Cinta Pascual, presidenta de CEAPs: El tamaño no importa; la calidad, sí

La semana pasada se reunió la Mesa de diálogo social, que reúne empresas y sindicatos, para presentar un documento para la acreditación de los nuevos servicios de atención a las personas mayores en situación de dependencia, o lo que es lo mismo, qué condiciones mínimas deberán regir en todo el estado para qué se pueda operar dentro del sistema.

Este documento es un borrador que contiene puntos que tuvieron un rechazo frontal por parte de los asistentes a la reunión, sobre todo en lo referente a las ratios y al tamaño de los centros. El borrador se filtró pocas horas después a los medios de comunicación, y de la prensa se pasó a la opinión pública, donde algunos de sus puntos ya se han convertido en elementos de debate. En primer lugar y para que quede claro, este documento no tiene la aprobación del sector y es imprudente que se haya filtrado sin el consenso necesario.

Uno de los principales puntos de fricción es el relativo al tamaño de los centros. Para evitar interpretaciones previas, el texto del borrador referente a este punto es el siguiente: “No se podrán acreditar centros cuya construcción se inicie tras la transposición normativa que se haga del presente acuerdo por parte de las administraciones competentes, cuando superen las 50 plazas residenciales. Los centros previamente acreditados que superen las 50 plazas deberán presentar un plan de adecuación, bien sectorizando de forma totalmente independiente sus instalaciones, bien reduciendo paulatinamente su número de plazas preferentemente a través de la reconversión de habitaciones de uso colectivo a uso individual.”

No estamos de acuerdo con esta propuesta. Para ser exactos, estamos radicalmente en contra de esta. ¿Por qué? Pues básicamente porque la medida del centro no tiene nada que ver con la calidad que se presta. Puede tener la misma calidad asistencial, sanitaria y hotelera una residencia de 100 plazas que una de 25 plazas. El tamaño no importa. Lo que sí que importa es el modelo que allí se aplica, las herramientas que se utilizan, las medidas de protección… Y los indicadores de calidad que sustentan el modelo de atención.

¿Queremos unidades de convivencia? ¿Y una atención centrada en la persona? ¿Y envejecer según las preferencias y necesidades de cada uno? Estamos de acuerdo con todo, y también creemos que todo esto se puede dar en un centro pequeño, mediano y grande. No es el tamaño, repito, si no lo que se hace con el tamaño que se tiene.

Por otro lado, es destacable que este borrador no vaya acompañado de una memoria económica que lo sustente, de un estudio de costes y de la necesaria adaptación de las ratios de profesionales. No estamos de acuerdo en reducir el número de plazas de los centros, y no creo que los autores del borrador hayan reflexionado respecto el incremento de costes que esto significará, por no hablar de la viabilidad de muchos proyectos empresariales que están sosteniendo un sector claramente infrafinanzado.

Sinceramente, no entendemos como el Ministerio de Derechos Sociales pone encima de la mesa una propuesta de este tipo que requiere de tanto dinero y, en cambio, que no traslade la presión necesaria a las comunidades autónomas para que sitúen el precio del servicio en el lugar que se merece. Estamos a finales de año y las tarifas autonómicas tienen, en el mejor de los casos, incrementos del 1 al 2,5%, muy inferiores a lo que marcará el IPC interanual. Incluso la luz va a subir más, por no hablar de los sobre costes del COVID-19, que no está claro que se acaben manteniendo en un escenario de pandemia.

Algún dia tendremos que mantener un debate serio sobre la causalidad de los recursos económicos sobre la calidad prestada. Un mejor servicio implica necesariamenterecibir más recursos. Y estos solo pueden salir de las arcas públicas o directamente de los bolsillos de los ciudadanos. En España se dedica a dependencia el 0,7% del PIB. En Francia, el 1,9%; en Italia y Bélgica, el 2,2%; en Alemania, el 3,7% y en los Países Bajos, el 4,3%. Y del mismo modo que se nos pide que reduzcamos el tamaño de los centros, nosotros podemos pedir que el presupuesto en dependencia del estado sea equiparable al de estos países.

El debate tamaño vs calidad se parece mucho al debate de titularidad vs calidad. Son debates falsos, maniqueos, que evidencian un profundo desconocimiento del sector y una gran falta de respeto hacia el colectivo de profesionales. Propuestas como estas no pretenden profundizar en la necesidad de un cambio de modelo, que todo el mundo ve necesario, sino modificarlo sin tener en cuenta cuál es la realidad mayoritaria en la gran mayoría de residencias del país. Si queremos tener más calidad en la atención, deberemos esforzarnos todos juntos presentando medidas y acciones viables, ambiciosas y realistas. Y a ser posible, y si no es pedir mucho, sin filtrarlas antes a la prensa.

Cinta Pascual, presidenta de ACRA y CEAPS