En los últimos años, la práctica del yoga se ha ido extendiendo por todo el planeta. Sus beneficios, tanto físicos como psicológicos y emocionales, han sido testados por millones de personas convirtiendo esta práctica de relajación y meditación en una actividad muy popular.
Recomendado para todas las edades, el yoga puede ser de especial utilidad para las personas mayores, que ven en esta actividad una forma de practicar un hábito saludable sin el estrés articular o la exigencia física y cardiorrespiratoria de un deporte.
Muchos centros asistenciales y residencias geriátricas han incluido clases de yoga entre su oferta de actividades a la vista de la buena aceptación entre las personas mayores y los beneficios que su práctica les reporta.
En esencia, una clase de yoga enfocada a la tercera edad no difiere en exceso de las impartidas a otros rangos de edad, en especial en cuanto a la duración, que oscila entre una hora y hora y media, aunque sí es verdad que los especialistas recomiendan enfocar los contenidos de la misma a este sector de la población para sacar el máximo provecho.
En este sentido, algunas posturas o ‘asanas’, habida cuenta de la reducción articular de las personas mayores, son más suaves y relajadas, evitando forzar el cuerpo ante posibles lesiones óseas o musculares.
Desde un punto de vista meramente físico, con la práctica del yoga a la tercera edad se busca mejorar la educación postural, la habilidad y habilidades motrices de la persona y su flexibilidad. Mientras que desde un punto de vista psicológico se pretende reducir el estrés, la ansiedad y potenciar el bienestar y la autoestima.
Pero sus beneficios no sólo se quedan ahí. La práctica continuada del yoga favorece el control de los cuadros de hipertensión, ayuda a reducir la obesidad, combate la osteoporosis y es muy recomendable para mujeres más allá de la menopausia.