El rincón del director

¿Puñetazo o Ramona?

Imagen dibujada de una reunión de personas mayores en una residencia. (Foto: IA).
Josep de Martí | Martes 07 de enero de 2025

La residencia Las Marismas, de la que, por cierto, eres director, ha vivido unos meses especialmente movidos. Todo comenzó cuando, al preparar el plan de formación para el siguiente año, recordaste un e-mail que habías recibido de una consultora. En él, se proponía un curso titulado “Prevenir y afrontar el maltrato institucional en residencias”, dirigido a profesionales de atención directa.

Aunque no había sospecha de maltrato en el centro, reflexionar sobre el buen trato parecía oportuno, sobre todo tras vivir situaciones como el caso de "Querida María" o el de "No quiero a esa auxiliar". Después de consultarlo con el equipo, la idea fue bien recibida, y se decidió contratar la formación.

El primer día del curso decidiste asistir y colocarte en la última fila, con la intención de pasar desapercibido. Sin embargo, no tardaste en darte cuenta de que eso sería imposible. El profesor inició la sesión con una pregunta directa: “¿Tratamos bien a los residentes en esta residencia?”. La mayoría de las asistentes, casi todas auxiliares, respondieron afirmativamente con un leve movimiento de cabeza.

Luego, profundizó: “¿Alguien ha tratado a un residente de una forma que considere inadecuada alguna vez?”. Silencio. “¿Y algún compañero o compañera que haya tenido actitudes poco apropiadas hacia los residentes, pero que nadie haya mencionado para evitar problemas?”. Silencio absoluto, acompañado de miradas esquivas.

A partir de ahí, el formador planteó un ejercicio que dejó a todos reflexionando. “Imaginad que sois una persona de 85 años que acaba de ingresar en la residencia. Como director, os planteo elegir entre dos opciones, pero con un truco porque debes elegir una necesariamente. Si no lo haces tendrás las dos: la primera recibir un fuerte puñetazo en el ojo, la otra es tener que compartir habitación para siempre con Ramona, una mujer que padece demencia avanzada, grita por las noches, desordena vuestras pertenencias y, a veces, se quita el pañal y ensucia el entorno. ¿Qué preferiríais?”.

Aunque la pregunta generó rechazo inicial, la mayoría optó, de forma irónica, por el puñetazo, lo que dio pie a una reflexión profunda: “El maltrato físico es visible y condenable, pero, ¿qué pasa con decisiones organizativas que, sin intención de dañar, afectan profundamente la calidad de vida de los residentes?”.

El curso continuó con ejercicios y debates que invitaban a ponerse en el lugar de los residentes, aceptando que cada persona tiene deseos y necesidades diferentes. Se habló de horarios, actividades, alimentación y pequeños detalles del día a día que, a menudo, se estructuran más pensando en las necesidades del centro que en las de quienes viven en él. También se discutió cómo las costumbres de la organización, con el tiempo, pasan de ser cuestionables a verse como normales.

Entre las asistentes, las reacciones fueron variadas. Algunas auxiliares consideraron que estas ideas eran "chorradas" y que lo importante sería contratar más personal. Otras, en cambio, valoraron mucho la experiencia y empezaron a pedir más formación sobre Atención Centrada en la Persona y Buenas Prácticas. Mientras tanto, los días siguientes al curso estuvieron marcados por conversaciones y debates entre el personal.

Una auxiliar te comentó, en confianza, que para implementar algunos de los cambios propuestos sería necesario replantear los horarios de trabajo, algo que podría generar rechazo incluso entre quienes apoyan la idea de cambiar las cosas.

Una enfermera cercana a la jubilación compartió su experiencia contigo: “He vivido varias de estas situaciones en mi carrera. Un curso o un cambio generan muchas expectativas, pero si no se actúa pronto, el entusiasmo desaparece y todo vuelve a ser como antes. Yo ya estoy de salida, pero, por curiosidad, ¿tienes pensado hacer algo?”. Incluso una residente te planteó su inquietud: “¿Es cierto que pronto podré desayunar en mi habitación y a la hora que yo prefiera?”.

Ahora te encuentras reflexionando sobre todo lo sucedido. El curso ha abierto un abanico de posibilidades, pero también de retos. Lo que parecía una simple formación ha sacado a la luz cuestiones más profundas sobre cómo se organizan y gestionan los centros. Y tú, como director o directora, tienes en tus manos la posibilidad de decidir cómo actuar ante este nuevo panorama.

La pregunta queda en el aire: ¿qué harías tú?

Autor del texto Josep de Martí Vallés. Jurista y Gerontólogo. Fundador de Inforesidencias.

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