Durante los meses de junio y julio de 2021, la Diputación Foral de Gipuzkoa ha realizado una encuesta para "detectar la sensibilidad que se tiene hoy en día respecto a la atención que se presta en Gipuzcoa después de la pandemia". Así lo explica el consultor de gestión en servicios sociales con más de treinta años de experiencia en el sector, Alejandro Gómez Ordoki, coautor del estudio, que destaca como conclusión que "el sistema está avalado por las personas usuarias".
"Hay una satisfacción generalizada respecto de los items que se preguntan, de hecho el 74,5% de las personas encuestas opina positivamente sobre el sector", explica Javier Castro Spila, autor también del informe, y que no sabe si este resultado es extrapolable al resto de España, por las diferencias evidentes entre ratios y salarios, pero sí opina que "en general, el servicio no es tan malo como en muchas ocasiones los medios intentan hacer ver" y cree que "en general la satisfacción tan bien es buena".
El estudio de la Diputación Foral sobre Gipuzkoa busca evaluar la red residencial para personas mayores del territorio histórico. El estudio, enmarcado en el proyecto de “Red de participación y evaluación participativa en centros residenciales de Gipuzkoa-2021”, ha contado con la opinión de residentes con capacidad cognitiva suficiente para interpretar y responder las preguntas formuladas (247 personas), familiares de referencia o personas allegadas del entorno más íntimo (660 personas) y profesionales de la red (1.119 personas).
En total, 2.026 personas han cumplimentado un cuestionario online con diferentes contenidos para cada perfil de respuesta (residentes, familiares o profesionales) que, en todo caso, ha contemplado unas mismas áreas de valoración (gestión de la crisis de la Covid-19, calidad de atención, capacidad innovadora y priorización de áreas de mejora).
El estudio se basa en la integración de metodologías cualitativas y cuantitativas. Los datos de la encuesta se complementaron con la información cualitativa obtenida en 14 talleres y en los que participaron 112 personas de la red (personas usuarias y profesionales de diferentes categorías). La encuesta online también recogía opiniones sobre las garantías de la calidad (sistemas de gestión, métodos de evaluación y/o principios del cuidado), y sobre cualquier otro aspecto relevante para las personas participantes.
En un contexto de opinión condicionada por los efectos de la crisis, un estudio de estas características corría el riesgo de poder sesgar de modo considerable el grado de satisfacción con la red por parte de las personas usuarias y el colectivo profesional del sector, máxime cuando el daño reputacional infringido a las residencias de personas mayores ha sido una constante mediática en no pocas ocasiones.
Es un hecho constatable que ningún otro sector ha recibido un trato semejante durante los momentos más duros de la pandemia, actitud prolongada hasta en contextos de mayor relajación en cuanto a medidas preventivas de interacción social y normas de salud pública se refiere. La consecuencia inmediata de esta “estrategia alarmista” de alcance generalizado ha sido la pérdida de confianza en el sistema de cuidados a personas mayores dependientes. Las residencias, y por extensión el conjunto de la red, han sido subjetivamente valoradas, arbitrariamente condenadas e injustamente tratadas.
Por esta razón, estudios que capturen la opinión de residentes, familiares y profesionales, ayudarán a comprobar hasta qué punto la sensibilidad de los principales actores del cuidado residencial a personas mayores (residentes, familiares y profesionales) es coincidente o no con la sensación generalizada que algunas fuentes se empeñan en transcender a la opinión pública.
Los principales resultados de la encuesta se resumen en la Tabla 1. Los datos del estudio descubren el cumplimiento de una regla general: la puntuación media depende absolutamente del actor. Así, las personas residentes son las que mejor evalúan el sistema; a continuación, es el entorno sociofamiliar quien más valora la red; finalmente, el colectivo profesional es el más crítico. En cualquier caso, es de considerar que residentes y familiares sean quienes perciban una mayor calidad de atención cuando son los consumidores directos de servicios y, en esa condición, cuentan con la expertise suficiente y necesaria para pronunciarse al respecto.
El proyecto desarrollado por la Diputación Foral de Gipuzkoa contempla, asimismo, la evaluación de contenidos relacionados con la capacidad de innovación de los centros residenciales y la detección de áreas de mejora como ejes de desarrollo de las residencias del futuro. Respecto de las primeras, el estudio estima que uno de cada dos centros de la red ha implementado, con anterioridad a la situación de pandemia, algún producto/servicio nuevo o mejorado durante el periodo 2018-2020 (tecnología, modelos de gestión, comunicación, personalización del cuidado, sistemas de evaluación o sostenibilidad medioambiental).
En cuanto a la priorización de áreas de mejora de refiere, el proyecto descubre dos líneas de actuación/consolidación de futuro: la personalización del cuidado (respeto de los derechos, actitud empática y relaciones/interacciones significativas) y el interés por los efectos del cambio climático. Esta preocupación por reducir la huella de carbono muestra la conexión de la residencia -más concretamente de los agentes que la componen- con la sociedad en la medida que las residencias no se abstraen de las problemáticas sociales emergentes o consolidadas.
El estudio ha constatado dos hallazgos significativos relacionados con la teórica correspondencia entre las ratios de personal y la calidad de atención (hallazgo 1, según datos de la Tabla 1), y entre las ratios de personal y la capacidad para cuidar en clave de personalización (hallazgo 2). Las hipótesis positivas (relaciones directas calidad-ratio y personalización-ratio) defendidas por una proporción significativa de la población de estudio no se cumplen.
Este incumplimiento, que el estudio define como paradoja ratio-calidad, abre escenarios alternativos de discusión sobre las ratios necesarias para alcanzar un determinado nivel de calidad y de personalización. Los datos aconsejan racionalizar la comprensión del problema de dimensionamiento de plantillas de personal para producir evidencia objetiva sobre la cantidad y tipo de profesionales necesarios en función del mix dependencia (horas de atención directa/indirecta por residente y día).
El proyecto revela otro dato de interés. De acuerdo con la opinión de residentes, familiares y profesionales, el estilo del cuidado en las residencias de Gipuzkoa se corresponde en mayor medida con los principios de la psicología humanista que con las herencias de la beneficencia. Tras consolidar una red residencial soportada sobre la concertación (tasa próxima al 85% del total de plazas del territorio histórico), la profesionalización y la digitalización, el sector evoluciona hacia modelos residenciales preocupados por los tangibles de la atención (ayuda para la realización de actividades de la vida diaria o servicios hoteleros) pero, especialmente, por los intangibles del cuidado. Conceptos como empoderamiento, sensación de utilidad, escucha activa, respeto a la intimidad o empatía, comienzan a proyectar un determinado estilo del cuidado. El 73,4% de las personas integrantes del estudio consideran que los intangibles forman parte de un cambio de cultura que incorpora la dimensión humana de la atención como principal eje del cuidado del futuro.
Los resultados, tanto a nivel agregado como para cada estrato (residentes/familiares/profesionales), han mostrado la capacidad de resiliencia de las residencias de Gipuzkoa. Incluso en un tiempo especialmente delicado para sondear la opinión de personas usuarias y profesionales, el sector está positivamente valorado, si bien se detectan ciertos puntos críticos sobre los que focalizar las mejoras de futuro. En cualquier caso, los resultados obtenidos se alejan sustancialmente de la imagen que algunos agentes sociales insisten en denunciar. La red residencial no es excelente, pero tampoco es un depósito inagotable de malas praxis, desconocimiento técnico e incapacidades de mejora.
El futuro está por construir. Y en esa transición, cuanto mejor valoración de partida, mayores garantías de éxito.