Todo el mundo entiende y es importante reconocer que la decisión de ingresar a un familiar en una residencia de personas mayores, por lo general, se toma después de considerar cuidadosamente las necesidades y circunstancias individuales de la persona y de la familia. Sin embargo, aunque sabemos que buscar ayuda profesional puede ser la mejor manera de garantizar el bienestar y la seguridad del ser querido, aparece muchas veces el sentimiento de culpa.
Así, ese sentimiento de culpa por ingresar a un familiar en una residencia de personas mayores es una experiencia emocional compleja, comprensible, que puede surgir cuando se toma la decisión de trasladar a un ser querido a una instalación de cuidado a largo plazo. Esta situación genera un pensamiento y una emoción de sentimiento de abandono, ya que surge la sensación de que se está abandonando a un ser querido al trasladarlo a una residencia, especialmente si la persona que lo traslada es un familiar cercano.
No es mala idea, si así lo considera, buscar apoyo emocional de amigos, familiares o profesionales de la salud mental, ya que puede ser útil para procesar estos sentimientos y encontrar formas, cada cual las suyas, para manejarlos de una manera saludable.
Varios directores de residencias castellanomanchegas responden a algunas de las preguntas más habituales sobre este sentimiento de culpa y de fracaso:
¿Es normal experimentar este sentimiento de culpa?
El director de la Residencia La Concepcion en Almuradiel, Ciudad Real, Juan José Alía, opina que "cuando se enfrenta al difícil proceso de ingresar a un familiar en una residencia de mayores, es natural experimentar sentimientos de culpa y angustia. Sin embargo, desde una perspectiva profesional, es importante recordar que tomar esa decisión no es un acto de abandono, sino un acto de amor y cuidado".
Insiste en que "tenemos que reconocer que esta decisión es una adaptación a las nuevas circunstancias y necesidades de nuestro familiar".
Por su parte, Riansares García Olmedilla, directora de la Residencia Arco de la Malena en Tarancón, Cuenca, destaca que "a veces, tomar la decisión de ingresar a un familiar en una residencia de mayores, suele ser muy difícil. Y tienen que lidiar con sentimientos complicados de gestionar: “sentimiento de culpa”, “abandono” … además de la “desconfianza” que nos genera lo desconocido… todo muy normal porque, al final, dejas el cuidado de la persona que más quieres a completos desconocidos".
En la misma línea, la directora de la Residencia Nuestra Señora de la Merced en Herencia, Ciudad Real, Teresa Serrano, ve "un comportamiento normal que podría traducirse como una sensación de estar abandonando a nuestros padres o familiares, cuando ellos antes nos han cuidado en etapas tempranas y ahora no podemos responder de la misma forma".
Explica que "en las familias comprometidas existe una mala conciencia por buscar o aprobar el ingreso de las personas mayores en las residencias, pero hay determinadas situaciones en las que se precisa el ingreso, como el agravamiento de las patologías de la persona afectada, la imposibilidad de la familia de cuidar bien a los mayores por no poder conciliar su vida laboral o por la falta de adecuación de la vivienda a las necesidades del mayor".
“Cuidar de un familiar puede ser muy recompensante y hacer que el vínculo con la persona se estreche, pero también puede ser una situación demandante y estresante que genere muchas consecuencias negativas, y que haga que la persona se dé cuenta de que no puede proporcionar el cuidado que su familiar necesita y por ese motivo valoren la opción de institucionalización”, añade.
¿Qué se dice a una persona que se siente culpable porque piensa que ha abandonado a su padre, madre, tía... en una residencia?
El director de la Residencia La Concepcion en Almuradiel lo tiene claro: "Desde el punto de vista profesional y cuando tomamos contacto con los familiares en el proceso de ingreso en nuestro centro, charlamos sobre la importancia de comprender que la calidad de cuidado en una residencia de mayores puede ser superior a lo que ofrecemos en casa, especialmente cuando se trata de atención especializada".
Y recalca que "el ritmo de vida, trabajos, horarios, limitaciones físicas y barreras arquitectónicas en el hogar hacen complicado que podamos prestar el cuidado y la atención que necesitan, sin darnos cuenta que esto supone altos niveles de estrés, agotamiento y descuido".
Al respecto, Teresa Serrano cree que "se trata de explicar al familiar que es fundamental poder ponerse en el lugar de alguien que ve sus capacidades físicas y/o cognitivas limitadas para poder entender las reacciones que vemos en ocasiones. Ser consciente de que uno no es el mismo y que depende de otros no es nada sencillo y se necesita un período de adaptación". Recomienda también decir al familiar que "no hay nada de qué avergonzarse ya que estarán todas sus necesidades cubiertas y sobre todo acompañados".
También apunta: "Nuestro principal objetivo es transmitir tranquilidad al familiar en los procesos de pre-ingreso e ingreso hablándole de los beneficios de poder relacionarse con más personas, crear nuevas amistades y ayudarle a mantenerse más activo mental y físicamente. En definitiva conseguir una mejor calidad de vida".
Cómo se gestiona desde la residencia
¿Y desde las residencias, cómo gestionan ese coctel de emociones? El trabajo de los profesionales cuando se produce el ingreso también es fundamental. Riansares García Olmedilla entiende que "es difícil", pero bajo su punto de vista "lo primordial es entender, empatizar y no juzgar jamás. ¡Y hacerlo con actitud!".
Propone una escucha activa: "Cuando se ponen en contacto con nosotros, los escuchamos de manera activa, siempre desde la empatía y entendiendo que es una decisión difícil, y en la mayoría de los casos, una decisión “obligada” por las circunstancias". También humanizar: "Que la entrevista o el encuentro que tengamos con ellos, sea humano, ser una persona escuchando a otra persona. Transmitirles que entendemos perfectamente cómo se están sintiendo. Esto es importante, porque, a veces, cometemos el error (inconscientemente), de no prestarles atención, invalidar lo que nos cuentan, porque hemos visto muchas veces la misma situación".
La directora de la Residencia Arco de la Malena en Tarancón es partidaria de "crear un clima de confianza, animando a que se expresen, nos expliquen la situación. Escucharse a sí mismos explicando la situación que los ha llevado a tomar la decisión de ingreso en Residencia, hace que ordenen sus propios pensamientos y también, sus propias emociones. Escuchándose, refuerzan la decisión que han tomado. Nosotros, sin juzgar, empatizando y entendiendo la situación particular, les transmitimos comprensión".
García Olmedilla también cree que es importante "acompañar desde el entendimiento y la empatía en esas emociones que les surgen, y les hacemos ver, a través de información real sobre las actividades que se realizan en el centro y la metodología que aplicamos, que la decisión que están tomando es, única y exclusivamente, para el bienestar de su familiar: ¡Hay una necesidad que hay que cubrir, y para eso estamos nosotros aquí!, ese es el mensaje que finalmente queremos que interioricen".
Considera fundamental enseñar el centro: "Fuera del despacho, enseñar la residencia e ir explicándoles el trabajo que desarrollamos, ayuda mucho a generar ese clima de confianza, al final están poniendo “imagen” y “conocimiento” a algo que desconocen. Darles la información, desde el convencimiento y con la seguridad de saber que su familiar va a estar bien (¡esa es la actitud!)".
Una vez que se ha realizado el ingreso de su familiar, es partidaria de mantenerles informados y hacerles partícipes: "El sentimiento de culpa y abandono, los acompañan durante un largo periodo de tiempo. Para lidiar con esos sentimientos y hacer que disminuyan, es muy importante hacerles partícipes de la dinámica del centro, contar con ellos para realizar actividades, informarles del día a día de su familiar… Al final, nuestro objetivo principal es el bienestar del residente, y para conseguirlo es imprescindible incluir en nuestro trabajo, a las personas más importantes de su vida".
"La adaptación a esta nueva 'situación' es para todos, para los propios residentes y para los familiares"
Serrano reconoce que "el día del ingreso es uno de los momentos más duros por sentir esa culpabilidad de abandonarlos, de dejarlos en un centro donde no saben si se adaptarán a la convivencia, si les darán cariño, atención, etc. Para ello, en las primeras semanas de adaptación al centro, se les facilita todo lo que necesite al familiar, analizando previamente nuestras recomendaciones como pueden ser: ampliación de horario de visitas si hiciera falta, videollamadas, vídeos de participación en las actividades, etc".
"Todo lo que necesiten, estará puesto en marcha por el equipo de la residencia desde una Auxiliar de referencia asignada desde el primer día para su completa adaptación al centro y necesidades siendo el contacto directo en caso de cualquier cosa que necesiten. En este punto es necesario informar cómo se puede adaptar el cuidador principal de manera adecuada y se les explicará con detalle los cuidados que se les proporcionará y se explicará al familiar que esté en una institución no significa que deje de ocupar un papel importante en la vida de ese familiar", señala la directora de la residencia en Herencia.
Sentimiento de alivio Vs sentimiento de culpa
Juan José Alía incide en que "al elegir una residencia de calidad, se está asegurando de que su familiar reciba el cuidado y la atención especializada que merece. Es fundamental recordar que cuidar de uno mismo también es esencial para poder cuidar adecuadamente a los demás, y confiar en profesionales capacitados puede aliviar la carga emocional y garantizar el bienestar de todos".
La directora de la Residencia Nuestra Señora de la Merced opina que "aún sabiendo todo esto, las cuestiones planteadas siempre son si la decisión es la correcta apareciendo el sentimiento de culpa por diferentes causas (nos sentimos malos hijos, lo que creemos que piensan los demás de nosotros, desconfiar del nuevo hogar, enfrentamiento con otros familiares por no estar de acuerdo...), pero también por dedicarse tiempo a uno mismo".
Apunta que, "de todo esto, no se darán cuenta el día del ingreso pero sí, durante el período de adaptación donde lo transmitirán con sus palabras o con su mirada, siendo un alivio y tranquilidad para el familiar y dejar de sentirse culpables por dejar el cuidado de sus padres y en manos ajenas".
Alguna estrategia práctica o consejo para gestionar este sentimiento de culpa