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Persiste la feminización del cuidado, pero hay mayor corresponsabilidad de hombres, nietos y servicios profesionales

Evolución de los cuidados familiares a las personas mayores en España, presentado por la Fundación Pilares.
Dependencia.info | Viernes 03 de enero de 2025
El libro presentado por la Fundación Pilares analiza los cuidados a personas mayores desde 1995. Destaca el deseo de vivir en casa, el aumento de corresponsabilidad familiar y la necesidad de formación para cuidadores. Se aboga por un modelo diversificado de atención y apoyo a familias cuidadoras, alineado con la Estrategia Estatal de Cuidados.

El libro 'Evolución de los cuidados familiares a las personas mayores en España', presentado recientemente en Madrid recoge los resultados de una extensa investigación realizada por la Fundación Pilares, que incluyó una encuesta a nivel nacional con 1541 entrevistas a cuidadores de personas mayores familiares y un estudio cualitativo que abarcó grupos de discusión y entrevistas en profundidad con familias y profesionales del sector de la dependencia.

La investigación examina los cambios que han ocurrido desde 1995 hasta el presente en lo que respecta a los cuidados brindados a las personas mayores por sus familias.

Se mencionan varias características, entre las cuales están:

1.- El lugar más deseado para vivir y recibir cuidados en la vejez sigue siendo el hogar. Se busca que la atención se brinde a través de una combinación de los cuidados familiares y los servicios profesionales. Las familias exigen a la Administración un mayor apoyo financiero, así como recursos que sean mejores y estén coordinados entre sí. Ante la inquietud de no poder continuar residiendo en su propia casa debido a situaciones graves de dependencia, muchos prefieren optar por una residencia u otro tipo de alojamiento, como las viviendas colaborativas (cohousing), antes que trasladarse a la casa de sus hijos. Además, desean que estos espacios cuenten con profesionales capacitados, ya que su mayor temor es perder el control sobre sus vidas y que otros tomen decisiones en su lugar.

2.- A pesar de que la feminización de los cuidados continúa, se observa actualmente un aumento en la corresponsabilidad familiar, con una mayor participación de hombres (35%) y de nietos y nietas, quienes constituyen el 13,4% de los cuidadores. Además, se ha incrementado el apoyo proveniente de servicios públicos y privados relacionados con el Sistema de Dependencia. Cuando estos servicios resultan insuficientes y siempre que las condiciones socioeconómicas lo permitan, se opta por la contratación privada, siendo en su mayoría mujeres inmigrantes.

En un 66% de los casos, los cuidados familiares se brindan diariamente, con una dedicación promedio de 34,3 horas semanales, a lo que se suman otras 17 horas que corresponden a la asistencia externa recibida.

3.- A pesar de que las mujeres siguen siendo las principales responsables del cuidado, ha disminuido la proporción de cuidadoras únicas, que ahora representan el 27%, en comparación con el 55% registrado en 1994. Además, es notable que el perfil de las cuidadoras actuales se distancia considerablemente de la imagen tradicional de "ama de casa" con escasa formación.

4.- Generalmente, la mayoría de los hombres comienza a involucrarse en el cuidado cuando concluyen su vida laboral, se encuentran desempleados o no hay una mujer cercana en la familia. Por otro lado, las mujeres dedican más horas y se encargan de las tareas que requieren mayor intimidad física, como el apoyo en situaciones de incontinencia o en la higiene personal. Además, son ellas quienes asumen el papel principal en la gestión del cuidado del hogar, lo que conlleva una considerable planificación, organización y carga mental (multitasking).

5.- La asociación entre mujer y cuidadora continúa vigente, asignando a las mujeres habilidades innatas para el cuidado. Este rol se manifiesta como un don y un contradón (economía moral del don), lo que perpetúa los mandatos de género y la división sexual del trabajo. Sin embargo, ya se vislumbra una tendencia hacia la desnaturalización progresiva de esta relación.

6.- Un porcentaje significativo de casos, que alcanza el 41%, muestra que las personas mayores y sus cuidadoras cohabitan en el mismo hogar (un 25% reside en la casa de la cuidadora y un 16% en la de la persona mayor). Además, hay un 11,6% de situaciones en las que los ancianos alternan entre las casas de sus hijos.

Sin embargo, lo que debería ser motivo de preocupación para los servicios sociosanitarios es el notable aumento del número de personas mayores que viven solas y requieren cuidados. Este grupo representaba un 15,4% en la encuesta realizada en 2004, pero ahora ese porcentaje ha subido al 33,4%, siendo principalmente mujeres. Esto sugiere posibles casos de necesidades no adecuadamente atendidas y un riesgo elevado de soledad.

7.- Actualmente, las familias cuidadoras muestran actitudes hacia el cuidado que son más positivas en comparación con las investigaciones realizadas en 1994 y 2004. No obstante, siguen reportándose efectos negativos en diversas áreas de la calidad de vida, como el ámbito laboral, la salud y las relaciones sociales. Entre los impactos negativos más destacados se encuentra la reducción del tiempo personal, especialmente entre las mujeres, quienes expresan sentirse atrapadas por la falta de oportunidades para socializar con amigos y disfrutar de actividades recreativas y culturales.

A pesar de esto, la ambivalencia se presenta como el estado emocional más relevante, ya que en la relación de cuidados coexisten sentimientos contradictorios. Por un lado, hay momentos agradables y satisfactorios, como cuando dicen: “ahora conozco y quiero más a mi madre” o “aprendo mucho del significado que tiene cuidar”. Por otro lado, también surgen malestares relacionados con el agotamiento, reflejados en expresiones como: “me quiero tirar por el balcón…” o “deseo que esto acabe pronto…”.

8.- Se identifica una cuádruple clasificación de personas que ejercen el cuidado: “satisfechas, plenas, frustradas y atrapadas”. Esta categorización se deriva de la interacción entre factores motivacionales y morales, tales como valores y creencias, aceptación o rechazo del mandato de género, calidad del vínculo afectivo y reconocimiento social. Además, se consideran variables socioeconómicas y aspectos relacionados con la relación de ayuda, como el nivel de ingresos, el grado de corresponsabilidad, la severidad de la dependencia, la frecuencia e intensidad del cuidado, si se convive o no con la persona mayor, las edades de ambos y cómo el cuidado afecta al proyecto vital.

9.- La percepción de las familias ha cambiado drásticamente en cuanto a la necesidad de formación para el cuidado de personas mayores. Anteriormente, existía la creencia de que cualquiera podía desempeñar esta labor sin preparación, como lo reflejaba el 73% de los encuestados en la encuesta del CIS/IMSERSO de 1994. En la actualidad, se ha consolidado la idea de que “a cuidar se aprende” y que siempre es fundamental contar con una adecuada formación.

Sin embargo, esta creciente demanda por parte de los cuidadores contrasta con la realidad de una oferta limitada, e incluso inexistente en muchos lugares, de servicios de formación y respiro para facilitar el descanso a quienes cuidan. A pesar de que la LAPAD reconoce esta necesidad, se considera que mejorar en este ámbito es una prioridad que debería abordarse urgentemente para brindar un mayor apoyo a las familias y reconocer el invaluable trabajo que realizan.

La Fundación Pilares, en su estudio, resalta la importancia de fomentar un nuevo modelo de cuidados que priorice la oferta de servicios diversificados de atención domiciliaria, tanto personales como tecnológicos, así como la inclusión comunitaria. Esto permitirá que las personas mayores continúen residiendo en sus hogares, que es su deseo. Para alcanzar este objetivo, es fundamental también ampliar los recursos destinados al apoyo familiar, incluyendo formación, asesoramiento y servicios de respiro para facilitar el descanso de quienes cuidan. Reconocer y atender a estas familias es esencial, ya que su aporte sigue siendo irremplazable.

Estrategia Estatal de Cuidados

La presidenta de la Fundación Pilares y coordinadora de estos estudios, Pilar Rodríguez Rodríguez, destacó que los resultados obtenidos están alineados con los objetivos de la recientemente aprobada Estrategia Estatal de Cuidados. Esta estrategia busca no solo mejorar la calidad de vida de quienes requieren apoyo y cuidados, sino también beneficiar a las familias cuidadoras y a aquellos que se dedican profesionalmente al cuidado.

Para lograrlo, enfatizó la importancia de “conocer de primera mano las situaciones en las que se presta el cuidado y las necesidades y demandas que tienen las personas cuidadoras. Y ese ha sido el objetivo de nuestras investigaciones: que ayuden a la hora de tomar decisiones para que el cuidado sea más reconocido y se incremente la corresponsabilidad que ya se apunta entre hombres y mujeres, entre familia y servicios profesionales".

La reconocida especialista Mª Ángeles Durán, Catedrática de Sociología y galardonada con el Premio Nacional de Investigación en Sociología, subrayó durante la presentación del libro la importancia de hacer visibles los cuidados familiares. Destacó que el rol del Estado ha sido crucial, ya que “tradicionalmente los cuidados estaban encerrados en el ámbito privado; sin embargo, después de 2006 llega a España la Ley para la atención a las personas dependientes, una de las leyes más importantes de este país".

La ley establece que un asunto que solía considerarse privado, como el caso de tener una madre con Alzheimer, ahora se reconoce como un problema social que debemos abordar colectivamente.

Las palabras de la directora general del IMSERSO, Mayte Sancho Castiello, cerraron la presentación del libro. Ella expresó que para lograr un mayor impacto social en el cambio del modelo actual, que transita de la institucionalización a una gestión comunitaria de los apoyos y cuidados, es fundamental contar con el respaldo político y presupuestario necesario. Esto es esencial para mejorar las condiciones de vida de las personas mayores.

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