“El pilar del cuidado familiar que era el femenino, esto está desapareciendo, y el modelo de un único cuidador cada vez esta menos generalizado. Ahora mismo hay redes de cuidados, entre varios familiares (cónyuge, hijos, sobrinos, hermanos, etcétera), que son fundamentales para mantener la salud de los cuidadores, fundamentalmente la emocional”, según afirman Noelia Cámara-Izquierdo y Aina Feus-Bertomeu, autoras del estudio Salud en la vida adulta y su relación con el envejecimiento saludable: Tendencias actuales, oportunidades y retos futuros en España.
Realizado por el grupo de investigación en Demografía, Longevidad y Envejecimiento Saludable (DELHAS), de la UNED del que forman parte ambas, en colaboración con la Fundación Mapfre, el informe señala entre otras razones el cambio de rol de la mujer, sobre la que recaía el papel principal de cuidadora y que se muestra poco dispuesta a abandonar su trabajo para realizar estos cuidados; y el aumento de las personas mayores, cuyo numero se verá incrementado con la generación del baby boom, lo que hará que cada vez haya menos cuidadores. “El sistema tal y como esta sustentando ahora, estará por resolver en un futuro próximo”, concluyen las autoras.
El estudio pone también de manifiesto, el estado de salud autopercibido por las personas mayores de 50 años que declara tener peor salud que el resto de ciudadanos europeos de esta misma edad. Esta percepción negativa es mayor en las mujeres de edades avanzadas y en las personas cuidadoras, precisamente por al asumir tareas como el aseo y cuidado personal de las personas dependientes, lo cual incide negativamente en su bienestar y en la percepción de su salud. La excepción a esta tendencia se encuentra en las mujeres de 80 o más años al cuidado de algún dependiente, que presentan buenos niveles de salud.
Realizando una comparativa con el resto de países europeos, España obtiene el porcentaje más elevado de personas de 50 o más años que valoran negativamente su estado de salud. Entre los motivos se encuentran los altos porcentajes de población con más de una enfermedad crónica, el alto consumo de medicamentos y el mayor porcentaje de personas con autopercepción de limitaciones físicas o cognitivas que en el resto de Europa.
A los que habría que añadir factores como hábitos de vida poco saludables, la poca práctica de actividad física y el elevado consumo de alcohol y tabaco, que hacen que las diferencias en salud respecto a otros países europeos aumenten.
Así, el informe revela que en los países escandinavos y occidentales del continente (Suecia, Países Bajos o Dinamarca), la proporción de mayores de 50 años que declaran tener un buen estado de salud es significativamente mayor que la de los países del sur y el este europeo.
Por el contrario, Estonia e Italia son los países con una mayor proporción de mayores de 50 años que declaran un muy mal estado de salud, con valores próximos a los de España.
La falta de limitaciones físicas para la actividad diaria independiente, un estado general saludable ajeno a patologías como el dolor o la ansiedad y el bajo o inexistente consumo de medicamentos son los factores que más contribuyen a la percepción de un buen estado de salud en los mayores de 50 años.
No obstante esta percepción general cambia dependiendo del género, ya que los hombres valoran su estado de salud en función de si sufren enfermedades crónicas o dolor, mientras que en las mujeres es más determinante la salud emocional y los hábitos de vida.