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ACP: Atención Centrada en la…. Peluquería

Una persona mayor en la peluquería de una residencia.
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Una persona mayor en la peluquería de una residencia. (Foto: Chat GPT)

En la residencia Las Marismas, de la que, por cierto, eres directora, llevamos años hablando de Atención Centrada en la Persona (ACP), formándonos, adaptando nuestros protocolos y diseñando espacios que respondan a lo que cada residente necesita y desea. Pero hay algo que aún no conseguimos: que todos entendamos lo mismo cuando decimos “ACP”.

La semana pasada, durante una inspección, tuvimos una experiencia que ilustra muy bien esta falta de criterio común. La inspección pasó por la peluquería de la residencia, un espacio que para nosotros es mucho más que un “servicio añadido”. Es un lugar lleno de vida, donde se ríe, se conversa, se comparte, y donde las personas —aunque vivan en una residencia— siguen sintiéndose guapas, cuidadas y mimadas. A cualquier edad, ¿a quién no le gusta verse bien?

Ese día, justo en plena visita inspectora, llegó la hija de una residente. Su madre acababa de recibir un buen lavado, corte y peinado, y entre bromas, la hija felicitó a la peluquera por lo bien que había dejado a su madre. “¡Si me lavas y me peinas tú también, seguro que consigo el trabajo que tengo esta tarde!”, dijo riendo. Y como no había nadie más esperando, la peluquera —entre risas— aceptó, y le lavó el pelo allí mismo.

¿Consecuencia? La inspección dejó constancia del hecho y la residencia recibió una amonestación por haber ofrecido un servicio a una persona no residente. Y aquí es donde nos paramos a reflexionar: ¿de verdad esto va contra la normativa o, por el contrario, es un ejemplo perfecto de Atención Centrada en la Persona... y en su entorno?

Porque cuidar de alguien no es solo velar por su medicación o su menú. También es crear un ambiente donde su hija pueda venir, bromear, sentirse acogida, y formar parte de la vida cotidiana del centro. ¿No queremos residencias abiertas, donde las familias se sientan en casa? ¿No insistimos en que las relaciones y el entorno afectivo son parte esencial del bienestar?

Una interpretación rígida de la norma puede acabar castigando precisamente aquello que se supone que debemos promover: la vida, la cercanía, la flexibilidad, el sentido común.

Por eso, vuelvo a hacerme preguntas que me gustaría compartir con quienes trabajan en inspección, gestión o normativa:

¿Es ACP solo cuando encaja en un protocolo?
¿Podemos hablar de atención centrada en la persona sin contar con su red afectiva?
¿No deberíamos premiar —y no sancionar— los gestos humanos que hacen de una residencia un hogar?

¿Qué opináis o experiencias tenéis para poderlas compartir en este espacio?

Autora del texto: Anna Cebrián es licenciada en Económicas, Master en Dirección de Empresas y postgrado en dirección de servicios gerontológicos. Directora de Inforesidencias.com

Síguela en LinkedIn: https://www.linkedin.com/in/annacebrian/

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