La evolución demográfica sufrida por España en los últimos años ha traído consigo que el segmento que representan las personas de más de 60 años sea el 16 por ciento de la población, un porcentaje que irá creciendo en nuestro país en las próximas décadas.
Son precisamente las personas mayores las que requieren de una mayor atención médica especializada derivada de las afecciones y patologías que surgen en esta etapa de la vida, y en este sentido la boca no debe de ser una excepción. Sin embargo, todo lo relacionado con la salud bucodental en la tercera edad suele relegarse, cuando no desdeñarse, a pesar de su necesidad para un correcto lenguaje, la masticación, la apariencia física y, en última estancia, la autoestima de la persona.
Cabe resaltar que la tercera edad es un segmento de población que, si bien es la que más interés suele mostrar por su salud bucodental, la subestima al sobrevalorar su estado de salud general.
Las personas entre 60 y 74 años registran una mayor incidencia, hasta de un 90 por ciento, según un informe de la Sociedad Española de Periodoncia y Osteointegración (SEPA), en enfermedades relacionadas con las encías. Además, el 64 por ciento de ellas sufre periodontitis y la mitad requiere de algún tipo de prótesis dental. A estas patologías hay que sumarles otras afecciones muy extendidas como las caries, sobre todo la radicular (en la raíz de los dientes), la sensibilidad dental o la candidiasis.
Además, algunas enfermedades de carácter sistémico muy vinculadas a este tramo de edad, como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, el cáncer o la artritis, también tienen su afección directa o indirecta sobre la salud bucodental de los pacientes, por lo que es especialmente necesario desarrollar una vigilancia estrecha a manos de profesionales cualificados.
Por ello, cobra especial importancia el poner en marcha campañas de prevención y divulgación acerca de la salud bucodental en los propios centros geriátricos, ya sea como parte de los Planes de Salud autonómicos, en el marco de campañas puntuales o mediante convenios más prolongados con clínicas homologadas, para mejorar la salud y la calidad de vida de estas personas.
En este sentido, los mayores de 65 años no son diferentes al resto de españoles de otras edades, y recurren a los profesionales bucodentales sobre todo cuando surge o persiste el dolor y no a modo de prevención o información. Es aquí donde cobra especial importancia el acercarles los profesionales allá donde residan o facilitarles la atención necesaria, pues las dificultades de movilidad que algunos presentan, la ocasional situación de dependencia y el temor que les infunde un tratamiento odontológico les complican acudir con regularidad a las revisiones médicas recomendadas.
Además, por las especiales características de estas personas, requieren de enfoques y tratamientos adaptados para erradicar algunas ideas equivocadas, como que la pérdida de piezas dentales o el deterioro del aparato masticatorio son inherentes a la vejez, cuando la realidad es que una buena higiene y la aplicación de tratamientos preventivos consiguen eludir estas patologías en un alto porcentaje redundando en una mayor calidad de vida.
