Lo leo en el periódico La Vanguardia del dia 12 de julio. El titular dice “Plantilla de tres auxiliares para 200 pacientes perpetúan las sujeciones en los geriátricos”. Lo primero que me sorprende es el uso de “pacientes” y de “geriátricos”, pero a eso ya nos tienen acostumbrados. Cuando me animo a leer el texto veo que trata sobre el uso de sujeciones en residencias, algo que se usa “de manera indiscriminada y generalizada en numerosas residencias”.
¿El motivo? Según la noticia, que en muchas residencias falta personal y que “en muchos centros residenciales tres auxiliares cuidan de hasta 200 residentes en turno de noche” y cuando una está de vacaciones solo quedan dos.
Esto lo dice “una auxiliar que trabaja en el turno de noche en una residencia privada de Madrid, que pide no identificarse ni identificar al centro “para que no me echen””. Busco por la noticia si la periodista que firma ha hecho alguna averiguación más: no la ha hecho.
Después veo que lo que acabo de describir es la introducción a una noticia que de verdad habla de sujeciones. El hecho noticioso es el fallecimiento de una residente estrangulada por la contención que tenía puesta en la cama. A partir de aquí la noticia habla de “tortura” o de “fracaso del sistema”. Acaba tratando del informe de la Sociedad Española de Geriatria y Gerontología que propone la supresión de contenciones físicas y farmacológicas estableciendo “claramente las situaciones excepcionales en que es posible usarlas”.
La verdad es que me parece una forma de periodismo de baja calidad que no pensaba encontrarme en uno de los periódicos serios. Una residencia de 200 plazas no tiene 3 auxiliares en el turno de noche, rebajando la cifra a 2 cuando llegan las vacaciones. Si alguien le dice eso al periodista, por mucho que le pida anonimato, su obligación profesional es, en primer lugar, investigar más y en segundo, denunciar la situación.
Tal como se da la noticia (que no me creo), parece que las residencias en general son incumplidoras y que, además, tienen atemorizados a sus empleados con amenazas de despido. Sé que alguien dirá que eso es exactamente lo que pasa. Yo digo que es mentira. Y voy más allá: ahora tenemos buzones de denuncias y llevamos años teniendo inspecciones que actúan. Si lo que dice la noticia fuese cierto, la forma de transmitir la información no ayuda nada a nadie. Basura de tabloide.
El otro tema que se plantea es mucho más relevante. El uso de sujeciones en residencias. Y sobre éste hay que hablar sin sensacionalismos. La tendencia en los últimos años no va hacia el aumento de su uso sino hacia su disminución y erradicación. Entidades como CEOMA (con “desatar al anciano”), Fundación Cuidados Dignos, Dignitas Vitae o Fundación Maria Wolff están ayudando a muchas residencias a prescindir del uso de contenciones. Las normativas llevan años siendo cada vez más restrictivas.
Creo que limitar la cuestión del uso de contenciones a que las residencias quieren trabajar con ratios tan bajas que no pueden atender a los residentes es no querer ver el problema.
Se usan contenciones en el ámbito residencial y sanitario porque durante mucho tiempo se ha considerado que una contención era sencillamente algo que podía “pautar” el médico. Cuando yo trabajaba de inspector, en los años 90, los requisitos, no escritos en la normativa, eran que hubiese una prescripción médica y que se utilizasen medios homologados para su aplicación. Después se fueron añadiendo otros como el consentimiento de los familiares. No fue hasta bien entrado este siglo que se reguló en leyes y decretos. Hoy la comunidad con una normativa más restrictiva y avanzada es Navarra.
El problema es que así como en las residencias se ha limitado el uso de contenciones, en el entorno hospitalario siguen siendo más comunes de lo que deberían. Un caso que suelen afrontar residencias que han conseguido trabajar sin contenciones es que cuando un residente es derivado a un hospital, allí le ponen un cinturón para que no se mueva de la cama de forma casi automática. Si la familia pide que se lo retiren les explican que es necesario por su bien. Lo curioso de la situación es que ahora tenemos leyes y reglamentos que limitan el uso de contenciones en residencias pero no en hospitales.
Por esa y otras razones creo que deberíamos trabajar para reducir y acabar retirando el uso de contenciones, pero no porque los gestores y propietarios de residencia son malas personas que torturan a los residentes y les imponen condiciones horrorosas, sino porque debemos encaminarnos hacia modelos mejores que busquen la calidad de vida de las personas.
Por otro lado, creo que hay que incrementar las ratios de personal en residencias y pagar mejor a quienes trabajan en ello, para lo que hay que entender que las residencias deberían costar más dinero. Aclaro que una cosa es que deberían costar más dinero y otra quién deberia pagar ese dinero.
Con un precio medio de una residencia en España de unos 1.900 euros al mes, con grandes diferencias entre comunidades, se pueden garantizar unas ratios de profesionales y una calidad de vida adecuados. Si queremos algo mejor hay que cambiarlo todo, empezando (o acabando) por incrementar la financiación.
Si España quiere gastar sólo el 0,7% de su PIB en atención a la dependencia, tendrá lo que tenemos ahora, que no está nada mal aunque es mejorable. Si llegamos al 2% que gastan muchos países de nuestro entorno o superamos el 2,5% como hacen unos pocos, podríamos hablar de aumentar ratios e imponer otras mejoras que, sin duda mejorarían las cosas.
Decir que lo que tenemos ahora supone torturar a los residentes o que durante el verano una residencia de 200 plazas funciona con dos auxiliares en el turno de noche, es a mi entender una mentira que no ayuda nada a mejorar las cosas. Claro que esa es sólo mi opinión.