En primera persona

“En el primer trimestre del año, un 50% de los profesionales que han intervenido en la pandemia pueden tener señales de estrés postraumático”

El director de la Fundación Galatea, Antoni Calvo. (Foto: Fundación Galatea).

ANTONI CALVO, DIRECTOR DE LA FUNDACIÓN GALATEA

Javier Cámara | Jueves 10 de diciembre de 2020

La Fundación Galatea se creó en el año 2001 por el Consejo de Colegios de Médicos de Cataluña con el objetivo de promover estilos de vida saludables entre los profesionales de la salud que se enfrentan a factores de riesgo psicosocial. Nada tan duro como una pandemia por el coronavirus que ha tenido en jaque a los trabajadores de las residencias.

Si esto no se gestiona de forma adecuada, pueden provocar síndromes de agotamiento físico y mental, estrés emocional y depresión, así como otros problemas psicológicos.

El director de la Fundación Galatea, Antoni Calvo López, lo primero que nos explica es que el 900 670 777 es el teléfono de acceso al teleapoyo psicológico para que cualquier profesional que trabaje en el ámbito sociosanitario o residencial de mayores se ponga en contacto con ellos.

¿Qué hace la Fundación Galatea, qué es Ágora Galatea?

Llevamos más de 23 años trabajando por la salud de los profesionales de la salud y lo hacemos en tres líneas: la asistencial, es decir, dando asistencia a todas las profesiones sanitarias, como médicos, enfermeras, psicólogos, trabajadores sociales, farmacéuticos, veterinarios, dentistas… Tenemos, incluso, una clínica monográfica en Barcelona, con una unidad de hospitalización, otra de consultas externas, así como un hospital de día. Damos atención a médicos del resto de España y desde 2017 estamos danto también atención psicológica a profesionales con sufrimiento emocional o estrés vinculado al trabajo o a cuestiones personales.

Con la pandemia pusimos en marcha el teleapoyo psicológico, que es atención psicológica a través de una plataforma telemática, cerrada (como un circuito cerrado) donde estamos atendiendo a profesionales de la salud de servicios sociales y de establecimientos residenciales de mayores y sociosanitarios.

Este tipo de asistencia la hacemos a nivel individual, pero estamos recibiendo muchas llamadas para atender a equipos, es decir, atención colectiva en equipos naturales y hacemos equipos terapéuticos. Con el paso del tiempo hemos visto que hay profesionales que no han dado el paso para pedir ayuda a nivel individual, ni tampoco colectivo, y hemos pensado poner en marcha e Ágora Galatea, que es un espacio abierto, no terapéutico, de encuentro entre profesionales para hablar de lo que sienten, lo que ven, lo que perciben, lo que les gustaría… es decir, aparentemente poco estructurado donde uno puede entrar, escuchar y no decir nada o uno puede entrar, escuchar y decir, puede entrar un día sin compromiso de seguir otro día.

Son espacios Ágora que ponemos en el calendario, las personas se inscriben y participan y contrastan y comparten con otros compañeros. El próximo día 15 que se dedicará al sector Sociosanitario, donde trataremos con personas que atienden a mayores.

Y esto es precisamente lo que estáis haciendo en la Fundación Galatea, brindar este apoyo psicológico a los profesionales sanitarios, médicos de residencias, que se encontraban sobrecogidos por la tensión de la atención... ¿A cuántos han atendido aproximadamente?

A nivel individual hemos atendido ya a más de 900 profesionales de la salud. El 37% son médicos y el 44% es personal de enfermería y auxiliares de clínica. Básicamente, el 86% son mujeres. Este es un sector protagonizado por la mujeres y también es verdad que las mujeres profesionales de la salud, cuando tienen un problema psicológico o de sufrimiento emocional, tienen menos dificultad en pedir ayuda y la pide antes.

La media de edad de las personas a las que atendemos es de 43, 2 años. El 27% trabaja en el ámbito hospitalario, un 22% en el ámbito primario y un 12% que trabaja en el ámbito sociosanitario, que en este apartado, en algunos casos pueden ser médicos o auxiliares de geriatría, cuidadores, etc…

Sí que es verdad que en el caso de los médicos y profesionales del ámbito residencial, especialmente al principio del confinamiento, se produjo una especie de estigma en los que estuvieron trabajando en residencias de mayores, que producía un mayor estrés que los que trabajaban en otro sector.

¿Qué les ha pasado a estos profesionales, cuál ha sido su principal necesidad, qué es lo primero que os pedían?

En primer lugar, lo que manifestaban era miedo. Me explico. Desde el punto de vista emocional estamos en una tercera fase de la pandemia: la primera emoción dominante en los tres primero meses fue el miedo, a no poder atender a los usuarios con los recursos necesarios, miedo a contagiarse y dejar al resto del equipo en la estacada y miedo a contagiarse y contagiarlo a la familia.

Antes del verano y un poco después, la emoción dominante fue la rabia. El tiempo acumulado, no ver la luz al final del túnel, el darse cuenta de que se habían tomado decisiones un poco contundentes y sin el necesario consenso.

Ahora, la emoción dominante es la depresión, es decir, la tristeza, el desánimo es mucho más inmovilizante que el miedo o la rabia. Al fin y al cabo, tarde o temprano, las primeras te llevan a pasar a la acción, pero en el caso de la depresión, es más bloqueante y esto es lo que estamos intentando trabajar con los psicólogos que están dando atención a los profesionales.

Parece que todo se prolonga en el tiempo. La pandemia va por una tercera oleada que se espera después de Navidad… ¿Habrá una nueva fase desde el punto de vista emocional?

Lo que estamos intentando, viendo la evolución de la pandemia, es garantizar la continuidad asistencial, es decir, aquellos profesionales que necesiten ser atendidos, poderles ofrecer atención, aunque varíen sus necesidades.

Por ejemplo, los hay que con 3 o 4 sesiones telemáticas de intervención psicológica ha sido suficiente; otros que no, y hemos tenido que habilitar una línea de atención psiquiátrica también a través de la plataforma y si fuera necesario, su ingreso en la unidad de hospitalización de la clínica, también.

Es decir, estar preparados para la continuidad asistencial en el tiempo y para el cambio de necesidades que se puedan ir produciendo, teniendo en cuenta que la mayoría de estudios que conocemos, algunos en los que estamos implicados, dicen que a partir del primer trimestre del próximo año, entre un 40 o un 50% de los profesionales que han intervenido directamente en la pandemia pueden tener señales de estrés postraumático.

¿Qué destacan los profesionales sanitarios de residencias de lo que han vivido?

Varios factores: primero, sorpresa porque nunca nadie se habría imaginado la situación a la que hemos llegado; segundo, falta de recursos, un tema básico; y tercero, cansancio, desde el punto de vista físico y emocional.

Luego hay un apartado de dilemas éticos, como es el caso de tener que atender a unos más que a otros, tener que decidir a quién vamos a llevar al hospital y a quién no. En la medida de que esos dilemas éticos se han producido y si el profesional forma parte de un equipo sano y se han podido manejar bien, pues mejor, pero si fruto de la presión el equipo no estaba bien cohesionado, los temas éticos eran más difíciles de afrontar.

En el caso de las residencias, el porcentaje, importantísimo, de usuarios de residencias que han muerto, ha llevado a tener que tener elementos para poder manejar el duelo.

¿Cuántos profesionales sois?

Hay un núcleo de dirección que somos cinco personas y tenemos 52 profesionales, psicólogos, psicoterapeutas, expertos, colaboradores de la Fundación Galatea, que son los que están dando la atención directamente.

También tenemos a seis personas en la unidad de acogida, que son los que filtran, acogen y canalizan y derivan los casos de cada uno de los profesionales.

¿Y se han visto también sobrecogidos por esta avalancha de peticiones y de atención a otros profesionales? ¿Quién ayuda a los que ayudan?

Te agradezco la pregunta porque muchas veces nos descuidamos de nosotros mismos. En una de las reuniones, la jefa de la unidad de acogida me dijo que llevaba más de 20 años trabajando y nunca se había encontrado con el nivel de tensión, de estrés y de miedo que nos plantean las personas que nos llaman.

Le empezaba a afectar y decidimos poner en marcha un equipo de apoyo a nosotros mismos, una segunda línea que llamamos, precisamente para poder ir manejando esa situación tan excepcional que teníamos enfrente.

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