En la Residencia Las Marismas, de la que, por cierto, sigues siendo directora, os llegó hace unos días uno de esos casos que, si se ocasionasen más comúnmente, te harían plantear un cambio de profesión.
Hace dos meses ingresó la Sra. Cristina C., una mujer de 83 años que sufre demencia en etapa avanzada. Pertenece a los pocos casos que atendéis con una sentencia de incapacidad y el nombramiento de un tutor, en su caso, una Fundación Tutelar. Sabéis que con el cambio en la legislación de tutelas e incapacidades es un caso que acabará cambiando, pero aún así hoy las cosas están como están.
El ingreso se realizó con la participación de una trabajadora social del ayuntamiento que os informó de que podía realizar los pagos de plaza privada mientras “tramitaba la dependencia”. El ingreso era algo urgente, no os dio más datos. Firmasteis el contrato con la entidad tutelar y lo comunicasteis al juzgado.
La historia completa no la conocisteis hasta más allá del ingreso, cuando han empezado los “acontecimientos”:
Estos son los antecedentes que desconocías:
La Sra. Cristina no tiene hijos pero sí una hermana, Braulia, quince años menor que ella. Según hemos conocido, Braulia es soltera y ha vivido a lo largo de toda su vida con su hermana mayor. Como sus padres fallecieron no muy mayores, Cristina se hizo cargo de Braulia. Cuando Cristina se casó, Braulia vivió con ella y su marido. Tras enviudar continuaron juntas y cuando la más grande comenzó a ser dependiente fue cuidada por su hermana.
En un ingreso hospitalario, los doctores detectaron un posible maltrato patrimonial, lo que fue comunicado a la policía y a los servicios sociales. Confirmaron que Braulia disponía del dinero de su hermana a su antojo y hacía movimientos irregulares. Aunque no hubo trámite penal, la situación llegó a la Fiscalía que inició un procedimiento de incapacitación.
La entidad tutelar nombrada se hizo cargo del dinero y bienes de la Sra. Cristina y quitó la firma a su hermana de las cuentas. Provisionalmente contrataron a una compañía de SAD pero debieron cambiar en numerosas ocasiones porque Braulia les avisaba siempre de que las auxiliares domiciliarias no hacían bien el trabajo o las acusaba de robarles. Tras un tiempo, creyeron mejor que ingresase en una residencia.
Cuando llegó el ingreso eligieron que lo correcto y lo que la Sra. Cristina hubiera querido si hubiese mantenido la capacidad, habría sido que su hermana se quedase viviendo en el piso familiar pagándole una asignación por mes para sus costos. Braulia no estuvo en absoluto de acuerdo ni con el ingreso ni con la asignación, decía que ella la podía cuidar en el hogar y, desde el inicio, se transformó en un inconveniente para la residencia.
El primer día se presentó en la residencia a las 7:30 horas diciendo que pretendía ver cómo levantaban a su hermana. Estuvo en el cuarto media hora e increpó numerosas ocasiones a la auxiliar. La acusaba de hacer todo mal. Decía: “Déjame a mí que tú no tienes ni idea”. Como era el primer día, la auxiliar se mostró comprensiva y le dijo que podían hacer el trabajo entre las dos.
Exigió poder dar de comer a su hermana en la boca porque decía que “sólo ella” sabía cómo hacerlo bien para que no se atragantase. Aunque no era lo verdaderamente habitual, aceptasteis sin pensarlo y las horas de las comidas se convirtieron en un problema constante. Desde entonces, Braulia protesta siempre de la comida, dice que está mal y pide poder proceder a la cocina a hacérsela ella.
Tras numerosos días de tensión, estáis hablando con Braulia, le habéis dicho que entendéis su preocupación pero que debería dejar a las auxiliares llevar a cabo su trabajo y que no puede traer comida de casa para darle ella. Un día lo hizo sin que nadie se diese cuenta y dijo que era el único día que había comido bien. Tras su enfado, decidisteis comentarlo con la entidad tutelar y sostener una reunión a tres bandas. Braulia admitió a regañadientes dejar trabajar a las auxiliares. La entidad tutelar os pidió ser comprensivos y se comprometieron a sostener un “canal abierto” para lograr facilitar las cosas.
Nada ha mejorado. Aunque por el momento no viene a primera hora, cuando llega protesta de todo: dice que su hermana está sucia y huele mal; que la ropa que lleva no es suya (ambas cosas son falsas); que cada día tiene peor aspecto. Habla con otros familiares y les dice que “ella conoce bien el centro porque está muchas horas y sabe lo mal que va todo”; además que ella quiere llevarse a su hermana, pero no le dejan.
Al inicio, sin importar todo eso, los ratos que Braulia se encontraba al lado de Cristina, ésta estaba tranquila. Últimamente las cosas son diferentes. Siempre le está diciendo cosas como “te voy a llevar a casa”, “aquí estás mal, ¿verdad?”, “¡dímelo!”. Siempre la está tratando de peinar, algo que observamos que a Cristina la incomoda. Cristina se intranquiliza, se pone nerviosa y algunas veces se pone a gritar, cosa que Braulia atribuye a que está mal en el centro. Nos comunica que la va a sacar a dar un paseo a ver “si así se despeja”. Vosotros contestáis que no puede llevarlo a cabo sin el consentimiento de la entidad tutelar, lo que crea más instantes de tensión.
Habéis vuelto a comentar el tema con la entidad tutelar y ellos con Braulia. Habéis pedido que venga alguien de la entidad a conocer en persona lo que sucede, pero ellos os indican que deberíais pactar con Braulia un horario de visitas, y que, como sois expertos, deberíais consensuar las cosas con la hermana. Además, que no debeís dejar que la saque a pasear sola, en cualquier situación que la acompañe alguien de la residencia.
Tuvisteis reuniones con Braulia y la psicóloga del centro, con el equipo interdisciplinar y contigo misma. Las reuniones acostumbran a tener momentos en los que Braulia se pone furiosa y terminan con ella llorando y diciendo que sólo quiere proteger de su hermana en el hogar.
Hoy tenéis a dos auxiliares de baja por ansiedad, a algunos familiares que se han puesto del lado de Braulia y que no comprenden que no le dejéis sacar a su hermana a pasear; una obligación de reserva que os impide comunicar a los otros familiares cosas íntimas de las hermanas y un último suceso: son las 20:30 horas y Braulia ha dicho que hoy no se va de la residencia porque ha visto a su hermana “pachucha” y se va a quedar a su lado a lo largo de toda la noche.
Hemos llamado a la entidad tutelar pero no hay nadie hasta mañana.
¿Qué harías tú?
Creador del caso: Josep de Martí, jurista y gerontólogo, director de Inforesidencias.com