Quien haya estado vinculado a la gestión de una residencia de personas mayores sabe que, tarde o temprano, surge el problema del absentismo: cuando un trabajador enferma o se enfrenta a una circunstancia que le impide acudir a su puesto, la plantilla se resiente, lo que repercute tanto en la calidad del servicio como en la carga que asumen quienes sí están trabajando.
Por su interés, reproducimos íntegro el Informe de ASCAD al Departament de Drets Socials e Inclusió sobre el impacto del absentismo y la reducción de la jornada laboral anual en la atención a las personas en residencias de mayores en Cataluña. Un texto del que se sacan varias conclusiones que pueden ser perfectamente extrapolables a cualquier otra comunidad autónoma.
Así, el absentismo en las residencias de mayores, según el informe que presenta Andrés Rueda, presidente de L'Associació Professional Catalana de Directors/res de Centres i Serveis d'Atenció a la Dependència, afecta de forma significativa a la atención, con un impacto real del 12% que reduce de 39 a 34 los cuidadores por cada 100 residentes y de 32 a 28 los gerocultores previstos.
Este fenómeno incluye bajas largas, permisos y ausencias de uno o dos días difíciles de prever, lo que genera sobrecarga en el personal presente y riesgo de colapso en los turnos. Las ratios legales y la ocupación media, ya insuficientes, se ven doblemente afectadas por el absentismo y la reducción de jornada anual, que pasa de 1.792 a 1.772 horas por trabajador, disminuyendo las horas efectivas de atención y agravando el riesgo asistencial.
El informe advierte igualmente de que la situación convierte a algunos centros en “malditos” para trabajar y señala la paradoja de un sistema laboral que protege al ausente pero no al compañero que cubre la carga. Destaca la idea de que muchos problemas no son culpa de los profesionales, sino consecuencia de déficits de regulación, infrafinanciación, vacíos legales y normas inconexas.
Entre las propuestas, Rueda sugiere alargar periodos de prueba y regularizar migrantes para reforzar las bolsas de trabajo. El documento concluye que, si no se refuerzan las plantillas y se ajusta la financiación, la calidad de la atención quedará comprometida, pese al esfuerzo extraordinario de los profesionales presentes.
Como explica el fundador de Inforesidencias, Josep de Martí, en su tribuna, agradecer a Andrés Rueda y a ASCAD "haber puesto este documento sobre la mesa porque detrás de cada cifra hay personas, y porque si no aceptamos que para garantizar la atención habría que pagar más, ya sea el usuario o la Administración, nos condenamos a mantener un sistema que siempre funciona con una mano menos de la necesaria".
Informe al Departament de Drets Socials e Inclusió sobre el impacto del absentismo y la reducción de la jornada laboral anual en la atención a las personas en residencias de mayores
Preámbulo
Los más de 30.000 profesionales del sector, responsables organizativos y empresas comprometidas con sus funciones y responsabilidades NO queremos ser ni señalados ni parte perjudicada gratuita e implícita de los genéricamente denunciados “escándalos o negligencias” en ámbitos residenciales, en la mayoría de las ocasiones por faltas ajenas a nosotros, como consecuencia de déficits de regulación, infrafinanciación, vacíos legales, normativas inconexas, manzanas podridas o empresas sin alma.
Que cada palo aguante su vela y que se “rasque” detrás de cada problema, porque es muy probable que el origen lo tengamos en altas responsabilidades ajenas y que, si no fuera por la entrega extraordinaria de miles y miles de profesionales del sector, la situación aún sería peor.
Ante la inacción de quien corresponda, queremos abrir absolutamente las ventanas y aferrarnos a la idea de que solo a través de la transparencia, al final, solo “el pueblo puede salvar al pueblo”. Vista la evolución demográfica y la tendencia de la situación, nuestros “incendios” o “inundaciones” de verdad aún están por llegar… y ya hace demasiado tiempo que los anunciamos y denunciamos.
Somos conscientes de que entramos en un terreno resbaladizo con puentes de intereses y silencios compartidos, pero “cuentas son cuentas y no cuentos”, y los datos y los números son los que son (sobre el 12% de absentismo estimado en el sector sociosanitario/residencial).
Nos dirigimos a ustedes para trasladar una preocupación grave y creciente en relación con el impacto del absentismo laboral —en ocasiones reiterado y de difícil justificación— y la repercusión que este genera como un tsunami en muchas, muchísimas residencias —públicas, concertadas y privadas— de mayores, y su repercusión en la organización y resultados de los cuidados a las personas. Este año, y especialmente el verano, ha sido de récord Guinness.
Aunque la ratio de atención directa establecida es de 0,39, de las cuales aproximadamente 0,32 corresponden a personal gerocultor, la realidad es que el absentismo sistemático hace que estas cifras sean solo referentes teóricos. En la práctica, el servicio se presta con menos profesionales de los necesarios y los exigidos por la normativa, lo que significa una ratio real inferior a la establecida.
A este absentismo imprevisto y reiterado se suman los absentismos legales —días por asuntos propios, permisos, etc.— que, aunque legales y previsibles, también reducen la presencia efectiva de personal.
Cuando ambos factores coinciden, especialmente en periodos como puentes o verano, se generan situaciones de colapso e incapacidad asistencial que ponen en riesgo no solo la calidad de la atención, sino también la seguridad de las personas residentes.
Absentismo legal
Absentismo previsible
Absentismo súbito largo e imprevisto
Absentismos súbitos puntuales de uno o dos días, que rara vez se contabilizan en las estadísticas.
Todos estos tipos tienen una repercusión práctica y directa en la planificación asistencial.
La normativa establece, como hemos indicado, una ratio de atención directa de 0,39 por residente, de las cuales 0,32 corresponden a personal gerocultor.
Si se considera un absentismo mixto del 12% distribuido a lo largo del año (sin contabilizar los puntuales diarios), la disponibilidad real de personal se reduce al 88%.
Concretando:
Atención directa global: 0,39 → 0,34
Personal gerocultor: 0,32 → 0,28
En un centro de 100 residentes, esto significa pasar de 39 profesionales de atención directa previstos a 34 efectivos, y de 32 gerocultores previstos a 28 reales.
En términos prácticos, un absentismo del 12% supone perder una de cada ocho manos disponibles. Esta reducción afecta directamente la calidad asistencial y aumenta la sobrecarga del personal presente. Además, los buenos aspirantes tienden a evitar puestos con alto absentismo, ya que saben que habrá sobrecarga de trabajo, convirtiendo a estos centros en “centros malditos”.
En solo dos años, la jornada laboral anual ha pasado de 1.792 horas a 1.772 horas por trabajador, lo que supone una reducción de 20 horas anuales por persona. En una plantilla de 40 trabajadores, esto equivale a 800 horas anuales menos disponibles para atención directa.
La combinación de la reducción de jornada y el absentismo estructural genera una situación en la que las ratios reales se ven doblemente afectadas, empeorando la falta de personal, la sobrecarga y el riesgo asistencial, especialmente si se mantiene la dotación presupuestaria por debajo del coste real.
Es evidente la necesidad de revisar los criterios de financiación y cobertura de plazas para garantizar que las ratios legales sean efectivas en la práctica.
Incumplimiento de los estándares mínimos de calidad y de las insuficientes ratios legales.
Reducción del tiempo efectivo de dedicación de cuidados a cada residente.
Sobrecarga del personal presente y riesgo de nuevas bajas.
Incremento del riesgo de errores asistenciales y deterioro de la calidad de vida de los residentes.
La normativa laboral y/o el tipo de contratación actual protege casi de manera absoluta a todos los trabajadores, incluidos los absentistas, dejando desprotegidos a los trabajadores comprometidos que, por responsabilidad propia, deben asumir más trabajo.
En la práctica, cuando coinciden días propios y absentismos, si se deniegan por déficit asistencial, lo más probable es que los trabajadores no acudan o se den de baja, empeorando la situación de desatención.
También es necesario revisar los cortos e insuficientes periodos de prueba contractuales, que no permiten evaluar ni la capacidad profesional ni el compromiso con los dependientes y compañeros.
Por otro lado, no hay personal disponible —con o sin formación— para contrataciones fijas ni para sustituciones en turnos parciales, completos o prolongados. Nadie quiere cubrir absentismos reiterados.
El absentismo en esta actividad implica indirectamente maltrato. Esto es una evidencia que debe considerarse en cualquier decisión sobre atención centrada en la persona.
Abrir un procedimiento urgente y extraordinario de regularización de personas migradas sin papeles, siguiendo el precedente de la DANA de Valencia. Esto permitiría contar con más profesionales y ampliar la bolsa de trabajadores.
Prolongar los periodos de prueba contractual a entre 3 y 6 meses, como el resto de titulados en esta actividad.
Dotar a las direcciones de criterios de autoridad para tomar decisiones que impliquen riesgo de desatención.
La reiteración de absentismos indebidos debería permitir incluir a estas personas en un registro de maltratadores en el ámbito de los cuidados a personas mayores dependientes.
Revisar el impacto real y global del absentismo total en las ratios: nuestra evaluación es demoledora en perjuicio de las personas dependientes: llueve sobre mojado.
Hablamos de un tema estructural, y no incidental o temporal, por lo que se deben establecer mecanismos con previsión reglada tipo “situación de emergencia”, regulando y comunicando a familias y usuarios las funciones prioritarias o secundarias a desarrollar ante la NO cobertura efectiva de las bajas.
Todos deben tomar conciencia y trasladar a la ciudadanía que este tipo de absentismos, en las situaciones actuales, NO se cubrirán. La gente que queda trabajando debe priorizar tareas, sí o sí, sin ser señalados por lo que hagan…
¿Es más o menos prioritario dar de comer a unas horas u otras? ¿O mantener la higiene? ¿O adecuar los horarios de descanso? ¿Cambiar pañales por las incontinencias? ¿Atender a los familiares a cualquier hora o situación? ¿Administrar las medicaciones? ¿Mantendré el ritmo de personas con trastornos cognitivos como mecanismos de ayuda a la orientación temporo-espacial?
NO LO TENEMOS FÁCIL.
Revisar periodos de prueba y normativa de contratación en residencias.
Analizar la viabilidad de un procedimiento extraordinario urgente de regularización de personas migradas.
Ajustar planificación y dotación económica a la realidad asistencial: incremento de ratios, aumento de financiación sectorial y prohibición inmediata de concertación por debajo del coste.
Facilitar el acceso al historial y vida laboral de los candidatos.
Revisar “lagunas interpretativas” de los convenios colectivos, teniendo siempre en cuenta que la persona dependiente es la receptora final de las decisiones.
Absentismo | Presencia real | Ratio atención directa (0,39) | Ratio gerocultor (0,32) | Equivalencia en 100 residentes |
---|---|---|---|---|
0% | 100% | 0,390 | 0,320 | 39 profesionales / 32 gerocultores |
5% | 95% | 0,370 | 0,304 | 37 profesionales / 30 gerocultores |
10% | 90% | 0,351 | 0,288 | 35 profesionales / 29 gerocultores |
12% | 88% | 0,343 | 0,282 | 34 profesionales / 28 gerocultores |
15% | 85% | 0,332 | 0,272 | 33 profesionales / 27 gerocultores |
Incluso con porcentajes “modestos” de absentismo (5-10 %), el impacto sobre la disponibilidad real de profesionales es muy significativo y compromete la calidad asistencial.
PUEDE VER AQUÍ EL INFORME ORIGINAL DE ASCAD