El presidente fundador de Albor Consultor, Alfredo Bohórquez, deja claro que “la certificación en ACP ayuda a objetivar el modelo y demuestra ante terceros el nivel real de desarrollo de cada centro”. Añade, además, que “cada residencia es única, y la Atención Centrada en la Persona debe adaptarse a su identidad y a las personas que viven, visitan y trabajan en ella”.
"La certificación en Atención Centrada en la Persona permite saber dónde está un centro, identificar áreas de mejora y, sobre todo, poner en valor el trabajo de todo el equipo", señala Alfredo Bohórquez, presidente fundador de Albor Consultor. Este proceso no se limita a obtener un papel, sino que constituye un recorrido de evaluación y acompañamiento que ayuda a consolidar el modelo ACP y a visibilizar los esfuerzos de todos los profesionales implicados.
Recientemente, Bohórquez participó en el acto ‘Cuidar con Excelencia: Mayores y Profesionales, juntos por un presente con valor’, organizado por la Junta Directiva de ARADE (Asociación Aragonesa para la Dependencia). Durante el encuentro, se destacó que uno de los principales proyectos de la asociación es la implantación del modelo ACP, iniciado en 2021. “En 2025 hemos impulsado una certificación en el modelo, avalada por CEOMA, UNIR, Albor Consultores e Ineava”, explicó su gerente. Hasta el momento, 62 centros se han sometido a diagnóstico, 32 han pasado reauditorías y cuatro ya han obtenido la certificación.
La certificación en ACP “ayuda a objetivar el modelo y demuestra ante terceros el nivel real de desarrollo de cada centro”, subraya Bohórquez. Los indicadores y auditorías permiten evaluar con rigor el grado de implementación, la calidad de la atención y la participación de residentes, familiares y profesionales, ofreciendo una medida objetiva del trabajo realizado.
Cada residencia es única, y la Atención Centrada en la Persona debe adaptarse a su identidad y a las personas que viven, visitan y trabajan en ella. “Se trata de generar entornos humanizados, respetuosos y personalizados, donde cada individuo pueda aportar lo mejor de sí mismo”, añade el experto, poniendo el foco en la importancia de adaptar el modelo a cada centro y a las historias de vida que alberga.
Pero Alfredo Bohórquez lo cuenta con detalle en esta entrevista:
- ¿Por qué es necesaria para una residencia una certificación en ACP?
La certificación te permite, primero, en un proceso de evaluación, saber en qué punto estoy. Luego tiene un proceso de asesoramiento de cara a futuro para avanzar en el propio modelo y finalmente terminas con una certificación.
Es un proceso que te permite saber dónde estás, en qué tienes que mejorar y luego pone en valor el trabajo de la gente y la intervención que estás haciendo. De alguna manera, una certificación no es solamente obtener un papel, es hacer un proceso de evaluación y objetivar en qué punto estás y te permite avanzar elementos de futuro también para ir desarrollando.
Al final va a poner en valor el trabajo de toda la gente y te da un prestigio como centro de tener una certificación de una entidad externa que te está certificando el nivel realmente de desarrollo que tienes.
- ¿Cómo ha sido tu experiencia con ARADE?
Bueno, ARADE es una organización empresarial de residencias de personal mayores en Aragón y son muy abiertos. De hecho, han sido los impulsores, al igual que INEAVA y ALBOR Consultor, de la certificación de atención centrada en la persona.
Ellos creen en profundidad en el modelo, lo están implementando, llevan un proceso de varios años de trabajo con INEAVA en formación, en evaluación y finalmente ellos han visto la necesidad de crear un certificado para poder objetivar y demostrar ante terceros el nivel real de ACP que tienes.
La gran aportación del proceso que hemos diseñado entre ALBOR e INEAVA es que permite uno tener el modelo de ACP muy con los pies en la tierra. Establece más de 80 criterios, desde un nivel básico con lo que yo tengo, de cómo lo desarrollo, a un nivel intermedio donde ya hago reorganización y planificación de temas y a un nivel avanzado consolidado, donde ya ejecuto a fondo y llevo varios años trabajando en el modelo.
Implementar la ACP es un proceso de 4 o 6 años de trabajo, de cambio de mentalidad, de implicar a la gente pero al final lo importante de todo esto es poner en valor el talento y el papel que tiene cada persona mayor residente que vive en un centro, cada familiar que visita el centro y que aporta elementos complementarios y cada profesional que trabaja.
Es un modelo humanista muy alineado con los conceptos de ética y bioética donde al final los tres roles humanos que viven, visitan y trabajan en el centro tienen que aportar sus mejores talentos individualmente. Se tienen que conocer entre ellos, tienen que conocer la historia de vida de mayores o del profesional y tienen que colaborar en proyectos de vida comunes compartidos.
Aquí es donde está el gran diferencial y por eso en esta certificación ponemos muy en valor esas tres partes y la aportación y trabajo colaborativo de esos tres talentos humanos que son muy importantes.

- ¿Cómo se mide después ese certificado en ACP? ¿Cómo medimos los beneficios de ese modelo?
El certificado en sí mismo tiene unos indicadores y unos instrumentos de evaluación que los aportamos a los clientes. Hacemos una evaluación para saber exactamente el grado de implementación, el grado de hogarización, la cantidad de actividades significativas realizadas con la participación directa y co-diseño de personal mayores, así como la percepción de los tres colectivos humanos: residentes, familiares y trabajadores.
Al final el objetivo es es que sean expertos en personas, pero en los tres grupos, residentes, familiares y trabajadores. El gran rol que debemos jugar es ser expertos en personas y que cada persona aporte lo mejor de sí misma, da igual la edad o rol que esté jugando en estos centros de vida y convivencia, y que construyan proyectos comunes a futuro, que impacten incluso en la sociedad, en mejorar la sociedad en implementar cosas en la comunidad y en aportar.
Aquí lo que se pone en valor es el talento humano, la individualidad de cada persona, la diversidad de talentos y de personas y de colectivos y que tenemos que hacer proyectos colaborativos, implicando a las personas para que los centros sean magníficos lugares para vivir, magníficos lugares para visitar y magníficos lugares para trabajar.
- ¿Hay una limitación de la ACP en función del deterioro cognitivo de la persona mayor?
No, para nada, yo creo que una persona es lo que es en ese momento, lo que ha sido y lo que quiere seguir viviendo. Una persona, aunque tenga una demencia en fase moderada o severa, tiene una historia, tiene una prioridad en las cosas que para ella son importantes y esto es lo que tenemos que adaptar. De hecho, una persona, incluso estando a una semana o dos semanas de fallecer, sigue desarrollando y creciendo como ser humano a nivel personal, a nivel espiritual y a todos los niveles.
El modelo de ACP y el modelo de unidades de convivencia nació a nivel internacional en personas con demencia en fase moderada y severa. Nació allí, en personas en situación de dependencia. Debemos plantear proyectos de vida en lo que para esa persona ha sido importante y es importante y debemos aprovechar los talentos y lo que todavía tiene cada persona, independientemente de su situación o nivel de dependencia, para interactuar con ello y para poner en valor el ser humano que es.
Incluso con una persona con demencia en fase muy severa tenemos que buscar la conexión, hacer videollamadas, que vengan los familiares, estar a su lado y hablarle de todo lo importante que ha hecho en la vida, de lo que nos ha aportado. Porque incluso en esas fases avanzadas, la última función neurológica que se pierde es la sonrisa. Siempre captan el amor y el cariño de las personas que las rodean, y la Atención Centrada en la Persona se convierte precisamente en eso, en transmitir amor, cariño, humanidad. En estar cerca, en hablarle de su vida.
Debemos poner sus fotos en la habitación, que su historia esté presente y visible, aunque ya no sepa dónde está ni quién es. Todo este concepto se aplica prácticamente al 90% de la Atención Centrada en la Persona. Somos nosotros, como profesionales, como entorno y como residencias, quienes debemos adaptarnos a lo que es la persona, a lo que percibe y a lo que quiere, incluso en los instantes previos a su muerte.
- Muchas residencias y centros de día hacen ACP, hacen atención centrada en la persona sin saberlo. Es necesario, es recomendable, poner orden en esas ideas y en esas buenas prácticas. ¿Es recomendable, por tanto, un certificado que te diga que lo estás haciendo bien y cómo mejorarlo?
La atención centrada en la persona es un concepto, es un modelo humanista, individual, personalizado, flexible que busca sacar lo mejor de cada persona, sus fortalezas, y que busca que colaboren las personas en proyectos de vida más significativos más hogareños, más humanos, más relacionales...
Todos los centros, diría yo, tienen ya un 20 o un 30% del modelo y ya lo tenían hace muchos años, independientemente del tamaño del centro, pequeño, mediano o grande. El modelo nos permite avanzar de una forma más eficiente más personalizada, más individual porque ya el propio modelo aporta metodologías de trabajo y de formas de vernos entre los seres humanos.
Para avanzar hacia un certificado, hay que avanzar primero en sensibilización, en formación, en implementación, en consultoría y la fase final es la fase de certificación. Todo esto es un proceso en el que hay que acompañar a residencias y a profesionales teniendo en cuenta que cada residencia es única al igual que decimos, cada ser humano es único, cada residencia es única, ¿por qué? porque viven personas únicas en ese contexto en esa población, en ese entorno rural, urbano, comunitario.
Esas personas, las que viven, visitan y trabajan, son las que tienen que definir qué proyecto de vida, de convivencia quieren realizar y por eso el propio modelo debe también personalizar en cada centro y hay que hacerlo de alguna manera. Hace falta acompañamiento externo, de formación, de consultoría, pero yo creo que la certificación es lo que permite objetivar donde estamos y nos da muchas energías para seguir avanzando.