Acompañar a personas con Alzheimer no es solo cuestión de cuidados: también es cuidar su historia.
Trabajar con recuerdos personales —una boda, una Navidad, unas vacaciones— puede despertar la memoria, generar bienestar y mantener viva la identidad, incluso cuando las palabras empiezan a fallar.

La realidad de los centros
Muchas personas ingresan en fases avanzadas de deterioro cognitivo, con poca capacidad para comunicarse. En este contexto, conocer su historia, gustos y rutinas es clave para poder acompañarlas de forma personalizada.
Pero esto solo es posible si las familias participan activamente. Por eso, contar con herramientas sencillas, accesibles y emocionales es fundamental para mantener viva la conexión y dar sentido al día a día.
Famileo como recurso en los centros
En muchos centros, Famileo se ha consolidado como una herramienta sencilla y eficaz para trabajar estas áreas. La familia envía fotos y mensajes a través de la aplicación, que se transforman en una revista impresa para el residente.
Esa revista, que llega periódicamente, no es solo un medio de comunicación: se convierte en un soporte físico con el que se puede trabajar en sesiones de estimulación cognitiva y reminiscencia.

“La familia es una herramienta muy valiosa para trabajar con el Alzheimer, porque nos permite rescatar vivencias tanto individuales como colectivas. Gracias a las revistas, las personas recuerdan emociones y experiencias… Quizá no recuerdan quiénes son sus nietos en la actualidad, pero sí evocan imágenes de su boda, de las cenas de Navidad o de los veranos en familia.”
Casos que emocionan
Contamos como ejemplo el vivido en la residencia Cugat Natura, donde destacan resultados especialmente positivos en casos concretos. Uno de ellos es el de un residente que solía mostrarse nervioso y alterado con frecuencia. Su familia comenzó a enviarle fotos de su caballo y de los animales que habían formado parte de su vida en la granja.
Cada vez que recibía la revista, el residente se emocionaba al reconocer esas imágenes. Hablaba de su caballo, recordaba cómo lo montaba, los paseos por el campo e incluso relataba cómo murió. Ese recuerdo se convirtió en un refugio de serenidad y alegría.
“Lo vemos feliz, cuando profundiza en sus emociones más íntimas y acaba recordando vivencias tan positivas. Es muy beneficioso para las personas que tienen Alzheimer.”
Un apoyo también frente al olvido de las visitas
Otro de los grandes retos en los centros es cuando los residentes no recuerdan que su familia les ha visitado. Para ellos puede ser una fuente de angustia, porque sienten que sus seres queridos no están, y para las familias resulta muy doloroso que sus esfuerzos no tengan eco.
Aquí, Famileo también cumple un papel muy importante. Muchas familias aprovechan la revista para dejar constancia de cada visita, subiendo una fotografía y un breve mensaje sobre lo que han compartido ese día. De esta manera, cuando el residente duda o se siente solo, el equipo puede mostrarle la revista y recordarle que su familia sí ha estado con él, que sigue siendo parte activa de su vida.
Este simple gesto no solo ayuda a reforzar la seguridad emocional del residente, sino que además ofrece a la familia un recurso para mantener viva la relación, incluso en los momentos más difíciles.
Un proyecto que une a toda la familia
La experiencia también demuestra que Famileo no solo beneficia al residente, sino a toda la familia. En la residencia Sabadell Gent Gran, por ejemplo, la familia de un residente compartía que preparar la revista no solo servía para llegar a su padre, con un deterioro cognitivo avanzado, sino también para reforzar los lazos entre ellos mismos.
Comentaban que este proyecto común no solo creaba vínculo con su padre, sino también entre hermanos, hijos y nietos, que se implicaban buscando fotos y compartiendo recuerdos. Era una forma esperanzadora de seguir unidos a pesar de la enfermedad: reconectar con la historia de su padre, pero también con la suya propia.

Famileo no es solo una revista. Es una herramienta emocional y terapéutica que da forma tangible a los recuerdos, activa la memoria afectiva y mantiene viva la conexión entre las personas, más allá del deterioro cognitivo.
En un contexto donde el olvido parece inevitable, Famileo ofrece algo esencial: una forma de recordar, de pertenecer y de seguir siendo parte de una historia compartida.
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