En la residencia Las Marismas, de la que, por cierto, eres directora, recibes una llamada de la hija de una residente muy alterada. Te dice que su padre ha aparecido con un hematoma en el brazo y que el propio residente —que tiene Alzheimer en fase moderada— le ha contado que otro compañero lo agredió porque entró en su habitación por error. La hija amenaza con denunciarlo todo: al residente agresor, a la residencia, al personal… a quien haga falta.
Consultas el parte de incidencias. Allí se recogió que un auxiliar vio cómo el residente A estaba en la habitación del residente B, que discutían, pero que no se presenció ninguna agresión. Tampoco hay testigos directos de un golpe o empujón. El médico no puede asegurar si la lesión es producto de una agresión o de una caída posterior.
Empiezas a pensar: ¿Qué pasa si esto llega a juicio?
¿Hay responsabilidad?
Aunque no haya intención por parte de nadie, te enfrentas a varias posibilidades:
Además, como directora, sabes que en este tipo de situaciones los familiares quieren respuestas, explicaciones… y, a veces, indemnizaciones.
¿Qué puedes hacer como directora?
En el corto plazo:
Para el medio plazo:
Y pensando en el futuro:
Y tú, ¿qué harías?
¿Crees que el centro tiene alguna responsabilidad en este caso? ¿Pondrías más vigilancia nocturna? ¿Harías cambios en la distribución de habitaciones para evitar que los residentes con deterioro moderado accedan a otras zonas?
En Las Marismas, como en tantas residencias, estas situaciones son delicadas y exigen cabeza fría, buena documentación… y una dirección que sepa anticiparse.
Este caso está basado en un hecho real que fue gestionado con éxito por la correduría de seguros Uniteco.
LA OPINIÓN DEL EXPERTO
Sentencia sobre lesiones en residencias: la importancia del mejor seguro de Responsabilidad Civil
Ana Lucía Bastidas, jefe de equipo de Uniteco en la oficina del Ilustre Colegio de Médicos de Madrid