En la categoría de TRABAJADORES, el ganador es: Mª Victoria Usero Fuentes. Directora de la Residencia San Eugenio (Sevilla) 42 años
Más de 60 días de aislamiento en compañía:
Hoy se han vuelto a encontrar después de más de sesenta días. Han vuelto al comedor todos a la misma hora y ha sido un gran acontecimiento, en el que los besos y abrazos han sido sustituidos por las lágrimas de emoción. ¡Estaban todos! Ninguno había sucumbido al coronavirus.
Atrás han quedado más de dos largos meses de sufrimientos añadidos al ya cotidiano de estar separados de sus familiares, que todos hemos superado con éxito hasta la fecha. Ellos que en su vida laboral han contribuido al bienestar que ahora gozamos sus descendientes, han sido correspondidos a su esfuerzo de antaño para crear un mundo mejor. Veían a sus seres queridos a través de una ventana o asomados al balcón. Unos días con optimismo, otros días desazonados... sin olvidar el deterioro físico y cognitivo que están sufriendo.
Los primeros días fueron muy difíciles. Recuerdo un residente que no se acostumbraba al confinamiento y quería salir a la calle a "tomar café". ¿Tú quieres tomar café? Pues aquí te lo hacemos. Bueno, respondía él, es que también me gustaría echar "la partida". Si se trata de éso, la partida la echamos tú y yo. Nos pusimos los dos en una mesa a jugar al dominó y pronto cundió la afición y se entablaron varias partidas.
Día tras día, nos esmeramos en el cuidado personal y en el aseo para que ninguno de los trabajadores pudiera portar el virus hacia el interior de la residencia. Algunas veces los residentes no se podían contener y agradecidos nos abrazaban y besaban nuestras pantallas protectoras.
También quedaron atrás los difíciles primeros días en que nos enfrentábamos al enemigo a pecho descubierto, agravando la situación, el que varios pedidos habituales que habíamos hecho de mascarillas y guantes no nos llegaron porque habían sido requisados o porque estaban en aduana retenidos los camiones. Bastó una llamada a la opinión pública a través de la televisión para que un sinnúmero de personas se volcaran en nuestra ayuda. Mascarillas, guantes, batas, pantallas protectoras, geles hidroalcohólicos, alimentos, que no habíamos pedido... no teníamos capacidad de almacenamiento. Fue emocionante la respuesta de empresas y particulares. Especialmente de los familiares que día a día nos daban ánimos para no desfallecer. Algunos particulares en sus casas tenían cajas de guantes para su uso y nos las trajeron, ellos prefirieron quedarse sin guantes y dárnoslos a nosotros…señoras que nos llamaban por teléfono para ofrecernos sus mascarillas recién hechas y se emocionaban con nosotros tras preguntarnos cómo estábamos… proveedores que nos daban sus propios EPIs para que a nosotros no nos faltaran…la de veces que nos han llamado a la puerta y tras salir a abrir había donaciones y no estaba el donante o si estaba desde lejos nos decían adiós con su mano…de personas que nos llamaban para preguntarnos qué necesitábamos y en la medida de lo posible nos lo traían…GRACIAS, GRACIAS y GRACIAS a todos los que nos han ayudado porque si no hubiera sido por ellos hubiéramos estados desprotegidos en los inicios de esta pandemia.
No olvidaré uno de los primeros días del confinamiento, observé al personal, estaban agotados y muy asustados, no sabíamos realmente como enfrentarnos al virus por desconocimiento a algo tan cruel y feroz. No sabíamos si estábamos contagiados o no, si éramos portadores o no…qué duro…difícil de describir, pero siempre intentando quedarme con lo positivo que es con la piña humana que hicimos todos los empleados con los residentes y viceversa, una piña inseparable de mucha escucha y compresión.
Un día importante, muy importante, fue el de la prueba de coronavirus. El día anterior nos dijeron que no había test para todos, que faltaban para cuatro personas. La gobernanta y yo decidimos que nosotras dos no nos haríamos la prueba, pero había que designar a otras dos personas. Esta decisión la aplazamos al día siguiente. Cuando el día señalado llegaron los expertos que realizarían la prueba, empezaron con buenas noticias. Había test para todos!. El tiempo de espera hasta conocer el resultado fue de máxima tensión. Todos en silencio. ¿Superaríamos la prueba? ¿habríamos hecho bien nuestro trabajo? ¿nuestro esfuerzo habría valido para algo? Un montón de sensaciones y sentimientos nos embargaban durante la espera.
El resultado fue de cuarenta y un negativos. Una explosión de júbilo se desató inmediatamente entre risas y lágrimas que nos animó a continuar con entusiasmo nuestra labor.
También recuerdo las veces que tuvimos que llamar al 061 por otras patologías diferentes al COVID-19. La primera vez, no sé quien tenía más miedo, si el usuario en cuestión por temer que se tuviera que ir al hospital con todo lo que estaba ocurriendo allí, por parte nuestra ante lo desconocido y que iba a entrar alguien de la calle o los mismos del 061 porque no iban por sus EPIs al completo…Ésta última situación se fue solucionando a lo largo de los días y ya veíamos como iban con sus correspondientes equipos de protección todos. Mención especial hacia todos ellos, porque siempre nos han dado muchos ánimos.
Todavía no podemos bajar la guardia, no podemos aún decir: misión cumplida. Hemos de seguir haciéndolo como hasta ahora porque el resultado obtenido nos dice que estamos en el buen camino.