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Sistema de apoyos para la seguridad espacial cognitiva en residencias y centros de día

Por Berta Brusilovsky
lunes 02 de marzo de 2020, 16:20h
Berta Brusilovsky Filer, arquitecta y urbanista, experta en accesibilidad universal y cognitiva.
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Berta Brusilovsky Filer, arquitecta y urbanista, experta en accesibilidad universal y cognitiva.

Seguridad espacial cognitiva es un “conjunto sistemático de recursos para el diseño espacial” que tiene en consideración funciones neurológicas para la deambulación y la orientación espacial. La seguridad espacial o accesibilidad cognitiva se expresa en un vocabulario arquitectónico, un sistema de apoyos que, teniendo en cuenta esas funciones aconseja sobre cómo habría que actuar en caso de que hubiera, aunque leve, una lesión innata o adquirida que pudiera estar afectando a alguna de ellas.

¿Cómo habría que actuar en estos casos?

El primer paso -fundamental para llegar a un paradigma que demostrara su validez- es investigar cómo funcionan personas con diversidad de modos cognitivos: con discapacidades intelectuales, envejecimiento con y sin deterioro cognitivo, y haber sistematizado un modelo de diseño que basado formal y funcionalmente en una organización topológica de nodos y circuitos ayude a resolver las dudas que se presentan a todas las personas en su deambulación en entornos y edificios.

Ya hace años (2014) propuse un “Modelo para diseñar espacio accesibles, espectro cognitivo”1 que a través de la rotura del efecto laberinto, diera respuestas a la necesidad de autonomía espacial de todas las personas.

Años después de esa primera propuesta, ampliamente desarrollada en una bibliografía que culminó en el año 2018 con el “Índice de accesibilidad cognitiva”2, y trabajando con Centros de día para personas mayores tuve la necesidad de profundizar más, investigar otros campos para avanzar en este modelo de diseño. De esta necesidad nació mi ansia de conocer las funciones neurológicas que pudieran estar afectadas en la vejez y seleccionar aquellas, que, a través del diseño y la arquitectura, pudieran ayudar a mejorar, o resolver problemas de deambulación y orientación para una mayor autonomía de las personas en residencias, centros de día, equipamientos en general y como no, en las viviendas.

Es difícil en este espacio -que agradezco mucho que me hayan brindado- poder centrar una investigación que ha llevado tres años de intenso trabajo para poder, desde la transversalidad de las funciones neurológicas: sensación, percepción, cognición -atención, memorias- establecer los patrones de diseño espacial para facilitar la deambulación buscando además con las soluciones, activación neurológica.

Pongo un ejemplo que siempre me ha fascinado y es el procesamiento de la información por ambas vías, ventral y dorsal, aferentes y eferentes para que se puedan identificar objetos y eventos, dónde suceden, formar memorias de corto y largo plazo, llevar a cabo acciones de desplazamiento y poder acceder a la lectura de mensajes: esto, que determina autonomía o dependencia, lo posibilitan o lo limitan estos dos caminos o vías cerebrales.

- Las vías de “el qué” se dirigen del lóbulo occipital al lóbulo temporal formando el sistema visual ventral o anterior.

- Las vías de “el dónde”, proporciona información relacionada con la localización; se dirigen del lóbulo occipital al lóbulo parietal formando la vía visual dorsal o posterior.

- Si llega la información a la zona hipocámpica se forman las memorias.

Si las vías o alguna de ellas estuviera afectada:

- Con lesión en la corteza inferotemporal suelen tener problemas para describir objetos que no les cuesta coger, pueden interaccionar con objetos a través de una guía visual.

- Con lesión en la corteza parietal posterior suelen mostrar problemas a la hora de coger con precisión los objetos (acción) aunque se les ofrezca orientación visual, pero pueden describirlos perfectamente. - Sin indexación en el hipocampo la información y los mensajes, se pueden confundir.

La habilidad para deambular tiene sus bases en la interacción entre el sistema visual y el sistema motor, es cuando se recomienda la intervención del sistema espacial de apoyos dotando al espacio de mensajes de organización: formales, funcionales, relacionales, de color y de referencias gráficas o de texto adaptadas a las cualidades de desenvolvimiento espacial de las personas.

Este es solo un ejemplo de cómo el conocimiento de las funciones neurológicas me ha dado las respuestas para el diseño de espacios, entornos y edificios, en este caso, para mayores. Por supuesto que factores como “amabilidad, tranquilidad, contención y activación” son imprescindibles, pero como conceptos definidos a partir de respuestas, que el diseño da con amplio conocimiento del funcionamiento de sistemas que en el envejecimiento se ven afectados por el paso del tiempo, deterioro leve, enfermedades y demencias. Con teoría y experiencia se pueden mejorar los entornos y aportar alegría de vivir para que las horas y los días pasen, como los de la juventud, que parecían que no iban a tener fin.

Como síntesis final se dejan algunos conceptos de este paradigma que, convertidos en patrones de diseño, con seguridad, serán mejores que la soledad de los espacios en blanco.

El sistema de apoyos se basa en:

- Organización espacial, formal y funcional de diferentes tipologías de nodos y circuitos con relación sináptica, en secuencia y sin fracturas.

- Color como elemento constructivo y zonal.

- Referencias de texto e iconos con mensajes realistas.

Respondiendo al conjunto de funciones que, en cada caso, se pudieran ver más o menos afectadas.


Berta Brusilovsky, arquitecta

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