enfoque social, en todo caso, nos hará siempre mejor sociedad.
Debemos trabajar para concienciar sobre la atención a pacientes con edad avanzada y/o diversidad funcional, así mismo en la necesidad de profesionales, espacios, protocolos… en el ámbito de la investigación e innovación, que aborden con garantías la mejor atención futura, salvaguardando nuestro estado de bienestar que debe tenerse como objetivo prioritario de las administraciones, olvidando el tactismo político que nos puede llevar a soluciones cortoplacistas e insostenibles a medio-largo plazo, hubiesen evitado malas noticias como con la recoge el comienzo de este post.
“Cuidar de aquellos que nos han cuidado, más que un deber, es un honor”.
Rodrigo Castelblanque López es director gerente Fundación Hospitalarias Valencia