Opinión

¿Te gustaría acabar tus días en una residencia?

Pablo Crespo
Pablo Crespo | Sábado 15 de febrero de 2020

Nos invita Josep de Martí, director de Inforesidencias.com, a reflexionar sobre una cuestión que muy probablemente muchos aún no se hayan planteado, pero que, sin duda, llegará el momento (por edad) en que todos lo tengamos que hacer: ¿Te gustaría acabar tus días en una residencia?

Querría, muy brevemente, dejar mi opinión al respecto después de haber pasado toda mi vida profesional, y son ya 20 años, trabajando en el sector residencial para persona mayores, con diferentes grados de responsabilidad y ejerciendo tanto en la parte asistencial como en la gestión directa de centros desde el Departamento de Operaciones.

Entiendo que no es lo mismo trabajar que vivir, pero creo que me sirve como experiencia para dar una, siempre muy subjetiva, opinión.

Asumo que no es una respuesta fácil, y mucho menos ahora, que hay un “interés” (por llamarlo de alguna forma) mucho mayor que antaño por todo lo que rodea al mundo de los mayores y dependientes.

Diferentes administraciones públicas están planteando un mayor rigor y vigilancia a los centros de mayores acompañados de cambios de normativa y más altas exigencias; las noticias sobre residencias que “incumplen” o “maltratan” se hacen hueco en los medios de comunicación con mayor fuerza; y parece ser que todos estamos más sensibilizados por el futuro que nos espera, ahora que en unos pocos años vamos a ser el país más envejecido del mundo. Se está creando un clima enrarecido sobre los cuidados que brindamos en los centros residenciales, pero ¿está realmente justificado? ¿Son malas las residencias de personas mayores en nuestro país?

Creo que, en líneas generales, la atención que se presta es buena, mucho mejor que hace años.

El sector se ha profesionalizado de una forma muy positiva, y cada vez se trabaja de forma más correcta, cuidando el entorno y a la persona en todas sus esferas.

Hemos pasado de los asilos a las residencias de personas mayores y eso es un logro evidente en sí mismo.

Nuestros profesionales están más formados y las exigencias para trabajar en este sector son mayores.

Entiendo que se reclamen mejoras, porque todos los actores del sector las demandamos, pero la clave es: ¿quién las financia? ¿Cuánto hemos de cambiar?

Si entendemos este punto, más fácil nos será poder decidir cuando nos toque qué puede brindarnos una residencia de personas mayores y qué no, y todos podremos dilucidar si queremos “acabar nuestros días en una residencia”.

Parto de la base de que nadie quiere finalizar su existencia institucionalizado en una residencia. El tema es si tenemos esa necesidad, ¿querríamos?

Algunas reflexiones que se me ocurren:

1.- Generalizar siempre es complicado. Creo que hay centros residenciales de altísima calidad donde todos viviríamos y otros donde probablemente ninguno quisiera hacerlo. Preguntar que si viviríamos en una residencia, sin más, es como preguntar si te gusta comer: ¿tu plato favorito o aquel que odias?

2.- ¿A alguien le gusta estar ingresado en un hospital? ¿Vas allí por necesidad o por gusto? La gran mayoría de las veces (por no decir en todas las ocasiones), la decisión de ingresar en un centro residencial es más una necesidad para poder cubrir unos cuidados y asistencia que en casa no se puede brindar, que no por una decisión de cambio de domicilio sin más. Necesidades asistenciales tuyas, o de tu pareja o familiar, ya que en ocasiones se ingresa para permanecer junto a otra persona cercana que si necesita esos cuidados (matrimonios, hermanos, etc.).

Yo, definitivamente, cuando sea mayor, quiero estar bien, vivir en mi casa y viajar mucho. Pero, si mi dependencia me lo impide, quiero ir a un sitio especializado en el que me atiendan bien, me den los cuidados que necesito y en el que pueda descargar a mi familia de una atención que, probablemente, tampoco puedan darme ellos.

Mi respuesta en ese caso es Sí, querría ir a una residencia. Pero de las buenas, eso sí. Ojalá mi pensión esté asegurada para entonces, porque la voy a necesitar….

Confío ampliamente en los profesionales de este sector. Un sector ampliamente vocacional, con salarios muy bajos y con un reconocimiento social para nada acorde con la gran labor que se desarrolla.

Los que trabajamos ahí nos dejamos la vida por dar asistencia, servicio y calidad a las personas a las que CUIDAMOS. Y digo cuidamos en mayúsculas, porque creo que así es.

Por tanto, si lo necesito, ¿por qué no confiar en que todos estos profesionales me van a cuidar bien?

Conclusiones:

- si puedo elegir, quiero acabar mis días feliz en un lugar con playa, jubilado y disfrutando la vida.

- si para entonces soy dependiente, quiero estar en un lugar con grandes profesionales, que se preocupe de ofrecerme asistencia y rehabilitación, terapias innovadoras y buenos alimentos y cuidados. No quiero estar en mi casa, si eso supone una carga para mi familia que sé que terminarán pagando con su salud y felicidad.

- no todas las residencia son iguales, por lo que desearé que mis familiares, que probablemente tengan que decidir por mí, busquen con detenimiento, se informen ampliamente y encuentren ese lugar donde, una vez sepa que lo puedo pagar (si para entonces la Administración pública no me lo financia), me aseguren unos años finales de vida en las mejores condiciones. Los hay.

- y si termino mis días con necesidades de cuidados de salud mucho más específicas, de alta carga sanitaria, pues quizás tenga que acabar mis días en un hospital de larga estancia. ¿Querría? No sé. Ese ya sería otro debate…

Pablo Crespo, director de centros de Servicios Sociales

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