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“La ACP debe sentirse y desearse antes que aprenderse”: entrevista con el impulsor del Instituto ConnectACP

Carlos Mirete, director del Instituto ConnectACP.
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Carlos Mirete, director del Instituto ConnectACP. (Foto: Connect Equipe)
Por Dependencia.info
martes 18 de noviembre de 2025, 20:59h

En el sector de la dependencia y las residencias, la Atención Centrada en la Persona (ACP) ha pasado de ser una promesa a convertirse en un criterio indispensable de calidad. Conversamos con el impulsor del Instituto ConnectACP, Carlos Mirete, iniciativa que combina formación e innovación tecnológica para acelerar la implantación real de la ACP en centros y servicios.

En esta entrevista, el director del Instituto ConnectACP repasa sus orígenes, la razón de ser del Instituto, su enfoque metodológico y los grandes retos del sector para avanzar hacia un modelo verdaderamente humano.

- ¿Cómo empezó tu vínculo con la Atención Centrada en la Persona?

Mi relación con la ACP comenzó hace algo más de quince años, pero se hizo realmente fuerte cuando participé en un proyecto de formación y acompañamiento en centros de Castilla y León. Fue la primera vez que pude entrar a fondo en la vida cotidiana de los centros: observar la realidad profesional y, sobre todo, la realidad de las personas que viven allí.

Aquella inmersión me confirmó que existe necesidad de cambiar la forma en que entendemos las etapas de la vida y a los otros grupos de edad, para que sirvan de verdad al propósito que prácticamente todos buscamos: tener una buena vida y que ésta merezca la pena.

- ¿Qué te llevó a crear el Instituto ConnectACP?

El Instituto nace cuando, colaborando con el Grupo Connect para desarrollar funcionalidades que faciliten la práctica de la ACP, dentro de su software EQUIPE, vimos con claridad la necesidad y la oportunidad de ir más allá: proveer tecnología de calidad y, en paralelo, apoyar el aprendizaje, la reflexión y la capacidad de los equipos para impulsar la mayor y mejor personalización posible de la atención.

Ambas herramientas elevan exponencialmente el valor de la mera suma de cada una de ellas cuando son utilizadas por separado: permiten sinergias capaces de provocar cambios profundos.

- Dices a menudo que para innovar en la formación hay que empezar por escuchar. ¿Cómo lo haces?

Para nosotros, innovar no es un fin en sí mismo sino una oportunidad para que entre todos podamos alcanzar mayores logros. Hacerlo en al ámbito de la formación es utilizar de forma distinta los recursos que ya conocemos para hacer esa misma formación mucho más eficaz en su capacidad para transformar positivamente la atención en los centros y para impulsar las capacidades de los equipos en liderar y gestionar su propia mejora.

En buena medida, esto nos lo proporciona la escucha y la cercanía con los centros: conocer muy bien a quién va dirigida la formación para modular, adecuar y vehiculizar mejor la propuesta pedagógica. Si la ACP es personalización, la formación en ACP también debe serlo: formando desde las particularidades y las necesidades reales -grupales e individuales- de quienes cuidan y de quienes reciben los apoyos.

- ¿Qué diferencia la metodología del Instituto ConnectACP de otras formaciones?

Si tuviera que señalar una diferencia central, diría que nuestra formación está muy orientada a favorecer que las personas se enamoren, sientan y deseen el Modelo. Tenemos muy presentes la secuencia 'enamorar-comprender-conocer' y, de manera general, hemos comprobado que es un camino mucho más eficaz para lograr la verdadera adopción del Modelo de Atención Centrada en la Persona por parte de las entidades y sus equipos.

La secuencia inversa, más propia de enfoques pedagógicos clásicos y estandarizados, si bien conserva valor, me ha venido demostrando con los años que no favorece de forma tan clara la adaptabilidad, la flexibilidad y la capacidad de los profesionales de ofrecer respuestas y apoyos -ágiles pero sopesados- a lo que la persona puede realmente requerir en cada momento.

Cuando una formación consigue seducir, el profesional interioriza mejor los principios de la atención personalizada y será más capaz de incorporar y desarrollar las capacidades que se requieren para apoyar adecuadamente en contextos cambiantes y complejos, que son los que enfrenta cada día. En otras palabras, deja de prestar apoyos de forma aprendida e incluso “mecánica" y empieza a dar respuestas propias: sensibles a la realidad de la persona y siempre basadas en interacciones, comunicaciones y relaciones de calidad.

- ¿Podrías compartir alguna experiencia de éxito que te haya marcado?

Todas las que puedo compartir se ajustan a un patrón: considerando el enorme desafío que es generar un cambio colectivo, cuando los equipos logran llevar a cabo los cambios profundos que han deseado y proyectado para poder ejercer una verdadera Atención Centrada en la Persona es todo un éxito y de manera general lo experimentan con enorme satisfacción y con mucha confianza para seguir incorporando nuevos cambios.

Recuerdo un centro en concreto que pudo experimentar un salto enorme en lo tocante al cambio de mirada y foco en las capacidades de las personas muy profundo. Las actividades significativas se dispararon en lo cualitativo y cuantitativo y, puedo decir que se instauró un clima de alegría que antes no existía… ni pensaron que pudiera ser posible.

Un día me contaron con mucho orgullo que tenían una situación muy desafiante con una persona y que preguntaron a otros centros cercanos cómo habían enfocado casos similares. El resultado es que se sorprendieron para mal y buscaron su propia solución cuando, según ellos, de haber hecho esas consultas antes de comenzar su proceso de cambio hubiesen replicado esas soluciones de forma ciega perdiendo con ello oportunidades obvias. Sentían una enorme satisfacción por haber logrado mejoras profundas.

Implementar el Modelo ACP obliga a desafiar y destruir los elementos de nuestra cultura asistencial que más nos orientan hacia el asistencialismo y a sustituirlos por otros elementos propios de la personalización. Este cambio supone un tránsito “por el desierto” y nunca hay plenas garantías de que los cambios esperados vayan a lograrse.

Cuando el logro es efectivo, resulta realmente emocionante poder ver como los profesionales reconocen su propio crecimiento, su propia capacidad de impactar mejor en las personas y acompañarlas en sus propios procesos…y todo el esfuerzo y valentía que han dedicado a ello.

- ¿Qué papel juega la experiencia directa en tu enfoque?

La experiencia directa me ha permitido comprender que las complejidades que presenta cada centro o cada grupo de profesionales son únicas en una significativa parte. Esto exige que la cultura de personalización esté presente desde el primer momento, también, desde la formación y el acompañamiento, promoviendo así, entre todos los agentes una realidad, de consistencia. alineada con los valores, las actitudes y los comportamientos que la cultura de la atención personalizada requiere.

Gracias a ello, se pueden identificar de mejor manera los condicionantes organizativos y culturales y cómo éstos deben ser abordados: generando así un itinerario de cambio y mejora mucho más nítido y, por ello, más abordable.

- El Instituto forma parte del Grupo Connect, que también desarrolla tecnología sociosanitaria. ¿Cómo conviven formación y digitalización?

Deben convivir naturalmente. La digitalización puede potenciar muchísimo la capacidad pedagógica de la formación si sabemos usar la tecnología con criterio: formas, tiempos e intensidades que permiten impactar de verdad en las personas que la reciben. Siempre hay un riesgo evidente en ponernos el “disfraz de tecnócratas” y asumir que la tecnología es buena por sí misma, lo que nos llevaría a estandarizar en exceso la propuesta formativa y exigir a las personas que se adapten a la herramienta en lugar de adaptar la herramienta a las personas y a sus propios procesos de aprendizaje.

Nuestra premisa a este respecto es que la tecnología nos puede dar “superpoderes”: potenciar el aprovechamiento y desarrollo de nuestras capacidades, especialmente de las netamente humanas y, por ello, nuestra responsabilidad es usarlos para maximizar todo lo bueno que puede darnos.

En el ámbito formativo, a veces hay que diseñar materiales y recursos pedagógicos que sirvan al mayor número posible, pero la propia tecnología favorece paralelamente la flexibilidad necesaria para acercar los contenidos formativos a cada persona atendiendo a sus necesidades de aprendizaje particulares.

- ¿Qué retos crees que enfrenta el sector para avanzar hacia un modelo más humano?

Los retos son muchos y se enmarcan en lo que venimos tiempo llamando como “crisis del sistema de cuidados”. Creo que tenemos bastante claridad sobre lo qué hay que hacer, pero no siempre sabemos cómo llevar a cabo esos cambios que sabemos que hay que lograr.

En nuestra parcela de Atención Centrada en la Persona, veo que existe un riesgo claro: no comprender la importancia que la verdadera atención centrada en la persona tiene para garantizar el bienestar y las condiciones de vida deseadas por las personas vulnerables y para favorecer la sostenibilidad del sistema junto a una mejora ostensible en las condiciones laborales de las y los profesionales -objetivas y percibidas-.

De ese riesgo, claro, aparece el reto que nos vincula a todos y especialmente a las entidades que trabajamos promoviendo el Modelo ACP: ofrecer siempre una visión real de lo que es y lo que significa la personalización y evitar favorecer visiones reducidas o parciales del modelo, de sus contenidos y de sus bondades.

La ACP significa relaciones de calidad, derechos garantizados y autonomía real —la gobernanza de la propia vida—, sostenidas desde la excelencia profesional y una praxis de marcado acento ético. Si bien es cierto que adoptarla implica un compromiso y esfuerzo de calado, los beneficios compensan ampliamente estas inversiones.

- ¿Qué aporta el Instituto —y tu enfoque— a un sector con alta rotación y dificultades para atraer profesionales?

La alta rotación de personal es un problema estructural y requiere respuestas estratégicas de magnitud. Mientras llega la estabilidad en los equipos que deseamos -y necesitamos- desde el ámbito pedagógico debemos acoger a quienes llegan intentando optimizar el uso de recursos para ello. Formar continuamente “desde cero” a profesionales que no van a tener continuidad es un derroche de recursos que, además, puede no tener fin.

Nuestra propuesta en este sentido considera intervenir en varios elementos de forma complementaria por medio de la cercanía con nuestros clientes:

Liderazgo interno estable: identificar y apoyar desde la excelencia la conformación de núcleos de liderazgo que, desde la continuidad, supongan la brújula de valores de la entidad y lideren la consolidación de los cambios y al tiempo que acompañe a las nuevas incorporaciones mediante sensibilización y apoyo en la práctica.

Agilización del cambio cultural: dirigido a la incorporación inicial de un conjunto de valores y prácticas en el centro alineados con la ACP que posibiliten que quien se incorpora no necesite imprescindiblemente una formación profunda desde cero, sino que por medio de la imitación y la replicación de lo que ya observa en el centro, integre progresivamente las praxis y los valores de la atención personalizada.

Asistencia tecnológica a la gestión de los apoyos personalizados: incorporando las herramientas tecnológicas que ofrecemos y que estamos mejorando para que nos faciliten el registro (1) ágil, liberando tiempo para poder dedicarlo al acompañamiento de las personas y (2) una explotación, análisis y provisión inteligente de esa información para apoyar en cada momento una personalización de elevada calidad en los apoyos.

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