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EL MODELO DE ATENCIÓN, LA INNOVACIÓN Y LA FINANCIACIÓN, PUNTOS CLAVE

El sector de la Dependencia y los centros residenciales: ¿cada vez mejor... o peor?

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martes 07 de enero de 2020, 13:10h

El sector de la Dependencia adquiere cada día que pasa un mayor peso en el área de los Servicios Sociales y también del Sistema Nacional de Salud del Gobierno central y las respectivas comunidades autónomas, tanto en el departamento económico y presupuestario para su desarrollo como en el de recursos humanos.

Así, este sector sociosanitario viene criticando la falta de cumplimiento de la principal herramienta para la atención a las personas dependientes que es la ley que lleva su nombre. Por ello, teniendo en cuenta de dónde venimos, la situación de crisis económica del país, los avances de las tecnologías y la ciencia en la sanidad y los cuidados a las personas mayores, las políticas y las leyes que se han aprobado, pero, sobre todo, el envejecimiento constante e imparable del país, la pregunta es:

El sector de la Dependencia y los centros residenciales: ¿cada vez mejor... o peor?

Pilar Rodríguez Rodríguez, presidenta de la Fundación Pilares para la Autonomía Personal

Conocemos bien por la investigación desarrollada que las personas mayores quieren continuar viviendo en su casa y en su entorno, aunque sea en soledad y aunque precisen cuidados. Para acercarnos al logro de este objetivo existe consenso sobre la necesidad de incrementar la calidad de los servicios de atención en el domicilio diversificando los servicios de proximidad a la persona y a sus cuidadores/as, buscando la participación comunitaria y utilizando la metodología de gestión de casos (OMS, OCDE, UE).

No obstante, aunque así se haga, en bastantes ocasiones no será posible que muchas de las personas continúen viviendo en su domicilio. Sobre todo, porque alcanzarán edades muy avanzadas y un porcentaje creciente de las más longevas tendrá graves situaciones de dependencia, en especial derivadas de demencia, que requerirán cuidados especializados. Además, muchas de ellas tendrán nulas posibilidades de recibir cuidados familiares en el hogar (aumenta el número de personas mayores sin hijos, el potencial de cuidados familiares sigue estrechándose, los hombres continúan sin hacerse cargo del peso de los cuidados…).

En conclusión, las residencias son hoy totalmente necesarias y lo serán más aún en el futuro. Pero de esta necesidad palmaria no se sigue que cualquier dispositivo resulte adecuado. Sabemos que la ciudadanía en general, y las personas mayores en especial, cada vez más exigentes, tienen una visión negativa de las residencias tradicionales porque, en general, producen un desarraigo con la vida anterior, se dejan de hacer las actividades que daban sentido a la propia vida, rompe las relaciones con el entorno afectivo y comunitario, sienten que pierden el control de su propia vida y que su dignidad y derechos humanos se ven comprometidos y lesionados...

Resulta obligado, por tanto, efectuar cambios de calado en la oferta que hoy existe, innovar en la tipología residencial pues la heterogeneidad de las personas mayores exige diversificar los modelos de alojamiento (intergeneracionales, viviendas compartidas, colaborativas, comunitarias…). Y, sobre todo, cambiar el modelo asistencialista predominante cuando se precisan cuidados hacia uno impregnado de valores éticos que sea integral y esté centrado en las personas. Un modelo de calidad que cuide a las personas mayores, que cuide a sus profesionales, dotándoles de formación y de calidad en el empleo, y que logre impregnar en la sociedad el valor de los cuidados como un bien social.

Afortunadamente, el nuevo modelo y su metodología se está implementando ya en algunos lugares de nuestro país con muy buenos resultados de evaluación. El camino del cambio se ha iniciado, la ola se hace cada vez más grande, y, como dicen proveedores y profesionales comprometidos, “ya no hay vuelta atrás”.

Jesús Cubero, secretario general de AESTE

Residencias de personas mayores... ¡¡cada vez mejores y más especializadas!!

Porque al igual que en la medicina la clave es la personalización de los tratamientos, en la atención a las personas mayores, la clave del futuro está en la atención personalizada a las necesidades de cada uno de los mayores.
La edad media de los mayores en los centros residenciales es cada vez mayor y eso implica un mayor deterioro cognitivo, una mayor necesidad de apoyo personal, un mayor número de personas con pluripatologías y más tratamientos que conllevan polimedicación.
El modelo de atención basado tan sólo en el cariño, voluntariado y en las buenas intenciones que se ofrecía en el pasado, hoy ya no es válido. Hoy en día la sociedad necesita una atención profesionalizada y con una capacitación cada vez mayor, más especializada, y enfocada a proporcionar una atención que satisfaga las necesidades de cada una de las personas. Las grandes empresas invierten, forman y cuidan a sus trabajadores, porque es la única forma de cuidar bien a los mayores.

Y es que afortunadamente... ¡¡no hay dos personas mayores iguales!!

Antonio Cabrera, secretario general de la FSS-CCOO

En general, el sector de la Dependencia, y con más amplitud todo lo relacionado con Servicios Sociales, ha sufrido un serio recorte en el período de crisis. Hoy, el sector se caracteriza por una amplia lista de espera, unas condiciones de trabajo precarias, que inciden en un peor trato a las personas dependientes, salarios bajos, ratios de personal con diferencias importantes dependiendo de la Comunidad.

Es un sector donde existen pocas plazas públicas, por lo que hoy la complementariedad del sector privado es indiscutible, pero los Gobiernos deberían velar porque se cumplan unas condiciones mínimas en las plazas concertadas, tanto para las personas que deben ser atendidas como por las trabajadoras que realizan el cuidado de las personas dependientes.

Desde CCOO entendemos necesario e imprescindible que el Convenio de referencia estatal debe ser la base de regulación del sector, para evitar que licitaciones a la baja pongan en riesgo la atención de las personas.

Sin duda, sería necesario el incremento en la financiación del Gobierno estatal, por cuanto, hoy existe un desequilibrio alarmante, entre lo que aporta el Estado y lo que aportan las Comunidades en la financiación (el Estado aporta el 17% y las Comunidades el 83%); así como un mayor compromiso de las patronales para regular el sector y evitar la excesiva desregulación que hoy existe en el conjunto del Estado, denunciando cualquier licitación que ponga en riesgo la atención de las personas así como el incumplimiento del convenio.

Gustavo García, de la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales de España

Residencias de personas mayores: ¿cada vez mejor... o peor? De nosotros depende.

La necesidad de cuidados a personas de edad avanzada por la prolongación de las expectativas de vida, es una realidad. También es una realidad que las personas prefieren -preferimos- vivir en nuestro propio hogar el mayor tiempo posible. Por eso, las residencias son cada vez para personas de edad más avanzada y con mayores limitaciones físicas y mentales.

Ante esta perspectiva, existe el riesgo de perpetuar un modelo hotelero y hospitalario, donde a los residentes se les considera “pacientes”. Un modelo sobreprotector, que masifica, institucionaliza y, con frecuencia, infantiliza a las personas mayores.

Pero también existe una corriente de opinión que considera que estos centros tienen que evolucionar hacia un modelo más humanizado. Lugares para vivir y convivir. Las claves de este modelo se están definiendo ya en diversas experiencias: entornos para pequeños grupos de residentes, con ambiente hogareño, que superan la división funcional propia de la institucionalización, en comedores, salas de estar, salas de terapias… Atención personalizada, con amplio margen para las decisiones del residente sobre cómo quiere ser atendido y cuidado. Centros que respeten la intimidad, con prevalencia de habitaciones individuales. Centros que favorezcan la convivencia familiar. Residencias como servicio de proximidad, abiertas al entorno vecinal y social. Centros libres de sujeciones. Centros donde las terapias no farmacológicas, especialmente para tratamiento de las demencias, acaben con la sobremedicación. Centros donde las nuevas tecnologías sean oportunidades para la comunicación, y terapias efectivas que aumenten la capacidad de los y las residentes, y mejoren su seguridad y su calidad de vida. Centros con profesionales bien formados, motivados y, por supuesto, bien remunerados, porque su profesión lo merece; y en los que el rol de gerocultor tenga especial relevancia.

Este es el futuro deseable, al menos como yo lo veo, para los centros residenciales de mayores. El futuro que cualquier de nosotros, hoy “expertos” del sector, quisiéramos para nosotros mismos cuando tengamos que ser usuarios de una residencia de mayores.

Para lograrlo, todavía queda la inercia de esa práctica hostelera y medicalizada, anclada gracias a normativas que asfixian cualquier cambio de modelo. No va a ser tarea fácil cambiar esas dinámicas y esas prácticas. Pero en eso estamos….

Nos guste o no, el futuro del sector esta condicionado por las políticas públicas que se vayan desarrollando.

Juan Vela, presidente nacional de Lares

La previsión de futuro es que los centros residenciales solo atiendan las personas que se encuentran en situación de gran dependencia y aquellas situaciones de demencia y trastornos de comportamiento. Por lo tanto, eso lo que supone es la pérdida del concepto tradicional de lo que siempre ha sido un centro residencial y una apuesta cada vez mayor, por parte de las administraciones, a la prestación de servicios en el entorno domiciliario para facilitar que la persona, con sus propios recursos y con los apoyos necesarios pueda mantenerse en su hogar de referencia el mayor tiempo posible. Además, si los perfiles atendidos son esos, las ratios de personal deberían ser muy superiores a las actuales. Eso lo que supone, en definitiva, es solamente definir recursos residenciales fuera de estos casos en aquellas situaciones en las que el marco legal actual no contempla como dignas de protección. Estas situaciones son aquellas en las que, para evitar la situación de soledad y exclusión de la persona, se requerirían contextos de centros de apoyos insertados en el ámbito comunitario.

Sea cual fuera el camino abordado, la cronicidad debe de ser integrada dentro de la realidad de la cartera de los sistemas públicos de salud y dicho sistema debe garantizar la igualdad de todas las personas y la prestación de la cuota de los servicios también de aquellas que se encuentran en centros residenciales. Por lo tanto, la pregunta ya no es tanto si los centros residenciales están cada vez mejor o peor, sino: El sistema sanitario ¿hacia dónde va?

Aitor Pérez Artetxe, fundador de Gerokon

Hay que recordar que la actividad residencial esta “intervenida” por las diferentes comunidades autónomas que, cada vez más, delimitan lo que hay que hacer, cómo, con quién, cuándo… Además, fijan el precio al que compran las plazas, habitualmente por debajo de su coste real. Lo más grave es que este modelo que ya esta instaurado es “innovicida”, deja nulo espacio para la innovación, sea esta tecnológica, organizativa o procedimental y se preocupa mucho más del procedimiento que del resultado.

Por otra parte, el estado de bienestar hace aguas, muchas aguas. No esta nada claro cómo van a pagarse las pensiones, cómo se va a dar respuestas a las necesidades sanitarias desde un sistema que ya esta colapsado, y en políticas sociales la situación es caótica, como ya dijimos el año pasado en el informe elaborado para CEAPs.

Es de prever que a las residencias seguirán yendo las personas cada vez más dependientes, con problemas de salud cada vez más complejos, con estancias aún más cortas que las actuales. Lo que no esta claro es cómo abordar el otro gran reto del envejecimiento, la soledad, aunque no parece que los centros vayan a ser la mejor alternativa.

Se articularán, y de hecho ya están articulando, ofertas muy distintas, seguirán conviviendo diferentes modelos de atención con centros muy diversos por tamaño, ubicación y servicios, y habrá que ir trabajando en elementos diferenciadores que puedan ser fácilmente reconocibles por el mercado.

Con este panorama, es de prever una “uberización” del sector, es decir, aprovechando los resquicios legales surgirán productos disruptivos. Si se ha hecho en un sector como el del taxi, es de prever que aquí también se hará.

Gracia Álvarez, secretaria Federal del Sector Salud, Servicios Sociosanitarios y dependencia de la FeSP-UGT

El envejecimiento es una de las cuestiones a las que debemos enfrentarnos como sociedad. La vida se está prolongando y con ello está aumentando el número de personas que precisan atención y cuidados, porque esa prolongación de la vida también ha traído consigo una pérdida de capacidades y un deterioro tanto físico como psicológico. Desde FeSP-UGT entendemos que es responsabilidad del Estado en su conjunto afrontar esta situación.

La Ley 39/2006 de 14 de diciembre: “Ley de promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia en España” vino a dar respuesta a esta situación, pero la crisis económica se afrontó con recortes en materia de bienestar-social, dichos recortes afectaron al desarrollo de la misma. Esta Ley preveía dar respuesta a la situación planteada por el envejecimiento de la población. Al amparo de esta Ley también se preveía la creación de puestos de trabajo, pero el empleo creado desde el inicio de la crisis es precario. Siendo mayoritariamente femenino, en torno al 90%, es un empleo a tiempo parcial, con partición de jornada que impide a las trabajadoras compensar los bajos ingresos con otro empleo. La jornada a tiempo parcial, no querida, ha incrementado una clase social de trabajadoras pobres.

El porcentaje de población envejecida ha seguido aumentando durante el periodo de la crisis, y también la intensidad de los cuidados que precisan. Las condiciones laborales de las trabajadoras que prestan el servicio no solo no han mejorado, sino que la presión asistencial ha aumentado. Desde la FeSP-UGT entendemos que el hecho de que las Administraciones Públicas no hayan destinado recursos al sector de la dependencia, como consecuencia de la crisis económica, ha influido en la negativa de las empresas a mejorar tanto las condiciones de trabajo, como los salarios de las trabajadoras y trabajadores del sector. Los problemas deben abordarse adecuadamente, de no hacerlo aumentaran tanto en complejidad como en tamaño, por ello desde la FeSP-UGT hemos pedido al Ministerio de Sanidad Consumo y Bienestar Social para tome las medidas oportunas.

Consulta aquí residencias de toda España

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