El envejecimiento trae consigo, como enumera el Banco de España2, un aumento de la tasa de dependencia; un impacto sobre el gasto público en pensiones y cuidados de larga duración; consecuencias sobre la oferta y la demanda agregadas de la economía; y reducción del crecimiento de la productividad.
En España el porcentaje de mayores de 65 años duplica su valor respecto al dato mundial, llegando al 20,1%. Además, nuestro país, es el segundo en el mundo con mayor esperanza de vida al nacer: 85.4 años las mujeres, y 79.9 años los hombres. Es decir, en España hay más personas mayores y más añosas que en cualquier otro lugar.
Fijándonos exclusivamente en el aspecto productivo, esto conlleva que, actualmente, uno de cada cinco españoles (como mínimo) no trabaja y que, también actualmente, uno de cada cinco españoles (cómo mínimo) recibe un sustento económico proveniente y administrado por el Estado. Es importante recalcar que es ahora cuando no están contribuyendo -a pesar de que en la mayor parte de los casos ya lo han hecho (sólo el 3.33% de las pensiones por jubilación son no contributivas3, a 31 de diciembre de 2019)-, y es ahora cuando tienen determinada pensión – que no asegura que vaya a seguir siendo la misma a lo largo de los años. Que existan las pensiones es un convencimiento al que hemos llegado como sociedad, pero los argumentos que mantienen esto, chocan frontalmente con las políticas económicas nacionales y supranacionales.
Población activa y mayores: subordinación
La población activa de cada momento es sobre quien recae el mantenimiento de su respectiva sociedad contemporánea, porque son quienes están produciendo los recursos económicos que alimentan el país en ese momento. A través de la Administración Pública, los grupos pasivos de esta sociedad se benefician de dicha producción. Sin embargo, no todos los grupos pasivos tienen el mismo valor a ojos del Estado: desde el punto de vista económico, en la medida en que un colectivo resulte necesario para el tejido productivo, tendrá asegurados los recursos para su mantenimiento.
Comparemos dos grupos que, únicamente por su condición etaria, son pasivos: los menores de 16 años y los mayores de 65. ¿Qué interés económico justifica su sustento? En el primero, la necesidad que el Estado tiene de ellos; en el segundo nada. De motivaciones tan opuestas -necesidad frente a altruismo- es obvio que tanto las decisiones derivadas de ellas como sus efectos, no pueden ser iguales. Por eso, la situación de los menores es de máxima protección desde el Estado, aceptación unánime de esta protección por parte de la población activa, e integración en la sociedad en su conjunto; mientras que la de los mayores, es de baza política para el Gobierno, como tal percibida por la población activa, y de pertenencia a la sociedad en virtud de la moral personal de cada individuo. Para la economía, el primer grupo representa una prioridad indiscutible frente al segundo, que es algo así como una rémora políticamente correcta; el futuro frente a lo amortizado. Para los afectados supone la diferencia entre contar con un mantenimiento asegurado o incierto. Lo mismo ocurre en cualquier sector del tejido productivo: cuanta más capacidad -potencial o de hecho- de generar beneficios tenga una actividad, más inversión se volcará en ella.
Consecuencias psicosociales de la subordinación.
Aunque no sean objeto de este artículo, las repercusiones sociales que tiene este hecho, son insoslayables. La calidad de las relaciones entre los mayores y el resto de la comunidad parece estar siempre condicionada a la voluntad de esta última, provocando un sentimiento de resignación, marginación y soledad para los mayores.
Sin duda, el problema de la relación de los mayores – o cualquier otro grupo dependiente- con su ambiente, merece un estudio aparte, pues son muchos los factores que intervienen y lo condicionan, e igualmente complejas sus repercusiones en la salud física y psicológica de los afectados.
Objetivo
Eliminar la subordinación.
El objetivo final es conseguir una situación de mayor fuerza para los mayores dentro de la sociedad, eliminar la situación de dependencia unívoca de los primeros hacia la segunda. Esta circunstancia sólo la asegura la necesidad; la necesidad que de ellos tenga el conjunto de la sociedad. Si existe, los medios para procurar y mantener la presencia de ancianos están asegurados.
Nada es más necesario para la supervivencia de un país que su economía; revertimos la situación: ahora van a ser los mayores quienes tengan la llave de una fuente de riqueza. Es importante no perder de vista que el objetivo principal es conseguir su inclusión basada en una función exclusiva de ellos y necesaria para los demás, no mejorar la situación económica de determinada entidad. Pero como, indudablemente, este es el resorte más sensible de cualquier sociedad, es el que vamos a utilizar.
Otorgar una función.
Otorguemos, pues, una función a los mayores. Una función capaz de solucionar una necesidad para el mayor número de individuos posible. De paso, la pensión se convertirá en una retribución indudable, y dejará de ser susceptible a veleidades políticas. Este servicio se convertirá en un factor crítico para el aparato productivo y, además, por serlo, mejorará alguno de los pilares de la comunidad: cultural, social, demográfico o económico. Resumiendo, aumentarán la capacidad de crecimiento del PIB de una nación.
Se podrá decir que “Si hay mayores, hay riqueza”. Y ese es el objetivo más humano.
Definición de la Actividad Grapa
En primer lugar, la nueva función a desempeñar por los mayores debe cumplir dos condiciones: ser exclusiva y propia de ellos; y que la forma de desempeñarla sea apta para sus circunstancias;
En nuestro caso concreto, la segunda condición será el principal condicionante para la función, pues no podemos imaginar una contribución que se materialice en el desarrollo de un trabajo físico, algo que, además de irónico, sería imposible en la mayoría de los casos por pura definición del grupo que estamos tratando.
La forma de aportación ha de ser pasiva, no activa; no tendrán que hacer nada, sino solamente estar. ¿Qué quiere decir esto? Que ellos mismos, su condición intrínseca y determinante, será la que se convierta en un nuevo actor del tejido productivo. Esta condición es su edad. Los mayores, simplemente estando, proporcionarán un recurso capaz de colaborar en la economía de un país.
Y esta es precisamente su función: proveer de Edad Avanzada. “Edad avanzada” significa la suma de todo lo que acumula y conlleva esta situación: aspectos sociales, culturales, familiares, históricos, genéticos, sanitarios etc. Uno o varios de estos aspectos serán lo que se convierta en un motor económico.
Bien, tenemos un banco de Edad Avanzada del que obtener un rendimiento, convertirlo en un producto rentable, ¿cómo? Buscando su inserción en una actividad económica. A esta actividad, capaz de transformar la edad avanzada en riqueza, le llamaremos Actividad Grapa.
Una vez conocemos el agente pasivo de esta futura Actividad -la edad avanzada-, y lo hemos asimilado a una materia prima, ¿en qué sector productivo (primario, secundario, terciario y/o cuaternario) se puede enmarcar? En el secundario y cuaternario6. Industria e investigación transforman los recursos naturales en nuevos u optimizados bienes y servicios, creando riqueza y contribuyendo decisivamente a mejorar la estructura productiva de la sociedad, a fortalecer su economía. Luego podemos concluir que la Actividad Grapa se enmarcará en el sector secundario.
Atención Sanitaria Gerontológica
En este momento, y más en la actual coyuntura del Covid, una de las macrotendencias mundiales, como destaca el estudio realizado por El Círculo de Empresarios recientemente, es “la mayor conciencia de la salud y el bienestar”7. Esto conlleva convertir “la salud en eje prioritario para gobiernos, empresas y ciudadanos, el fortalecimiento del sistema sanitario e investigación biomédica y un mayor enfoque en tecnología de la salud.”
Esa línea de acción, aplicada a una necesidad acuciante como es rentabilizar la vejez, nos ofrece una oportunidad única: llegar a una “especialización inteligente" a nivel regional o nacional en el campo de la atención sanitaria gerontológica. Tal y como define el Consejo Económico y Social en 2019, estamos hablando de dar vida a un clúster que aporte a dicho territorio “relevancia para el tejido productivo, posición competitiva y dinamismo en la cuota de mercado mundial especializado”.
Por lo tanto, la labor que tenemos por delante es lograr un encuentro entre la nueva materia prima o lo característico del grupo dependiente -la edad avanzada, en este caso-, y una forma de rentabilizarlo, dentro del sector secundario o cuaternario6. Esta transformación de la edad en recurso económico a través de una actividad biosanitaria, además de fortalecer el modelo productivo del país, asegura una sostenibilidad social, fundamental para que los mayores, los jubilados, los que ya están “amortizados”, dejen de ser un epílogo para formar parte del corazón de la sociedad.
Henar Belmonte Saldaña, arquitecta especializada en Entornos Sanitarios
1 “Envejecimiento y ciclo de vida” Organización Mundial de la Salud https://www.who.int/ageing/about/facts/es
2 “Retos de la economía española. La productividad y el tejido empresarial” Pablo Hernández de Cos, Gobernador del Banco de España. 7/5/2019
3 “Perfil del pensionista no contributivo de la Seguridad Social y del beneficiario de prestaciones sociales y económicas para personas con discapacidad. A diciembre de 2019” IMSERSO. Ministerio de Derechos Sociales.
6 Cuaternario, cuando ejerce de secundario sobre una actividad terciaria.
7 “Transformación del modelo productivo español. 14 prioridades.” Julio de 2020. Círculo de Empresarios.
8 “Informe. La industria en España: Propuestas para su desarrollo” abril de 2019. Consejo Económico y Social. España.
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