Opinión

El día de la marmota o el Sísifo de la dependencia

Josep de Martí | Martes 17 de abril de 2018

“El día de la marmota” es esa película en la que un periodista se queda atrapado en una especie de bucle que le hace revivir el mismo día una y otra vez. Es una versión edulcorada y un poco cursi del mito de Sísifo en el que el personaje es castigado a tener que subir una piedra a la cima de un monte para ver cómo irremisiblemente ésta cae por la otra ladera obligando al desgraciado a empezar de nuevo.

No sé si nosotros estamos obligados a vivir las “décadas de la marmota” o somos los “Sísifos de la Dependencia”.

Esto es lo que pienso al re-leer algo que escribí ahora hace diez años sobre cómo se estaba desarrollando y aplicando la Ley de Dependencia. Quien gobernaba entonces ahora es oposición y viceversa, pero las cosas sólo han cambiado de forma aparente. Nos despertamos de nuevo en ese día ya vivido y nos encontramos la piedra que debemos empujar cuesta arriba.

Esto es lo que escribí en 2008:

Si ponemos la palabra “dependencia” en un buscador de noticias de internet obtenemos un resultado abultado que podemos clasificar de forma fácil. En primer lugar encontramos las noticias que se refieren a datos “oficiales” aportados por alguna administración pública que sintoniza con el gobierno (cuando no del propio gobierno) y que nos hablan del alto número de solicitudes presentadas y resueltas, del gran esfuerzo presupuestario que se hace y de lo desleal que es la oposición al criticarles; por otro las que provienen de administraciones de otras sintonías que hablan del gran esfuerzo que hacen a pesar de los incumplimientos y deslealtad del gobierno. Por último, tenemos las que provienen de representantes del sector (mayores, cuidadores, empresarios, tercer sector, universidades...) que ponen de manifiesto la lentitud del desarrollo de la ley, lo erróneo de las previsiones hechas hasta ahora y la necesidad de una mayor financiación.

Hasta aquí todo es normal. Tendríamos el mismo tipo de noticias aunque el PIB creciese al 5% en vez del 0% y el paro no estuviese encaminándose hacia el 15. Lo que sí resulta interesante es ver cómo la cuestión de la sostenibilidad del sistema de atención a la dependencia ha ido cambiando en los últimos meses.

Recuerdo una intervención del entonces ministro Caldera en la que decía que lo más importante era poner en marcha el sistema ya que, una vez funcionando ningún gobierno lo pararía. Recuerdo las manifestaciones del presidente del gobierno conforme a las que la Ley de Dependencia era su proyecto estrella de esta legislatura y recuerdo leer a la ministra de Deportes decir que la actual coyuntura económica que atravesamos podría tener “alguna influencia” en el despliegue de la Ley de Dependencia.

Después he ido oyendo a diferentes políticos que en jornadas, congresos y presentaciones hablan de las dificultades que deberemos afrontar en la nueva coyuntura económica para desarrollar completamente la Ley, que tendremos que ser “imaginativos”, que hará falta un “esfuerzo”. Eso sí, siempre dicen a continuación que el presupuesto del año que viene está garantizado.

¿Qué hay dentro de esas medias palabras? ¿Nos están macerando en lluvia fina para que cuando nos digan que la Ley sólo cubrirá a los más dependientes lo aceptemos como inevitable?

Seamos sinceros. Aunque la crisis internacional no se hubiese producido, el aumento del coste de aplicación del sistema de atención a la dependencia habría requerido de modificaciones y ajustes: Están apareciendo más dependientes de los que se pensaba y los servicios cuestan más de lo previsto. ¿No pueden hablar más claro y proponer ya soluciones?

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